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México D.F. Jueves 29 de abril de 2004

Miguel Marín Bosch *

Alcaldes para la paz

El anhelo de toda sociedad es vivir y desarrollarse en paz. Y la primera obligación de todo mandatario es velar por la seguridad y el bienestar de sus conciudadanos. Para lograrlo es menester crear las condiciones necesarias. En Irak, Estados Unidos está aprendiendo cuán difícil es esa tarea. En Brasil, el estado de Río de Janeiro ha recurrido a las autoridades federales para lograrlo. En todas partes y a todos los niveles -municipal, estatal y federal- la seguridad es la condición sine qua non para que los gobernados midan el éxito de los gobernantes.

Ese es el punto de partida de una agrupación de alcaldes que encabeza Tadatoshi Akiba, de Hiroshima. Ese movimiento nació en 1982 y hoy abarca a casi 600 ciudades en más de 100 países. Está muy identificado con los esfuerzos encaminados a la eliminación de las armas nucleares de las organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil en general.

Akiba es el primer alcalde de Hiroshima que nació después del 6 de agosto de 1945, es decir, no es hibakusha, como se conoce a los sobrevivientes de la bomba atómica que destruyó la ciudad en esa fecha y la de Nagasaki tres días después. Es natural, por lo tanto, que uno de los propósitos de los alcaldes sea asegurar que el mundo no se olvide de la pulverización de esas dos ciudades y la incineración de buena parte de sus habitantes hace casi seis décadas.

Hoy quedan unos 90 mil hibakusha en Hiroshima y otros 60 mil en Nagasaki. Su promedio de edad es de 70 años. En unas décadas habrán desaparecido por completo y el alcalde Akiba está empeñado en que no desaparezca también la memoria histórica de esas víctimas. Compara el caso con el holocausto de la Segunda Guerra Mundial. Este último cuenta con museos y monumentos en todo mundo. En no pocas universidades se otorgan grados académicos en estudios sobre el holocausto. No hay nada parecido para Hiroshima y Nagasaki, aparte de los museos y eventos anuales en esas dos ciudades.

En octubre del año pasado, el comité ejecutivo de los alcaldes para la paz decidió emprender una campaña de emergencia para abolir las armas nucleares. La campaña se vinculó con la conferencia quinquenal de las partes en el tratado sobre la no proliferación de armas nucleares (TNP), a celebrarse en Nueva York en abril de 2005. La idea es que un centenar de alcaldes acuda a esa conferencia para ejercer presión sobre las delegaciones gubernamentales. También se organizarán actos públicos en Hiroshima y Nagasaki en agosto del año entrante: 60 aniversario de las bombas atómicas.

En estos días se está llevando a cabo en Nueva York la última etapa de los trabajos preparatorios de la conferencia de 2005 del TNP. Una veintena de alcaldes acompañó a Akiba en una ronda de reuniones con altos funcionarios de la ONU, representantes de los 188 estados que han ratificado el TNP y portavoces de las numerosas organizaciones no gubernamentales que el 1Ŷ de mayo participarán en una manifestación para exigir la abolición de las armas nucleares.

ƑPor qué se vincularon los alcaldes con el TNP? Principalmente por dos razones. La primera es que se trata del único instrumento multilateral en que las naciones poseedoras de armas nucleares se han comprometido a lograr acuerdos para su eliminación total. De hecho, el TNP, que entró en vigor en 1970, es considerado la piedra angular del régimen para la no proliferación de dichas armas. Y aquí hay que insistir en el doble sentido de no proliferación: la no proliferación horizontal (prevenir que otros país las adquieran) y la vertical (asegurar que los que ya las tienen se desarmen).

La segunda razón es que el TNP cuenta con un mecanismo que obliga a las partes a examinar cada cinco años el cumplimiento de sus disposiciones. Y el tema central de esas reuniones quinquenales es el desarme nuclear.

Los alcaldes para la paz buscan involucrar a la sociedad civil en general y a sus ciudades en particular en los esfuerzos por lograr la abolición de las armas nucleares. Y en esta lucha el legado humano de los hibakusha resulta indispensable.

Los alcaldes también están demostrando que las ciudades pueden jugar un papel activo en la búsqueda de soluciones a los grandes problemas internacionales. Y el tema del desarme nuclear es demasiado importante para dejarlo sólo en manos de los gobiernos nacionales. Es necesario movilizar a la sociedad civil, y las ciudades son un buen vehículo para hacerlo.

Dentro de un año, los alcaldes para la paz regresarán a Nueva York para insistir en la necesidad de que se inicien negociaciones para la eliminación de las armas nucleares. Su delegación estará encabezada por un grupo de 10 o 15 alcaldes de las ciudades más pobladas del mundo. Ojalá que nuestra ciudad forme parte de ese grupo.

* Ex subsecretario de Relaciones Exteriores e investigador de la Universidad Iberoamericana

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