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México D.F. Miércoles 3 de marzo de 2004

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

La tormenta que viene y la fuga de Greenspan

Las extravagantes apuestas de los bancos
Se cocina el marco regulatorio de la insolvencia

"LA TORMENTA que viene", es el atrevido título de la revista portavoz del neoliberalismo global, The Economist, del 27 de febrero, que todavía se da tiempo para sugerir la evicción del vicepresidente Dick Cheney, quien tiene los días contados. Pese a haber recibido severos golpes en todo el mundo -lo cual ha llevado hasta la esperada renuncia de Richard Perle (el posmoderno "ladrón de Bagdad") del consejo consultivo del Pentágono-, se podrá acusar de todos los "pecados capitales" y capitalistas a la elite financiera anglosajona-israelí, menos de actuar en forma desincronizada.

EL PLANETA VIVE graves momentos de turbulencia en los ámbitos militar, sociopolítico, geopolítico, financiero y económico, y no existe rincón que se salve. Mucho menos cuando depende del decadente modelo dolarcentrista, el cual ha entrado en una fase de alta precariedad, susceptible de arrastrar consigo al mundo entero. Es lo que hemos denominado el "síndrome Sansón", que practica obscena y demencialmente Baby Bush, el presidente de la guerra y el caos: "no me caigo solo, sino que se caen los demás conmigo".

THE ECONOMIST, QUE ha participado alegremente en la flagrante desinformación sobre los precios del petróleo (como Téllez Kuenzler y la fauna zedillista en México), recuerda la insolvencia de la correduría LTCM de 1998, la cual sucumbió a las "apuestas extravagantes" y estuvo a punto de llevar al planeta a una "sequía de liquidez" (credit crunch). Pues la misma escenografía se estaría repitiendo actualmente -algo que Bajo la Lupa, desde hace un buen rato, ha venido alertando, sobre la sicótica especulación de los instrumentos "derivados" financieros (primordialmente los ominosos hedge funds, fondos de cobertura de riesgo-): "antes de finalizar este año, los directores de los principales bancos podrían enfrentar la misma tarea indigestible". El tamaño de las lúdicas apuestas (palabra clave) ha crecido exponencialmente: "los bancos han tenido que apostar más de su dinero para seguir generando inmensas ganancias". Pero éstos, que "caminan por el borde del precipicio", están cometiendo un gravísimo error al pretender que "los mercados permanecerán estables", basados en simplistas "modelos de manejo de riesgo", los cuales subestiman los "efectos salvajes de grandes choques", como señalan los estrategas de RiskMetrics. Los bancos admiten sotto voce haber tomado fuertes riesgos, basados en el modelo Var (valor de riesgo, por sus siglas en inglés), el cual "determina la cantidad de capital que los bancos ponen de lado" (para garantizar las pérdidas hipotéticas) frente a posiciones mantenidas en las apuestas. La revista británica expone los altos riesgos tomados por Citigroup, HSBC, JP Morgan-Chase y, sobre todo, la correduría Goldman Sachs, "catalogada por Wall Street como fondo de cobertura de riesgo, más que banco". Por cierto, Goldman Sachs (donde se fue a refugiar Martin Werrner, el firmante de los pagarés Fobaproa/IPAB) se enriqueció en México gracias a la complicidad del zedillismo, que luego engendró a los "ricos del Fobaproa/IPAB", quienes no son más que los "amigos" de la tríada maligna Salinas-Zedillo-Fox, la cual fomentó una economía parasitaria en detrimento de la mayoría de la nación pauperizada y obligada a subsidiar sus latrocinios.

BANCOS Y CORREDURIAS de Wall Street han puesto en riesgo las acciones de sus cuentahabientes, que contabilizan en forma tramposa como "inversiones", no como posturas de compraventa", por lo que "no aparecen en sus estados contables" como tales. "La mayor parte del dinero que invierten los bancos ha sido colocado en los hedge funds, los cuales se especializan en bonos y otros instrumentos de renta fija". El problema radica en que los hedge funds se encuentran exageradamente apalancados: consiguen autocréditos sobre sus operaciones hasta por 100 veces su valor, lo cual ha creado una pirámide especulativa a punto de estallar. Según The Economist, "existen muchos puntos candentes potenciales: debacle del dólar, elevación del precio del petróleo y un gran mercado emergente en dificultades", lo cual generaría "una reacción en cadena que esta vez podría ser particularmente devastadora".

