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México D.F. Miércoles 17 de marzo de 2004

 

ESPAÑA: ¿VIRAJE INTERNACIONAL?

sol-2La inesperada, contundente y merecida derrota electoral del Partido Popular (PP) el pasado domingo en España, el triunfo del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y la inminente formación de un gobierno encabezado por José Luis Rodríguez Zapatero constituyen, a no dudarlo, y como se comentó en este espacio al día siguiente de los comicios, un cambio positivo, esperanzador y dignificador para España. La superación de ocho años de autoritarismo, ceguera, arrogancia e inmoralidad gubernamentales no será una tarea fácil para una institucionalidad que en ese lapso se contaminó con algunos de los reflejos mentales más execrables del aznarismo; por ejemplo, la tendencia a considerar culpables a los sospechosos antes de juicio, o el chovinismo supremacista y totalitario cultivado por Aznar y los suyos, tan fiel a la consigna franquista "España, Una, Grande, Libre", por más que los gobernantes salientes nunca se hayan atrevido, al menos en público, a corear la frase.

En el ámbito internacional el vuelco español tendrá consecuencias mayores. En lo inmediato puede hablarse ya de un resquebrajamiento de la "coalición" que con tantas dificultades apelmazaron George W. Bush y Tony Blair a partir del 11 de septiembre de 2001 para combatir al integrismo islámico y a sus expresiones terroristas, pero también para cambiar el mapa estratégico de Medio Oriente y Asia central, hacer negocios en un Irak destruido y ocupado y dotar de nueva proyección internacional a los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña; en el caso de Bush, la cruzada antiterrorista le sirvió incluso para dotar de algunos contenidos a su gobierno, que hasta antes del ataque criminal contra las Torres Gemelas de Nueva York carecía de rumbo y hasta de sentido. La determinación de Rodríguez Zapatero de retirar las tropas de Irak puede ser irrelevante en términos militares -como son irrelevantes las fuerzas armadas españolas ante las estadunidenses y aun ante las británicas- pero será un grave golpe político a los afanes de Bush y de Blair de presentar su incursión carnicera en el país árabe como producto de un consenso de las democracias occidentales. La retirada de España de la "coalición" posiblemente inducirá la salida de los soldados dominicanos, nicaragüenses y salvadoreños que realizan tareas de limpieza en la nación ocupada y, más importante, permiten, con su presencia allí, que Bush utilice el adjetivo "multinacional" cuando se refiere a su avasallamiento de Irak. El gobierno polaco, que a todas luces carecía de motivos para mandar efectivos al Golfo Pérsico, quedará, tras el retiro de los españoles, en una situación renovadamente incómoda.

La llegada de los socialistas españoles al gobierno ahondará el aislamiento de Blair, tanto en el seno de la Unión Europea -donde se quedará sin más interlocutor relevante que Silvio Berlusconi, un aliado por demás indeseable- como en la Internacional Socialista. En la década pasada el PSOE era representativo, dentro de ese organismo, de lo que podría llamarse el ala derecha de la izquierda. Hoy, tras la pérdida del poder en medio de escándalos de corrupción y luego de una travesía de ocho años por el desierto de la oposición, el Socialista Obrero Español es un partido renovado, cuyas posiciones no concuerdan ya con las filias estadunidenses, el conservadurismo político y la claudicación que caracterizaron a Felipe González y a su grupo. La derecha de la Internacional Socialista está representada, hoy, por Tony Blair, el cual aparece aferrado a posturas políticas, económicas y sociales que no son propias de los socialdemócratas sino, en todo caso, de los conservadores y democristianos europeos y de los republicanos estadunidenses.

En términos de política exterior cabría esperar que el próximo jefe del gobierno español lleve a su país a una intensificación de sus procesos de integración con Europa y a una renovación de los lazos con Latinoamérica, en contraste con la casi obscena incondicionalidad de Aznar para con Washington. De esa forma, en un fenómeno de círculo virtuoso, podrían resultar fortalecidas, en sus respectivas diferencias históricas con Estados Unidos, la propia Unión Europea y la región idiomática del español.

Cabe esperar, finalmente, que la derrota de Aznar y su partido prefiguren respectivos fracasos electorales para Blair y para Bush, que la recuperación de la dignidad nacional y el buen sentido en España den paso a un gobierno sólido y propositivo, que no sucumba a las tentaciones del autoritarismo y del dinero sucio -como le ocurrió al PSOE en su anterior gestión- y que la primavera que está viviendo España sea el anhelado punto de viraje mundial que marque el fin del autoritarismo corrupto, zafio y sanguinario que ha padecido el mundo desde la llegada de George Walker Bush a la Casa Blanca.

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