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México D.F. Domingo 16 de mayo de 2004

Antonio Gershenson

ƑCrisis energética?

Hace más de un año, en una conocida revista especializada, editada en Estados Unidos, se publicó un artículo analizando la posibilidad de una nueva crisis energética, similar a las que se dieron en 1973 y 1979, años en los que hubo aumentos muy importantes en el precio del petróleo. Se refiere básicamente a ese mismo país, aunque es clara la repercusión mundial del fenómeno. Define a una crisis energética como la insuficiencia en el suministro de energía, con el consiguiente aumento en sus precios. A partir de estos elementos se darían otros trastornos. Vamos a ver cómo se están configurando ahora los elementos que en ese artículo se señalaron.

Se cita un aumento en la dependencia de Estados Unidos con respecto a las importaciones petroleras. Se dice que, de un promedio anual de 35 por ciento de importaciones frente al consumo total en 1973, en 1978 se llegó a 42 por ciento. En algunos periodos hubo bajas en este porcentaje de dependencia, sobre todo cuando los precios estuvieron altos, y se llegó a 27 por ciento en 1985; pero luego, con la baja de precios, se volvió a dar un ascenso de importaciones que, con sus altibajos, llegó a 53 por ciento en 2002, último año completo al escribirse el análisis. De ese año a 2003 hubo un aumento adicional de tres puntos porcentuales en ese indicador.

Tanto en 1973 como en 1979, entre los elementos causantes de los problemas estuvo la turbulencia política en países que eran productores y exportadores importantes de petróleo. Ya al elaborarse el citado análisis esto volvía a notarse. Ahora las cosas se han agudizado más, especialmente en el llamado Medio Oriente. Y las relaciones del gobierno estadunidense no son buenas ni con Venezuela, único país de la OPEP que no tiene un porcentaje importante de población musulmana.

Se menciona también la baja en la capacidad productiva estadunidense. Se muestra cómo esta baja es sostenida aunque con fluctuaciones, y que al bajar más esa capacidad eso se refleja en una mayor dependencia de las importaciones. Esto ha continuado, y la producción total de ese mismo país llegó, en 2003, a ser poco menos de 60 por ciento de la producción máxima, alcanzada en 1970. Esto sucede a pesar de que entraron en producción regiones nuevas, primero Alaska y luego las aguas profundas del Golfo de México.

Un elemento adicional citado es la concentración de las fuentes de importación. La dependencia con respecto a los cinco principales exportadores del año fue aumentando, y ahora es del orden de 75 por ciento de las exportaciones totales, con un ligero aumento en 2003 frente a 2002. Con otra forma de medir la concentración, el porcentaje de las importaciones estadunidenses que llegan del Golfo Pérsico fue muy elevado, pero llegó a bajar hasta 7.6 por ciento en 1985. Sin embargo ha ido subiendo hasta 24 por ciento en 2002 y 25 por ciento en 2003.

Otro elemento es la disponibilidad de fuentes alternas de importación si se interrumpe el flujo de alguna de las existentes. La capacidad mundial de reserva se ha reducido en las anteriores situaciones críticas; el año pasado se estimaba en 3 millones de barriles diarios, y ahora en 2 millones.

La energía cara tiende a frenar la economía, especialmente en países importadores. Eso ya sucedió, y aunque se dan síntomas de recuperación, ésta se ve frenada por la energía cara. De todo esto, los autores del análisis concluyeron que es elevado el riesgo de una nueva crisis energética.

Los hechos están a la vista. La variedad de crudo West Texas Intermediate ya rebasó los 40 dólares, incluso en promedio semanal. El precio de la mezcla mexicana de exportación, contra lo que decía la "previsión" oficial de 20 dólares por barril para 2004, ha estado subiendo a lo largo del año y el viernes rebasó los 33 dólares.

Como país exportador de petróleo, eso nos implica ingresos adicionales muy importantes. Pero por las deformaciones generadas por la política económica, Pemex "no tiene dinero" y Hacienda lo maneja a su discreción. Nuestra situación económica deja mucho que desear.

Por lo que hace a Estados Unidos, su población paga más y más cara la gasolina, aunque al mismo tiempo hay compañías petroleras que reportan fuertes aumentos en sus utilidades.

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