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México D.F. Domingo 19 de octubre de 2003

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Agudización ominosa del "choque de las civilizaciones"

Satán quiere destruir a EU

Dios eligió a Bush

LOS DIAS QUE transcurrieron (y los que vienen) no son aptos para cardiacos, cuando asienta sus reales el mundo tóxico de Samuel Huntington y su Choque de las civilizaciones, cuyo subtítulo es todavía más sublime: "La reconfiguración del nuevo orden mundial" (le faltó agregar: por medio de las "guerras religiosas").

LA LAICA Red Voltaire (Tribunas Libres, No. 211), muy cercana al Partido Socialista francés, fustiga el "fanatismo militar-religioso que se ha apoderado de Tel Aviv y que responde al fanatismo de Washington", en referencia al estrujante reportaje de William M. Arkin (Los Angeles Times, 16 de octubre) sobre la "aterradora identidad" del general William Jerry G. Boykin, flamante subsecretario del Pentágono (a cargo de los servicios de inteligencia). En forma inverosímil, para una sensibilidad occidental posmoderna, Jerry aseveró en el púlpito de la Primera Iglesia Bautista Sureña de Broken Arrow, Oklahoma, que "Satanás desea destruir a Estados Unidos", al tiempo que denostó al Islam como una "religión idólatra, blasfema y sacrílega". šDios santo! Jerry afirma que recibe "órdenes militares directamente de Dios" y que el presidente Bush "fue nombrado por Dios", no por el electorado: "ƑPor qué está este hombre en la Casa Blanca? La mayoría de los estadunidenses no votó por él. Está en la Casa Blanca porque Dios lo puso allí para tiempos como estos". Quizá Jerry, tan atareado en "asuntos de inteligencia especial", no se haya enterado de la sentencia muy controvertida de la Suprema Corte a favor de Baby Bush. Pero Jerry va más lejos en su iluminación teológica y le concede un papel único al ejército de Estados Unidos como "el ejército de Dios". Mejor aquí le paramos.

LO INTERESANTE FUE la reacción de apoyo tanto de Donald Rumsfeld, el septuagenario secretario del Pentágono (CNN, 17 de octubre), como del jefe del estado mayor conjunto del ejército, general Richard Myers (oriundo de la misma ciudad natal texana de Laura Welch, la esposa de Baby Bush), quien tampoco encontró nada anormal en sus invectivas. Lo mejor: el jihadista bautista sureño Jerry comentó a NBC que de ahora en adelante cesaría sus arengas en los púlpitos de los bautistas sureños: "No quiero ser descrito como un radical de extrema derecha". Sin comentarios.

JUSTO ES MENCIONAR que desde el 7 de abril pasado, la agrupación Estadunidenses Unidos por la Separación de la Iglesia y el Estado condenó la violación a la Constitución por el "apoyo del ejército de Estados Unidos al programa de evangelización bautista sureño", además de la utilización de las instalaciones del Fuerte Bragg (en Carolina del Norte) para promover el ministerio bautista sureño bajo los auspicios del general Jerry Boykin. La publicación Luz de la Razón (18 de octubre) revela el "pasado extraño y curioso" de Jerry, quien ha participado en las "soluciones bíblicas para la vida" por medio de una entidad internacional, Fe y Estrategia Evangelista de la Escuela Dominical, de los bautistas sureños, que disponen de 350 clínicas de entrenamiento, donde han sido indoctrinados "un cuarto de millón de creyentes".

ANTE LA EPIDEMIA de casos de siquiatría clínica en la política global y local, Joe Conason ("ƑEs George W. Bush el presidente de Dios?", The New York Observer, 17 de octubre) revela una frase indeleble de Rudolf Giuliani -legendario ex alcalde de Nueva York y ahora asesor global en seguridad policiaca desde Mexico City hasta Bagdad- en referencia al ascenso de Baby Bush al poder: "Existió una guía divina (sic) para que el presidente haya sido elegido". Ahora, un sector de jihadistas del Partido Republicano arcaico (fundado hace 147 años) desacraliza hasta la imagen de Dios para justificar el fraude de la elección bananera de Florida.

EN ESTE CONTEXTO, que parece derivar en una guerra religiosa global, el doctor Mahathir Mohamed, primer ministro saliente de Malasia, durante la décima cumbre de la Organización de la Conferencia Islámica de 57 países (celebrada en Putrajaya, Malasia) -que contó con la presencia notable del zar ruso Vladimir Putin- fustigó que "los judíos gobiernan el mundo a través de sus poderhabientes. Obligan a otros a combatir y a morir por ellos. Mil 300 millones de musulmanes no pueden ser derrotados por unos cuantos millones de judíos". Curiosamente, Mahathir llamó al mundo islámico a emular la "respuesta judía" a la opresión: "sobrevivieron 2000 años de pogromos no por medio de represalias, sino a través del pensamiento (...) Inventaron y promovieron en forma exitosa el socialismo, el comunismo, los derechos humanos y la democracia. De modo tal que su persecución parecería equivocada (...) Esta pequeña comunidad ha obtenido el control de los países más poderosos y se ha convertido en un poder mundial. No podemos combatirlos con los músculos solamente, debemos usar también nuestros cerebros" (Daily Telegraph, Australia; 16 de octubre).

SIN CONTAR QUE, de acuerdo con las estadísticas de la teocracia de los ayatolas chiítas de Irán, los musulmanes serían alrededor de mil 500 millones, las declaraciones incendiarias de Mahathir son muy polémicas en sí: no solamente parecen hacerle el juego (en forma involuntaria, desde luego) al tóxico Huntington (no se diga en los momentos ultrasensibles de las turbulencias geopolíticas del planeta), sino que también han dividido a las poblaciones euroasiáticas.

