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México D.F. Sábado 3 de enero de 2004

Robert Fisk

Salir de Irak, prioridad de Bush

Desde que Daniel Pipes -ese fallido neoconservador estadunidense- salió el verano pasado con su plan para instalar en Irak una "autocracia con mentalidad demócrata" (sic), me he dedicado a consultar la bola de cristal de Washington en busca de más pistas para discernir lo que los diseñadores de esta miserable guerra tienen en mente para los iraquíes, a los que "liberaron" para darles "democracia".

Y šeurekaš Poco antes de Navidad hubo otra de esas escalofriantes propuestas para el "nuevo Irak", por parte de un representante de la derecha. Cualquier predicción para Irak en 2004 deberá tener en cuenta las ideas de Leslie Gelb, ex presidente del Consejo Estadunidense para Relaciones Exteriores, cuyos infames planes para Irak se acercan mucho a la limpieza étnica.

En nada menos que el The New York Times, el mismo diario que el año pasado pidió a los estadunidenses aceptar el hecho de que sus tropas cometerían "atrocidades" en Irak, apareció la Solución de tres estados de Gelb, una sorprendente combinación de simplicidad y falta de escrúpulos que es lo siguiente: Estados Unidos debe crear tres pequeños estados en Irak; en el norte estarán los kurdos, en el centro los sunitas y en el sur los chiítas. Las fronteras de estos tres estados se trazarán según las divisiones étnicas y sectarias.

"La idea general", según Gelb, es "fortalecer a kurdos y chiítas y debilitar a los sunitas". De esa forma las fuerzas estadunidenses pueden distanciarse del atolladero del "triángulo sunita", al tiempo que esos "conflictivos y dominantes sunitas", que perderán el control sobre los campos petroleros del sur y norte de Irak, tendrán una mentalidad más moderada.

Cierto, la partición de Irak puede ser "una empresa desordenada y peligrosa", admite Gelb. Decenas de miles de iraquíes serán expulsados de sus hogares y tendrán que instalarse dentro de nuevas fronteras, pero Washington deberá, en caso necesario, imponer por la fuerza la partición. Esto es, en esencia, el plan de Gelb.

Esto nos trae recuerdos de lo sucedido en Bosnia y Kosovo. Pero si con eso logramos salir de Irak, Ƒquién va a quejarse cuando nosotros, la famosa "coalición de los convencidos", metamos a esos belicosos y desagradecidos iraquíes en el mismo tipo de mundo colonial de "dividir para dominar" por el cual los estadunidenses solían fustigar a los británicos?

Es importante no creer que son sólo simples divagaciones de los think tanks de Washington. Pipes, Gelb y sus amigos ayudaron a construir el fundamento para la guerra y sus ideas tienen el fin de debilitar aún más a Irak como nación y, por consiguiente, al mundo árabe en su conjunto, al tiempo que Estados Unidos se erige como potencia militar.

Es un hecho que la naturaleza sectaria del "nuevo Irak" ya fue impuesta por el procónsul instalado por Washington en Bagdad, Paul Bremer.

Su "consejo de gobierno" está formado por chiítas, sunitas y kurdos en proporción directa a la población. Los chiítas, que equivalen a 60 por ciento de los habitantes de Irak, esperan asumir el poder en las elecciones nacionales que se celebrarán este año. Esa es la única razón por la que el clero chiíta ha llamado a sus fieles a no unirse a la insurgencia antiestadunidense, y los estadunidenses y británicos lo tienen muy claro.

Al igual que tantas naciones árabes creadas por franceses y británicos de las ruinas del imperio otomano, tras la Primera Guerra Mundial, Irak será gobernado en el futuro de manera sectaria.

Los próximos meses no son difíciles de prever. Mientras continúe la insurgencia y se aproxime el drama relectoral del presidente George W. Bush, la administración estadunidense estará cada vez más ansiosa de dos cosas: de convencer al público de que se quedará en Irak "todo el tiempo necesario"... y de salir cuanto antes de ahí.

Se contratará a más policías y milicianos, a cada vez más ex miembros de los servicios secretos de Saddam Hussein para que sirvan como carne de cañón entre las guerrillas iraquíes y las tropas de ocupación estadunidenses.

