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México D.F. Jueves 12 de febrero de 2004

Angel Guerra Cabrera

Bush o el mago de Oz

La rotunda evidencia de que no existían armas de destrucción masiva (ADM) en Irak -pretexto empleado para invadirlo- podría llevar a George W. Bush a su muerte política. Por lo pronto, ha erosionado gravemente la credibilidad internacional que podía quedarle a esta administración y acaso por un buen tiempo la del establishment en su conjunto. Poco le servirá a Bush el nombramiento a regañadientes -y a dedo- de la comisión que investigará las presuntas "fallas" de los servicios de inteligencia. Es muy elocuente que al crecer el escándalo el propio director de la CIA, George Tenet, un burócrata poco apreciado al parecer por los profesionales de la agencia, se viera obligado a admitir que ésta en ningún momento afirmó que las ADM de Irak eran una amenaza "inminente". Pero la verdad es aún más cruda, pues si se examinan los informes de prensa previos a la agresión se constata que los distintos servicios secretos estadunidenses se cuidaron de asegurar que Irak poseyera ADM y lo que se aprecia es su intento de disuadir a la Casa Blanca sobre la existencia de una real amenaza de ese país. En contraste, decenas de declaraciones de Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld y Colin Powell catalogan la amenaza de "inminente", "inmediata", "urgente" y hasta "mortal". Aunque, debe reconocerse, quien se llevó las palmas en la competencia de mendacidad fue la imaginativa preceptora del ignaro presidente, la doctora Condoleezza Rice, cuando alertó contra un "hongo atómico" procedente de Bagdad.

La creciente certeza de que el mandatario y sus colaboradores mintieron a sabiendas es corroborada continuamente por nuevos datos que salen a flote. A mediados de enero Paul O'Neill, ex secretario del Tesoro, confirmaba que Bush quería atacar a Saddam Hussein desde que asumió la presidencia. Hace unos días David Kay, el jefe de inspectores nombrado por Bush, declaraba a su regreso de Bagdad que "todos estábamos engañados" y que no encontró ni rastro de ADM. Esta semana, en un reportaje que nadie ha desmentido, la revista Newsweek da cuenta que dos paneles gubernamentales -uno de ellos presidido nada menos que por el secretario de Defensa Rumsfeld- llegaron a la conclusión, antes de iniciarse la agresión a Irak, que no había "pruebas concretas" sobre la existencia de ADM en ese país, por lo que desarrollaron una "teoría del mago de Oz": todo era "humo y espejos" y Saddam "apenas un pequeño tipo detrás de una cortina". Los paneles -subraya el reportaje- tuvieron acceso a la información de la CIA.

Nadie que lea críticamente debería sorprenderse ante ésta y otras revelaciones que veremos en lo sucesivo. Y es que desde hace cuatro años el ex jefe de inspectores de la ONU en Irak y ex mayor de la infantería de marina estadunidense, Scott Ritter, ha venido afirmando que las ADM y las instalaciones para producirlas fueron destruidas por los inspectores del organismo internacional entre 1991 y 1998 y que el país árabe era incapaz de volverse a equipar después de la destrucción y la precariedad económica ocasionada por la primera Guerra del Golfo y el bloqueo impuesto posteriormente. Esto es en esencia lo mismo que decían más diplomáticamente los anteriores jefes de inspectores, Hans Blix y Mohamed el Baradei. Y es una de las razones por las que Bush -quien dice ahora haber "agotado todos los medios diplomáticos" antes de ir a la guerra- decidió emprenderla en contra de la voluntad del Consejo de Seguridad de la ONU con el único apoyo de su escudero Tony Blair y del sargento colonial José María Aznar.

El problema para Bush consiste en que no haber encontrado ADM en Irak deja sin justificación plausible las ominosas consecuencias de haberlo atacado. Entre ellas el arrasamiento del país y la muerte de por lo menos 13 mil de sus habitantes. Y lo que es más grave en casa, a nueve meses de las elecciones: las muertes cotidianas de soldados que ya pasan de 500 en un conflicto que parece interminable, gastos militares por 150 mil millones de dólares y el inocultable deterioro de las relaciones con aliados como Francia y Alemania. Argumentos como que Irak "tenía la capacidad" de producir ADM -aplicable a decenas de países-, que "está mejor ahora", que el mundo es más seguro "sin Saddam", o la engolada declaración "soy un presidente de guerra" dicha por el evasor de Vietnam, no han convencido a más de la mitad de los estadunidenses, que ya afirman no confiar en el inquilino de la Casa Blanca.

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