LETRA S
Febrero 5 de 2004
______
 
 
Mi destino es vivir

Antonio Medina

"Yo no me voy a morir, aunque el sida sea mortal", se prometió a sí mismo David Urbina cuando fue diagnosticado VIH positivo en 1986, tan sólo tres años después de que se reportó el primer caso de sida en México. A 18 años de haber recibido la noticia y con medio siglo de existencia, Urbina reflexiona sobre los procesos "dolorosos pero muy aleccionadores" que tuvo que sortear, al cargar con los estigmas de ser gay y seropositivo.

"Cuando me enteré de mi seropositividad comencé a beber mucho, pues creo que de no haberlo hecho me hubiera vuelto loco. Como no tenía mucha información sobre el sida, abandoné la carrera de odontología --cursaba el tercer semestre-- por temor a infectar a mis pacientes. También renuncié a mi empleo, pese a que a mis 32 años había logrado un cargo importante. En 1995 llegué a Conasida casi muerto, con el sistema inmunológico devastado, con diarrea crónica, con 15 kilos de peso menos y convencido de que iba a morirme.

"En ese entonces conocí a dos grandes doctores: Ángel Guerra y Aarón Rangel, quienes me ayudaron a salir adelante, no sólo del debilitamiento de mi sistema inmunológico, sino de una fuerte depresión. 'David, usted puede vivir, solamente es necesario que luche por su salud emocional, de lo físico nos encargamos nosotros', me dijo alguna vez el doctor Rangel. La actitud humana, fraternal y positiva de los doctores me motivó a echarle ganas y llegó a mí la esperanza de vencer al virus.

"Después vinieron años de activismo. Me involucré en grupos de autoapoyo y con ello en un arduo batallar contra la negligencia médica, la discriminación y la ignorancia, todo ello un cáncer que corroe el sistema de salud en México. Las experiencias adquiridas en el activismo me motivaron a estudiar, a mis 50 años, la licenciatura en Trabajo Social en la UNAM, pues es un área en la que puedo aportar mucho a las personas que viven con VIH y que se atienden en los servicios públicos de salud. Mi ilusión es terminar la carrera y poner a disposición del trabajo comunitario las herramientas teóricas aprendidas. Mientras no se pierdan las ganas, la chispa de la vida estará encendida. En estos momentos estoy aferrado a la idea de que no me voy a morir... y no me voy a morir. Voy a seguir viviendo y con muchas ganas, ese es mi destino, aun con un bicho que lleva casi 20 años conmigo."