Ya la policía iraquí cuenta con un elevado número de "caídos", así que esto ya se está cumpliendo.

El mundo iraquí ya está dividido en rebeldes, colaboradores y una montaña de cadáveres de inocentes: niños que juegan a un lado de las bombas colocadas en las carreteras, que son alcanzados por el fuego estadunidense durante redadas o protestas, pasajeros de autobuses que caen en las emboscadas de la guerrilla, comensales que quedan destrozados por una bomba en un restaurante. Todos ellos llegan a diario al depósito de cadáveres de Bagdad.

Bush, desde luego, estará entusiasmado con el espectáculo del año del juicio que le montará a Saddam, que aumentará sus posibilidades electorales. Después de todo, Ƒqué puede estar mejor calculado para justificar toda la miserable ocupación de Irak que mostrar evidencias concretas de las atrocidades de Hussein?

Sin embargo, este espectáculo empieza a mostrar un elemento preocupante para la administración del presidente Bush, pues cualquier juicio justo al viejo dictador deberá tomar en cuenta la masiva evidencia, por mucho que todavía sea secreta en Washington, de que Estados Unidos estuvo involucrado en la creación y el apoyo del régimen de Saddam Hussein durante los años más crueles y tortuosos de su gobierno.

Los tiburones abogados que quieren defender a Saddam están perfectamente al tanto de que Washington ayudó al dictador a obtener los productos químicos que usó para fabricar los gases que empleó con el espantoso fin de atacar tanto a los kurdos como a los soldados iraníes.

Gwynne Dyer, valiente periodista que hizo más que nadie por dar a conocer que el dictador iraquí utilizó gases venenosos contra los kurdos -en momentos en que la CIA difundía la mentira de que los muertos de Halabja fueron provocados por "bombas de gas" iraníes- está convencido de que Saddam nunca llegará a un juicio público porque si así fuera "esto se difundiría con los detalles más escabrosos".

Así que es posible, después de todo, que este año 2004 no veamos al depuesto y encarcelado ex jerarca iraquí en el banquillo de los acusados.

En cuanto a ese otro cáncer que es la guerra entre israelíes y palestinos, podemos estar seguros de que el cobarde apoyo que Estados Unidos da a Israel, a costa de los palestinos bajo ocupación, sólo se verá exacerbado por las elecciones presidenciales de noviembre próximo.

Entre el régimen corrupto de Yasser Arafat y el brutal y expansionista Ariel Sharon no habrá paz.

Ya el gobierno de Washington dio su bendición a los "nuevos" planes unilaterales anunciados por el primer ministro de Israel en un discurso, el mes pasado.

(Con cuánta frecuencia aparece la palabra "ya" en los análisis sobre la situación en Medio Oriente).

Se trata del discurso en que Sharon parecía dar su apoyo al mapa de ruta del presidente Bush, y que prevé el fin de la política de asentamientos israelíes. El primer ministro israelí afirmó que se ceñiría al acuerdo "basado en el discurso del presidente Bush de junio de 2002".

Innumerables editoriales se creyeron esta argucia sin preocuparse de verificar la fecha. El discurso en que el mandatario estadunidense habló del mapa de ruta fue pronunciado en 2003, no en 2002.

La alocución que recuerda Sharon, pronunciada en 2002, se refería únicamente a que los palestinos deben renunciar al terrorismo "antes de que pueda comenzar cualquier proceso de paz".

Esto a Sharon le conviene. Por algo esta semana trascendió que durante sus tres años como primer ministro la población en los asentamientos judíos ilegales -construidos por israelíes en los territorios árabes ocupados- se ha incrementado en 16 por ciento.

Ahí lo tenemos. Más asentamientos de Israel en tierras árabes y, sin duda, más atentados suicidas de los palestinos. Más desesperados intentos de los estadunidenses de huir de Irak y más personas en favor de convertir al "nuevo Irak" en tres pequeños estados étnicos. Más humillaciones para los árabes. Más furia. Más "guerra contra el terror".

Abróchense los chalecos antibalas para este año 2004.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

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