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México D.F. Sábado 3 de enero de 2004

Leonardo García Tsao

El reinado de la luz

Finalmente la trilogía se ha consumado. Con El retorno del rey, Peter Jackson ha conseguido rematar su saga de El señor de los anillos con la misma sinceridad y fuerza visual de los capítulos predecesores. Fuera de La condición humana (1959-61), la gran película del japonés Masaki Kobayashi dividida en tres partes de tres horas y pico cada una, no recuerdo otro caso de una obra cinematográfica similarmente coherente en sus ambiciones épicas, a lo largo de tres entregas concebidas como una unidad.

Con su ya probada habilidad para orquestar las diferentes subtramas, Jackson lleva su relato al cumplimiento de varias acciones heroicas. Por un lado, los esfuerzos de Frodo (Elijah Wood) y Sam (Sean Astin) por destruir el anillo maligno en la lava del Monte Destino; por otro, la batalla final contra las fuerzas del mal, emprendida por Gandalf (Ian McKellen) y los tres valientes -Aragorn (Viggo Mortensen), el elfo Golelas (Orlando Bloom) y el enano Gimli (John Rhys-Davies)- con el apoyo de diversos aliados.

Nuevamente, Jackson no se conforma con ser un cumplido ilustrador del relato de Tolkien, sino que confirma ser un inspirado poeta de lo épico. Esa secuencia en que un grupo de soldados marcha resignadamente hacia su sacrificio, bajo la demencial orden del rey Denethor (John Noble), es un magnífico ejemplo de ello. En lugar de mostrar la masacre bajo las flechas de los orcos, el cineasta corta a la melancólica canción entonada por el hobbit Pippin (Billy Boyd). Obviamente Jackson ha aprendido la elipsis elegante de maestros como Kurosawa.

Otras influencias son evidentes. Las extraordinarias secuencias de combate cuerpo a cuerpo, con esos raros paquidermos llamados olifantes fungiendo de primitivas unidades blindadas, representan una tradición de cine espectacular que nos llevaría hasta Griffith. Ciertamente el buen D.W. se extasiaría hoy día con los avances en los efectos especiales. La tecnología digital ha permitido una ilustración de lo fantástico con una verosimilitud antes inalcanzable: por ejemplo, la ciudad de Minas Tirith, esculpida en una montaña, no se ve como maqueta sino que existe virtualmente en esa dimensión donde también son reales los seres míticos que la habitan.

En cuanto al trazo emocional de los personajes, se ratifica que la verdadera historia de amor se da entre Frodo y Sam. De hecho, el segundo es el principal responsable de cumplir la misión, inspirado por su incondicional devoción hacia su amo. El otro par de hobbits, Merry y Pippin, también muestra indicios de una relación decididamente gay (Ƒhabrán estado alejados demasiado tiempo de las mujeres hobits?). Es por ello que, diluida por varios otros finales que restan contundencia a la conclusión, la boda entre Aragorn y Arwen (Liv Tyler) se antoja anticlimática; si algo no hemos comprobado en pantalla es que haya habido entre ellos un amor comparable a los arriba mencionados.

El único personaje femenino sobresaliente en El retorno del rey es Eowyn (Miranda Otto), la combativa princesa enamorada de Aragorn. A diferencia de recientes heroínas de acción machorras -sea la Terminatrix, o la Trinity enfundada en cuero negro de las dos secuelas de Matrix- Eowyn no necesita imitar a un hombre para transformarse ante los retos que asume. Para mí gusto, la proeza más conmovedora de la película es su enfrentamiento al temible villano sin rostro que amenaza con matarla a ella y a su tío, el rey Theoden (Bernard Hill). Ese gesto en que se descubre mujer, con actitud retadora y orgullosa, es más elocuente sobre el poder femenino que cualquier discurso feminista.

La trilogía de El señor de los anillos representa esa auténtica rareza, una película en extremo popular que, al mismo tiempo, ha sido elogiada por la crítica. Y es que al margen de sus cualidades, la película resulta increíblemente oportuna dentro del Zeitgeist actual. Si bien Jackson no lo calculó así, el estreno de las tres partes ha coincidido con una condición mundial de ansiedad, de guerras totales y alianzas precarias, identificable para cualquiera de los bandos en conflicto. (El título de Las Dos Torres ya entra en la estadística de la casualidad misteriosa). Si el poder maléfico de Sauron se reconoce como una metáfora apta de George Bush, Osama bin Laden (o Elba Esther Gordillo), eso depende de cada interpretación ideológica. Lo cierto es que la trilogía se volvió ya un clásico instantáneo. Una película para marcar una época.

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS - EL RETORNO DEL REY

(Lord of the Rings - The Return of the King)

D: Peter Jackson/ G: Fran Walsh, Philippa Boyens, Peter Jackson, basado en la novela de J.R. Tolkien/ F. en C: Andrew Lesnie/ M: Howard Shore/ Ed: Annie Collins, Jamie Selkirk/ I: Elijah Wood, Ian McKellen, Viggo Mortensen, Liv Tyler, Sean Astin, John Rhys-Davies, Miranda Otto, Bernard Hill, Orlando Bloom / P: New Line Cinema, WingNut Films. EU, Nueva Zelanda. 2003.

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