Katia Tirado presentó su performance El acto en la galería José María Velasco

La diosa de la triple luna en la Morelos

CARLOS PAUL

El peregrinaje de Pasifae, diosa de la triple luna, por el laberinto interior del ser humano, santuario sagrado convertido en corazón, así como el viaje de regreso que marca la victoria de lo espiritual sobre lo material, es lo que Katia Tirado representó este domingo en el contexto del ciclo de performances Mujeres en acción, que se lleva a cabo los domingos en la galería José María Velasco.

Como un homenaje a esa diosa, Katia, con el dorso desnudo y tatuado, con tres lunas blancas de unicel en brazos y cabeza, emprende su viaje desde un nicho de madera.

Con una bola de estambre rojo, como si fuera un corazón, comienza su lento recorrido caminando sobre alargados y parados rectángulos de madera que forman un semicírculo. En cada uno clava un clavo y ata el hilo rojo hasta formar un laberinto. Su respiración se conjuga con sus pasos. De su cuerpo mortal destaca una mariposa tatuada entre sus pechos, un arete en su pezón derecho y un felinesco dragón en su costado.

Sobre el último pedestal, con un canto vehemente y ritual, termina la primera parte de su viaje. Sus pies tocan el piso. Su cuerpo se recuesta con las piernas abiertas en una pequeña tarima negra debajo de ese laberinto rojo. Entra un hombre y una mujer. Le limpian el dorso y en pocos segundos le clavan una serie de agujas arriba de los senos y en los costados. "La luna vieja es negra, la luna nueva es blanca, la luna llena es roja.''

Pasipfae, la diosa de la triple luna, encarnada en Katia, se levanta; en su mano aparece una pequeña esfera de estambre negro, el cual enlaza con las agujas que cruzan su piel. Un nuevo laberinto se dibuja en su pecho. Un último canto, en cuclillas, en su nicho, finaliza el performance que tuvo como titulo El acto.

La idea, comenta Tirado, "fue resaltar la parte de diosa, de divinidad, más que de mujer que tiene Pasifae; encontrar el centro de sí mismo que es el triunfo del espíritu sobre la materia. El acto de perforarme y crear un laberinto en mi propia piel es una forma de interiorizar ese viaje por el laberinto".

En tanto Janice Alva presentó el breve performance autobiográfico Tacones chuecos, su cuarto trabajo en este género, parte de su proyecto titulado Exxterna.

Inspirada por una frase que su madre le decía -''no quiero maletas; estudien, sean personas de provecho, no los quiero como esos licenciados que andan con tacones chuecos de puerta en puerta''-, Alva, sobre un burro de planchar, recordó y utilizó objetos personales, como máscaras de luchador, muñecas y una especie de caja de música-jarrón con forma de pajarito, que al verter agua sacaba espuma por la cabeza y el pico aromatizando el ambiente; con el propósito de romper estereotipos sociales que tienen que ver con las cosas o conductas que se suponen son exclusivas de lo que se cree es masculino o femenino. Así, jugando y recordando, sus muñecas y ella misma, terminaron con una máscara de Blue Demon en la cabeza.

El ciclo Mujeres en acción continuará el próximo domingo 12 a las 13 horas, con la participación de María Eugenia Chellet, con el performance Venus del grafiti, y Lorena Orozco, cuyo tema será la desnutrición infantil. La cita es en la galería José María Velasco (Peralvillo 55, colonia Morelos).

Por otra parte, el sábado concluyó el ciclo Performance para las fuentes de la Ciudad de México, en la Alameda Central, organizado por Niña Yhared (1814), al que fueron invitados diversos creadores que desarrollaron desde conceptos prehispánicos hasta la representación de seres mitológicos, con el propósito de hacer un llamado a la conservación del agua y el patrimonio cultural.

La chica vamp es el título de la propuesta itinerante en la que se conjugarán performance, arquitectura, teatro, instalación y video, impulsada por Laura Plancarte y que se iniciará el miércoles 8 de octubre, a las 20 horas, en el Museo Universitario del Chopo (Doctor Enrique González Martínez 10, Santa María la Ribera).