Ojarasca 83  marzo de 2004


Ya parece que les vamos a regalar nuestro buen ánimo. Uy qué susto. Si descontentos de por sí estamos con la clase política y los partidotes políticos. Hastacá de banqueros que se llevan las tajadas que quieren del país y todavía pretendan que les quedamos a deber. De inversionistas que todo lo invierten, de magnates electrónicos, abogados pillos, vampiros de los presupuestos públicos.

La propiedad privada es un robo, decíase antes. ¿Y ahora a poco no? Los propietarios son bandidos de cara lavada que se persignan con las manos cuya corrupción nos insulta, ponen a bailar a la puta más siniestra, hacen de la democracia un teatro pésimo y lo pueblan de payasos y patiños.

Malacostumbrados a décadas y sexenios de partido único, corrupción funcional con el sistema y elecciones fraudulentas, podríamos encontrarnos descuidados ante un momento en que las urnas se convirtieran en instrumento de usurpación definitiva de la representación popular, para la cual habrían dejado de existir instituciones, tradiciones legítimas y leyes capaces de velar por los derechos del pueblo. No olvidemos que así nacieron los fascismos del mundo moderno.

Tras una polvareda de gesticulaciones que nos vende una "libertad de expresión" mediática y hueca en horario estelar, los ricos y poderosos nos quieren ocultar su inocultable impunidad. Pero no estamos cortos de memoria.

Como expresa el marakame Pedro de Haro en este número de Ojarasca, "el gobierno de ahora no es gobierno, va contra la corriente, y se va en la tentación del dinero o a la pura venganza, no se da cuenta de que el dinero es prestado". Los de arriba no se dan cuenta de que los estamos viendo. De que muchos en México no tienen precio, ni miedo.

Hoy que la política se descompone aceleradamente "en el lodo" se dice, faltándole el respeto al lodo, la represión acecha con nuevos métodos. El riesgo de un autoritarismo corrupto de ultraderecha y fachada democrática no es menor. Si los dejamos, claro. Si nos dejamos.

Tanto que desprecian por hábito los poderosos a los pueblos indios que, con su renovada vocación de autogestión, soberanía e igualdad, ofrecen un mensaje positivo a las izquierdas huérfanas, a los movimientos ciudadanos traicionados, a los pueblos divididos. Una alternativa viable para la nación, que es múltiple pero una.

El poder político y económico se encuentra en manos de gente irresponsable y peligrosa que desprestigia a la democracia y que con su querer más y más y más y cómo sea podrían estar convocando su propio vomitivo. Ellos son lo enfermo, no nosotros. Precisamente. 
                                                                   umbral



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