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México D.F. Domingo 25 de enero de 2004

Néstor de Buen

Ansias presidenciales

Hay que reconocer que somos un país sin preocupaciones. De otro modo no se explica que a poco menos de tres años del cambio de Presidente, pero ya desde hace tiempo, quizá desde que Vicente Fox inició su mandato, el tema central que a todos inquieta sea la sucesión presidencial.

Ni las elecciones intermedias del pasado julio nos han quitado de la cabeza a las precandidaturas alimentadas, por supuesto, por los interesados, aunque lo nieguen.

La Constitución es muy parca en el tema de la elección presidencial, por no decir que no dice nada. El artículo 83 solamente indica que "El Presidente entrará a ejercer su encargo el primero de diciembre y durará en él seis años", con lo que deja a las leyes electorales la responsabilidad de fijar los términos y condiciones de la elección. No hay un plazo constitucional especial para que se registren las candidaturas y eso puede propiciar, lo que ocurrió en el caso de Vicente Fox, que desde mucho antes se lanzara en tales términos, que cuando el PAN quiso considerar a otro u otros candidatos, ya no estaba en tiempo de promoverlos.

De alguna manera, Fox impuso su candidatura. Eso explica la escasa relación entre Acción Nacional y el Presidente durante los primeros tres años de gobierno, aunque después de las elecciones de julio, la relación se haya estrechado ciertamente con muy escasos resultados. Y explica también que los precandidatos visibles sigan los pasos de Fox: hay que adelantarse a como dé lugar.

Sin la menor duda, los medios son los principales culpables de esta agitación tan prematura. A falta de noticias que se supone podrían ser interesantes, la discusión sobre las candidaturas es el tema preferido para llenar páginas u horas de transmisión. Entre tanto, el desempleo crece sin que lo pueda sustituir la ocupación, que es la que aparece en las encuestas Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, con cifras que mueven a risa si no fuera porque son expresivas de un viejo intento de engaño que no engaña a nadie. Y el ambiente de guerra con todo su drama que se explica, sin que alguno se lo crea, por una supuesta política preventiva de Estados Unidos, apenas compite con las columnas políticas.

Es claro que sí están en juego candidaturas definidas como las de Andrés Manuel López Obrador, Marta Sahagún y, más o menos, Roberto Madrazo Pintado, pero acompañadas de un séquito de gobernadores con ambiciones sin olvidar a personajes políticos de mayor jerarquía. Y lo notable es que con un pretexto bastante tonto: el salario muy elevado del chofer del jefe de Gobierno del Distrito Federal, formalmente encargado de una logística que no explica mucho sus niveles de ingreso, salvo las enormes jornadas que atiende, la televisión, la prensa y la radio sean capaces de dedicar la mayor parte de su tiempo a poner de manifiesto una supuesta deshonestidad que no persigue otro objeto que tratar de desprestigiar a López Obrador quien, sin duda alguna, y en forma continua, está al frente de las encuestas.

Soy poco aficionado a la televisión, pero suelo ver algún programa por las noches que en los recientes tiempos me empieza a aburrir no obstante lo brillante de la pareja conductora. Ahora ya lo pienso dos veces y si no tengo algún trabajo profesional o académico pendiente, prefiero dedicarme a leer los periódicos que no pude ver por la mañana, La Jornada y El País y, en particular, las noticias nacionales o internacionales de verdadero interés, o lanzarme a la lectura de alguno de los libros o revistas que me esperan en la mesa de noche. En otras palabras, me aburre sobremanera el tema de las precandidaturas presidenciales y los chismes que lo acompañan.

Tal vez interrumpió en apariencia la angustia prelectoral la discusión en la Cámara de Diputados sobre el presupuesto. Pero me temo que aún en ese caso, más que la preocupación por los números, lo que más llamaba la atención era la notoria división en el PRI, en gran medida desde una perspectiva crítica a la precandidatura de Roberto Madrazo Pintado.

En este tiempo ya nadie se acuerda del IVA. En cambio, ha recuperado impulso el de la futura Presidencia con curiosas encuestas dedicadas a la candidatura de Marta Sahagún, en tanto que el tema del sueldo del chofer logístico de Andrés Manuel López Obrador ocupa por lo menos la mitad del tiempo y el espacio de los medios.

Al mismo tiempo crece la miseria en el país; se hace tan evidente el desempleo que se suscitan contradicciones en los informes de gobierno sobre el particular; rendimos pleitesía en Monterrey al señor George W. Bush y, al fin de cuentas, llegamos a la conclusión de que somos el país perfecto, sin problemas de qué preocuparnos.

En el fondo, en el fondo, lo que pasa es que cada precandidatura implica una prechamba para muchos y, a lo mejor, esa es la razón.

Construimos, pues, la ilusión desde mucho antes...

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