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México D.F. Sábado 31 de enero de 2004

Afirma el mandatario cubano que ni su muerte traerá la caída del sistema socialista

Castro acusa a Bush de alentar planes para asesinarlo; lo reta a desmentir

Con un discurso de 5 horas y media, el líder refuta versiones sobre su estado de salud

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 30 de enero. Fidel Castro acusó hoy a George W. Bush de alentar planes para asesinarlo y lo retó a desmentirlo, pero al mismo tiempo aseguró que no desea un conflicto con Estados Unidos y que ni su muerte traerá la caída del sistema socialista en Cuba.

Con un traje gris oscuro de trazo impecable, el presidente cubano habló durante cinco horas y media a más de mil activistas que asistieron aquí, esta semana, al tercer Encuentro Hemisférico de Lucha contra el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas.

Castro recordó que antes de la elección de Bush ya había dicho que el ahora mandatario estadunidense "se había comprometido con la mafia de la Fundación Cubano-Americana (exilio anticastrista en Miami) a asesinarme.

"Sencillamente lo digo aquí y lo digo más claro, dando a entender que lo digo y lo acuso", señaló Castro, de 77 años de edad, quien aguantó a pie firme su improvisada intervención hasta las 3:15 de la madrugada del viernes.

El líder cubano apenas mencionó el objetivo principal de la reunión. Se extendió en un análisis de la economía internacional y el impacto de los déficit fiscal y comercial de Estados Unidos, y a la mitad del discurso puso los reflectores sobre la política de Washington hacia la isla, su propia muerte y el escenario que irrumpirá entonces en Cuba.

Castro pidió a Bush, primero, que diga cuál es su posición respecto de potenciales planes de su gobierno de asesinatos de personalidades. "Yo lo reto a que le explique al mundo".

Luego dijo que si esa fuera la política de la Casa Blanca, "no podría haber paz, sería un absurdo, esa es una locura; y me atrevo a exhortarlo a que renuncie a esa locura".

Castro habló con claridad, pero sin escalar la confrontación: "Creen que intimidan. Nosotros les decimos: no deseamos un conflicto, pero no cederemos un ápice de nuestros principios".

El presidente cubano inició este tramo citando al enviado especial para América Latina, Otto Reich, y al subsecretario de Estado para el hemisferio occidental, Roger Noriega, sobre planes de "acelerar" la transición política en Cuba. Castro preguntó qué significa el empleo de ese verbo.

"Esa es la receta del caballero: muerto el perro se acabó la rabia", ironizó el líder cubano, abriendo un capítulo de burlas a versiones sobre daños en su salud.

Recordó que ha visto morir a muchos de sus compañeros en acciones de armas o de manera natural. En tono de humor, luego concedió que puede lucir un mal semblante: "Con tantas reuniones y pasándole por encima al desayuno, al almuerzo, lo que sea..."

Pero "eso me ayuda a tener una buena salud", expresó Castro. "Como poco. No me entusiasmo demasiado con cosas que pongan alegre a la gente. Soy moderado. Soy disciplinado. Hago un poco de ejercicio. Conozco todas las reglas. Me tomo el pulso. Y óigame: pulso y presión, óptimos".

También avanzó en la conjetura de su muerte, natural u "organizada".

"Yo ya he hecho mi parte", manifestó el mandatario. "Y la que me quede, me queda. Con un arma en la mano, no me importa la forma en que muera, pero con seguridad que, si nos invaden, moriré combatiendo".

Castro insistió en que el sistema lo sobrevivirá: "El difunto puede todavía hablar. El difunto puede hacer todavía planes. No está muerto. Tiene un partido, una organización. La juventud. Tenemos todo. Y no se crean los idiotas que estamos perdiendo el tiempo, que nosotros sí trabajamos en lo que hay que trabajar.

"Un muerto no da instrucciones. Pero estando vivo las puede dar. Y todos los que tienen responsabilidades tienen las instrucciones dadas, sin ninguna preocupación por la supervivencia."

Leyendo trozos de un discurso suyo de diciembre, subrayó que "esta revolución no depende de un individuo ni de dos ni de tres".

También evocó la eventualidad de un golpe militar estadunidense, como momento de alto costo para el atacante. "En este país no pueden soportar el costo de vidas", señaló. "Podrán hacer lo que quieran, pero este país jamás se rendirá. Jamás depondrá las armas. Están perdiendo el tiempo".

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