LOS FUNCIONARIOS ISLAMICOS consideraron que sus declaraciones fueron "descontextualizadas" y se aglutinaron en su apoyo. Abu Bakú al-Qurbi, ministro de Relaciones Exteriores de Yemen, comentó que apoyaba "ciento por ciento" a Mahathir: "subrayó un tema muy importante de que los israelíes y los judíos controlan la mayor parte de la economía y los medios en el mundo y, por consiguiente, enfrentamos el desafío de cómo la umma (nota: la comunidad de creyentes islámicos) debe actuar para contrarrestar las habilidades sionistas en los medios y la economía".

EN GENERAL, UNAS más y otras menos, las naciones "occidentales" (whatever that means, después de la profunda fractura provocada por la invasión anglosajona a Irak) condenaron su discurso como "ultrajante y ofensivo" y el embajador israelí en el vecino Singapur, Itzhak Shoham, lo comparó con Hitler. El editorial de Le Monde (18.10.03), después de reconocer los indudables logros de Mahathir, condena "esta forma directa de racismo, puro y simple, que se practica como una categoría normal del debate político (...) Mahathir se permitió pregonar medios pacíficos para luchar contra los judíos. Debería saber que su discurso nutre al terrorismo". Es cierto: para preservar un mínimo común denominador de coexistencia pacífica de todos los seres vivientes de la creación habría que condenar los excesos fanáticos de todos contra todos y no solamente del lado islámico, que ahora se llevó su regaño. La judeofobia es hermana simbiótica de la islamofobia, como producto de la intolerancia vigente que ha cundido por doquier. El problema radica en saber si todos los acertados editoriales racionales son capaces de detener el oleaje fundamentalista desatado por el islamófobo "choque de las civilizaciones" que fue sembrado sin rubicundez en los centros académicos de Estados Unidos cuando mil 500 millones (25 por ciento del genero humano) son considerados simple y llanamente "terroristas". Precisamente una de las formas más lúgubres de la intolerancia contemporánea se refleja en el desequilibrio de la (des)información, porque ni todos los judíos pertenecen al eje Wolfowitz-Perle-Sharon-Netanyahu ni todos los islámicos son seguidores de Osama Bin Laden y los talibanes. A los moderados de ambos grupos les corresponde condenar sin ambages los excesos de sus fanáticos feligreses, sean financieros, militares o religiosos. Bajo la Lupa hace mucho que se pronunció no solamente por la reconciliación de todos los pueblos semitas (en su acepción científica, no propagandística: es decir, de árabes y judíos), sino también en favor del "diálogo de las civilizaciones" (sin duda, una postura endeble y muy utópica en la fase actual de expansión militar del neoimperio de la gasocracia texana y la petrocracia anglosajona), cuya sinopsis sería: ni Holocausto ni Armagedón. Por ello, para no atizar más las hogueras, optamos por no publicar una filípica racista en contra de los mexicanos de Estados Unidos, pronunciada en un cónclave cerrado en Dallas, Texas, por el ex premier israelí Bibi Netanyahu.

YA QUE HABLAMOS de Hitler, quien ha resucitado de entre los muertos con un partidario suyo del Partido Republicano en la gubernatura de California, llamó poderosamente la atención que el periódico israelí Haaretz (18 de octubre) reproduzca hasta ahora, en forma asombrosa, algo que se sabía desde hace dos generaciones en círculos muy reducidos: "El abuelo del presidente Bush dirigió un banco afiliado a la Alemania nazi", lo cual ha sido refrendado por la apertura de archivos desclasificados. Prescott Bush "fue uno de los siete directores de Union Banking Corp., un banco de inversiones controlado por la familia Thyssen" que "financió el ascenso de Hitler al poder", al unísono de Averell Harriman (anterior gobernador de Nueva York). Estas noticias de envergadura "satánica" no son aptas para menores ni para cardiacos. Como tampoco lo fue la "Cumbre de Jerusalén", que reporta la irreverente Red Voltaire ("Cumbre histórica para sellar la alianza de los Guerreros de Dios"), celebrada del 12 al 14 de octubre en el hotel Rey David, que "selló la alianza entre tres grupos bélicos: los antiguos de la guerra fría de Washington, los fundamentalistas evangelistas y la mafia rusa de Israel", que "realizaron, en torno a Richard Perle y a ministros del gabinete de Sharon, la teopolítica (de theos: religión) que conducirá al advenimiento de la Jerusalén Celestial después del aniquilamiento del Islam". šNi Alá lo quiera!

LA RED VOLTAIRE concluye que, "reunidos por primera vez, los Guerreros de Dios fundaron un organismo permanente para coordinar su política común". ƑTodavía más "coordinación"? Este tema delicado, en forma extraña, no ha sido aún abordado por los editoriales "cartesianos" del venerable Le Monde.

LA TORMENTA GLOBAL del proyecto bélico del "choque de las civilizaciones" de Huntington se exacerbó en forma aguda en vísperas de la cumbre de la moribunda APEC, que corre el riesgo de desmembrarse por su balcanización religiosa interna. Por lo visto, después del secuestro unilateral de la economía mundial por los fundamentalistas de la globalización financiera, como anticipación al ascenso del integrismo global y su "permanente guerra preventiva", ahora los jihadistas de todos los credos y religiones amenazan apoderarse en forma ominosa de la agenda política planetaria del tercer milenio, cuando, paradójicamente, han avanzado como nunca la ciencia y la tecnología, que utilizan contra la reunificación biosférica y bioética del género humano.

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