EN LA VERSION alemana del Financial Times ("Prevenir las catástrofes", 17/2/04), Joseph Ackermann, presidente del Deutsche Bank y miembro del influyente Instituto Internacional de Finanzas de Washington, no oculta su inquietud por la insolvencia argentina, el probable estallido de varias burbujas y el prospecto de sorpresas desagradables en el corto plazo. Pareciera que las bajísimas tasas de interés de los desacreditados bancos centrales de la geoeconomía tripolar (Estados Unidos, Japón y Unión Europea) han servido para propiciar el frenesí especulativo con una inundación de dólares inservibles. Otmar Issing, economista en jefe del Banco Central Europeo, se preocupa de que una reversión de las políticas centalbanquistas, como la inevitable alza de las tasas de interés, contribuiría al estallido de las multiburbujas (The Wall Street Journal, 18/2/04). En paralelo, la prensa británica en su conjunto, con una economía especulativa muy similar a la de Estados Unidos, ha sido muy generosa en advertir de la inminente caída, de por lo menos 30 por ciento, de la burbuja de los infladísimos bienes raíces (postura de Capital Economics), y hasta ha llegado a proclamar el "fin de la economía de consumo".

EN ESTE CONTEXTO, Alan Greenspan, el mago de la Reserva Federal, quien se quedó sin conejos pero no sin tontos, se mostró sumamente locuaz la semana pasada, al hacer una serie de declaraciones muy controvertidas, las cuales han sacudido al establishment estadunidense. Ante el comité bancario del Senado, el pasado 24 de febrero, solicitó a Fannie Mae y Freddie Mac, las dos principales paraestatales que inflaron los precios de los bienes raíces para alentar el consumo desmedido con empréstitos laxos basados en las hipotecas, retirar los subsidios. Hasta hoy se percató que ambas entidades habían solicitado préstamos en exceso, por lo que pueden caer en insolvencia, lo cual amenazaría al sistema financiero en su totalidad. Lo esencial consistió en que Greenspan, desregulador inveterado por antonomasia, pidió contra todos los pronósticos una mayor regulación a la OFHEO (reguladora de bienes raíces). Lo real es que las dos paraestatales sucumbieron, como todo el circuito gangrenoso de Wall Street, a la especulación de los derivados financieros, por lo que, a nuestro juicio, Greenspan se adelanta a preparar el marco regulatorio de su futura insolvencia. De manera extraña, deslindó la burbuja de los bienes raíces, específica a las dos paraestatales, de la "deuda de los hogares", que por el contrario aseguró encontrarse en "buen estado". No le importó que la insolvencia en el pago de tarjetas de crédito haya aumentado como nunca, que la "deuda de los hogares" represente casi 95 por ciento del producto interno bruto de Estados Unidos y que el número de quiebras haya alcanzado un récord de 1.6 millones en el año 2002 (se incrementó 32 por ciento en 2003). Nadie supera en estos momentos los sofismas bizantinos de Greenspan -miembro de la secta esotérica Ayn Rand, la cual propugna el individualismo misántropo; además, estrechamente vinculado con el straussiano fracasado Paul Dundes Wolfowitz-, propalados con toda intensidad con la complicidad de los multimedia: ni la mayor insolvencia de las tarjetas de crédito demuestra "mayor estrés financiero de los hogares", ni el mayor número de quiebras significa "una medida confiable" de la "salud económica de los hogares". Sólo cuenta lo que dictamina el oráculo de la Reserva Federal y su vapuleada "nueva economía".

