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México D.F. Miércoles 10 de septiembre de 2003

José Steinsleger

Allende, hoy

Dos tragedias: la muerte en combate del presidente Salvador Allende en el Palacio de La Moneda y la del Che Guevara en las selvas de Ñancahuzú. Dos tragedias y un drama histórico: ambos dirigentes, armas en mano, luchando por la soberanía popular hasta el fin.

Dos tragedias, un drama histórico y la inmutable realidad de la historia política latinoamericana: el carrusel de la democracia vacía de contenido social desde la época en que nos independizamos políticamente de España y pasamos a depender económicamente de Estados Unidos.

Allende murió defendiendo la democracia formal y el Che desnudando sus presupuestos. ƑFue el uno más "revolucionario" que el otro? Maniqueamente llamadas vía pacífica o vía violenta al socialismo, no pocas voces y plumas volcadas a la sistematización de lo ideológicamente conveniente a sus intereses suponen aún que ambas experiencias andan disociadas. ƑQuién ha podido demostrarlo cabalmente?

Dejemos por ahora el análisis de los que se alzan en armas contra el status quo dominante. Veamos la experiencia de un gobernante que apostó a la posibilidad legal de reformarlo.

La singularidad del problema es que en Chile los dueños de la fortuna y el poder real calcularon mal. Allende rechazó rendirse ante los golpistas y cumplió con ese juramento que contemplan todas las cartas magnas de nuestras naciones: dar la vida en defensa de la Constitución.

ƑUn mal ejemplo? En el fondo y a la larga esa fotografía del 11 de septiembre de 1973, que muestra al presidente de Chile aferrado a un fusil, resulta más perturbadora que la iconografía completa del Che. Pues si ésta nos revela la utopía posible, aquélla devela con crudeza lo que el Che observó en la Bolivia de 1953 y la Guatemala de 1954: los límites de la legalidad formal y el papel del imperialismo yanqui cuando los pueblos eligen democráticamente a sus auténticos representantes.

A 30 años del crimen de La Moneda, vale preguntarse: Ƒpor qué Allende no pudo gobernar? En América Latina acontece con la democracia algo similar al modo en que, por ejemplo, las agencias internacionales de "información" dan cuenta de la realidad en Medio Oriente: si los israelíes matan palestinos y los yanquis matan afganos o iraquíes, la situación está "controlada". De lo que no conviene hablar es de la ocupación de Israel en Palestina y de Estados Unidos en Irak y Afganistán.

Idem con las realidades políticas de los países latinoamericanos: si los gobernantes rinden honores a Washington, estamos ante democracias "maduras", "pragmáticas" y "responsables". Si ocurre lo contrario, los gobernantes son tildados de "dictadores", "populistas" o "nacionalistas" y, por tanto, hay que desacreditarlos, derrocarlos o asesinarlos. De lo que no conviene hablar es del intervencionismo yanqui en nuestros países.

Allende no entendió la democracia con las antiparras neoliberales de la izquierda "moderna" que anda a la "búsqueda" de quién sabe qué y de la derecha descarada sin más: inflación publicitaria de los líderes políticos, el casino del mercado electoral, la compra y venta cínica del voto. Allende entendió la democracia como tradición republicana. Una democracia estimuladora de la libertad y de la igualdad, pero también, y por sobre todo, de la fraternidad, principio que Francia olvidó al día siguiente de la revolución y Estados Unidos negó enfáticamente desde el primer día de su independencia.

Para Allende, la fraternidad debía sintonizar con la democracia en tanto educación y práctica solidaria de la igualdad y la libertad. ƑHay otra idea más "moderna" de democracia? ƑDe qué sirve a los obreros, a los campesinos, a los indios, a los negros, a los pobres, a las mujeres la democracia acotada teóricamente en papeles, textos constitucionales y discursos retóricos?

Si Allende se hubiese quedado tan sólo en el discurso de la igualdad y la libertad, omitiendo la fraternidad, no lo hubiesen asesinado. Pero en Chile (como en todo el mundo y en todas las épocas) la derecha nunca estuvo interesada en la fraternidad, sino en la "igualdad" y la "libertad" de sus propios intereses.

Con su voto en favor de la Unidad Popular, y sin haber leído a Platón ni a Aristóteles, los pobres de Chile (como los de todo el mundo y los de todas las épocas) entendieron la democracia como "gobierno de los pobres", algo que la democracia burguesa deliberadamente confunde con "gobierno de las mayorías".

En El eclipse de la fraternidad, el ensayista español Antoni Domenech sostiene que "casualmente las mayorías suelen ser pobres, pero esto no es lo que en realidad define la democracia, sino la pobreza". En el mismo sentido, Allende sabía que de poco sirve el estado de derecho cuando se omite el rol de las corporaciones privadas que disputan a los gobiernos el derecho a decidir sobre el bien público.

Allende dio importancia fundamental al imperialismo yanqui y decir que fue "ingenuo" o "inconsecuente" porque "no repartió armas al pueblo" sería tan torpe como serlo. Formado en un país con fuertes tradiciones institucionales, Salvador Allende creyó en la afirmación del poder republicano para definir el bien público, esencia de los principios que deben regir la vida de una sociedad civilizada. Por eso lo mataron.

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