COMO SI LO anterior fuera insuficiente, Greenspan apareció de nuevo ante el Congreso, un día después de haber detonado la bomba de los bienes raíces -esta vez en el Comité de Presupuesto de la Cámara de Representantes-, para solicitar la criminal reducción de los beneficios de la seguridad social y los seguros médicos (Medicare) de los futuros jubilados (en los cuatro próximos años, 77 millones de baby boomers, como se conoce a la generación de la década de los 60), que llama "ajustes estructurales" (Ƒdónde hemos escuchado eso?) bajo el pretexto de paliar el déficit presupuestal. Nada nuevo. Se trata de la misma propuesta que había realizado Hjalmar Schacht, ministro de Economía de Adolfo Hitler. Para Greenspan, el seguro médico constituye el "principal problema fiscal", y lamentó que los avances en la tecnología médica hubieran incrementado el nivel de gasto, debido a la mayor esperanza de vida. Nada para lamentar, porque esa ha sido la constante neomalthusiana de la Reserva Federal y sus apéndices: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial (y su sucursal necrófila en Latinoamérica, el Banco Interamericano de Desarrollo).

EL INIGUALABLE PAUL Krugman (NYT, 2/3/04) fustiga las recientes posturas de Greenspan, "un funcionario no electo con inmenso poder", quien "usa su puesto para promover una agenda partidista (la de la extrema derecha, bushiana, que siempre ha sido consistente en abolir el seguro social para privatizarlo y financiar a los ricos), que ha traicionado a su institución y a la nación". Krugman diagnostica con propiedad que "el déficit presupuestal proviene del hundimiento de los ingresos (pues sí, no le cobran impuestos a quienes detentan el grueso de la economía), que se encuentran en su nivel más bajo, como participación de la economía desde 1950". Además, demuestra las mendacidades de Greenspan, quien había prometido hace tres años ante el Congreso que los recortes impositivos "no pondrían en peligro los beneficios de la seguridad social".

UNA SEMANA DESPUES de haber lanzado sus dos bombas financieras, Greenspan se "recargó", como Matrix, y emergió ante el Club de Economistas de Nueva York para señalar que la debilidad del dólar ayudaría a disminuir el preocupante y galopante déficit de la cuenta corriente, que ha desquiciado al planeta. De paso, al más puro estilo salinista-zedillista-foxista, advirtió del "proteccionismo incipiente" y elogió la "flexibilidad" del sistema financiero internacional, el cual ha permitido que Estados Unidos y otros países (no señaló cuáles) hayan podido sortear la adversidad. Nadie alega que el modelo dolarcéntrico no haya beneficiado a Washington (sería el colmo que no lo hiciera) y al circuito financiero israelí-anglosajón, pero no es, desde luego, el caso para el conjunto de Latinoamérica ni de los 190 miembros de la Organización de Naciones Unidas.

ƑCABRA LA POSIBILIDAD de que se vuelva a equivocar Greenspan, como sucedió con su alucinante nueva economía ("fin del desempleo y la inflación", gracias a la Internet, que desembocó en el estallido de la burbuja bursátil hace cuatro años), que no fue nueva ni economía? En caída libre (a imagen y semejanza del dólar), a sus 78 años de edad, Greenspan huye hacia delante: se retira este año con más pena que gloria y no solamente parece patear el pesebre que creó impúdicamente, sino que también, en una segunda versión de su alocada nueva economía, pretende contrarrestar la entropía financiera mediante un efímero e insulso efecto mediático (su nueva esposa, Andrea Mitchell, es una de las reporteras estrella de NBC, subsidiaria de General Electric). Ni con todas las televisoras, radiodifusoras, locutores y comentaristas del mundo en su favor, Greenspan podrá revertir las tendencias estructurales que se han asentado en los mercados globales y que son altamente desfavorables a sus políticas monetaristas y fiscales descabelladas, y que, en última instancia, enmarcan la acelerada decadencia político-financiera y socioeconómica de Estados Unidos, que no tiene más remedio que recurrir a su última carta: la omnipotente remilitarización planetaria para intentar controlar los daños irreparables que provocó el dolarcentrismo caduco en el frente doméstico y en todo el mundo.

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