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México D.F. Lunes 8 de septiembre de 2003

Robin Cook*

Ahora sabemos la magnitud del engaño sobre Irak

Este lunes el Parlamento británico reanuda sus labores. Esto es en sí notable, pues todos sus miembros están obligados a asistir a la primera sesión de septiembre. Esta medida fue adoptada como parte de un paquete modernizador, porque no podía ser sano que un Parlamento desapareciera durante tres largos meses, en los que no funcionaba ninguna instancia ante la cual los ministros pudieran rendir cuentas. Recuerdo haber advertido en su momento que cada año ocurren durante nuestra ausencia sucesos sobre los cuales el Parlamento tendría que debatir, pues al paso del tiempo pierden relevancia. Admito que nunca pude prever un evento tan fascinante y revelador como la investigación del juez Brian Hutton.

Lord Hutton ha hecho en seis semanas más por la causa del libre acceso a la información que el gobierno laborista en seis años. En este proceso, el magistrado ha demolido la argumentación que el gobierno presentó en favor de la guerra. Algunos comentaristas lamentan que la labor de Hutton se encuentre restringida, porque la investigación se limita a las circunstancias que rodearon la muerte del doctor Kelly, pero en lo personal me congratulo de que ahora todos seamos libres de sacar conclusiones a partir de todas las evidencias que ha desenterrado.

Así, el número 10 de Downing Street no podrá decir la semana próxima al Parlamento que permanezca tranquilamente sentado y espere los resultados de la investigación, pues ya todos sabemos que se ordenó a Hutton no revelar evidencias vinculadas con la justificación de la guerra contra Irak.

Pero la investigación de Hutton ya le ha dado al Parlamento muchas pistas sobre las cuales investigar. ƑPor qué el primer ministro trató de convencer a los ministros de su gabinete de que Saddam era una amenaza "seria y actual", cuando ahora sabemos que Tony Blair ni siquiera pudo convencer a su propio jefe de gabinete, Jonathan Powell, de que Saddam era una amenaza inminente? Inclusive el alter ego de Blair, Alastair Campbell, pareció tener sus dudas. Este funcionario anotó en su diario, el mismo mes que se publicó el informe gubernamental, la siguiente pregunta: "ƑPor qué es este asunto tan importante para el gobierno británico en este momento? ƑPor qué Irak? ƑPor qué nada más Irak?"

Están también las revelaciones hechas el miércoles por miembros del departamento de inteligencia del Ministerio de Defensa, quienes no estaban de acuerdo con la argumentación que dicha dependencia presentaría al Parlamento. Ahora sabemos que uno de los principales expertos británicos en materia de armas químicas opinó que el informe de septiembre reflejaba demasiado la obra de "mercaderes de la propaganda".

También hemos quedado estupefactos al descubrir que la fuente supuestamente "confiable" que aportó el dato de que Irak podía lanzar un ataque de destrucción masiva en "45 minutos" en realidad no tenía gran idea de lo que decía.

El gobierno ha sustentado toda su defensa en la afirmación de que todo lo que apareció en el dossier de septiembre fue aprobado por un Comité Conjunto de Inteligencia. Dicho sustento se ve mucho más tambaleante ahora que nos hemos enterado de que dicho comité sólo aprobó el documento luego de redactar seis páginas de críticas muy detalladas expresadas por los funcionarios de inteligencia.

El Parlamento, que ya una vez fue engañado en el tema de la "amenaza real" que supuestamente implicaba Saddam, no debe dejarse engañar por segunda vez aceptando como real el argumento del gobierno de que el asunto a tratar aquí es si era correcta o no la entrevista que la BBC emitió (a las 6:07 de la madrugada).

Tony Blair dijo a Hutton que dicha entrevista fue tan dañina que puso en tela de juicio "la credibilidad de todo el país". Yo deseo mantenerme leal al primer minstro y me he esforzado mucho en tragarme esta afirmación, pero siempre se me queda atorada en la garganta. Gracias a mis pláticas con amigos europeos y árabes, sé que lo que ha dañado seriamente la credibilidad de mi país es que el gobierno lanzó una guerra en la que murieron al menos 10 mil personas, y que esta decisión se basó en pronósticos falsos.

Este es el asunto a tratar. No hay armas de destrucción masiva. Nunca hubo un contrato para comprar uranio en Níger. Saddam nunca reconstruyó plantas para la fabricación de armas químicas. El abismo entre la retórica de Bush y Blair antes de la guerra, y la realidad en el terreno después de la guerra, resultó tan espectacularmente grande, que ahora nos enteramos de que las comunidades de inteligencia de ambos lados del Atlántico han abierto investigaciones para ver si fueron engañadas por la oposición iraquí a Saddam.

Si la despojamos de su elevado tono moral y la dejamos en los huesos, veremos que la defensa de Tony Blair es simplemente decir que tal vez se equivocó en un principio, pero que estaba seguro de estar en lo correcto. Sin embargo, eso no explica por qué creyó estar en lo correcto. Las sucesiones de correos electrónicos descubiertos por Hutton están condimentadas con lamentos porque la información de inteligencia es pobre y las evidencias no son lo bastante convincentes.

En un ambiente racional y sano, cualquier primer ministro tendría que haberse preguntado si la información de inteligencia podía ser engañosa. Tony Blair no se hizo esta pregunta porque quería creer que dicha información era correcta.

Y los funcionarios deseaban con vehemencia que Inglaterra también creyera en la amenaza. Sin duda es cierto que el Comité Conjunto de Inteligencia firmó y dio su bendición a todas las aseveraciones del dossier, pero porque a sus miembros también los convencieron de que firmaran flagrantes verdades a medias. Tomemos como ejemplo la famosa afirmación de que Saddam tenía armas de destrucción masiva que podían ser lanzadas en 45 minutos. Gracias a Hutton sabemos que John Scarlett jamás creyó que esto se aplicara a verdaderas armas de destrucción masiva, sino a armamento de terreno y "de calibre pequeño". Pero eso no fue lo que reflejaba el informe, elaborado por gente que sabía perfectamente que el Parlamento no aprobaría una guerra porque Saddam tuviera armamento de calibre pequeño listo para actuar en 45 minutos.

Hasta los ministros han dejado ya de fingir que esperan encontrar las armas de destrucción masiva. En cambio han pasado los últimos dos meses disminuyendo expectativas y tratando de alentar al público a que se conforme con la evidencia de que alguna vez existieron los programas de armamento en Irak, y considere que eso es prueba suficiente de que el informe siempre fue correcto. Sin embargo, Hutton ha bloqueado también esta salida.

De toda la vergonzosa evidencia revelada por la investigación de Hutton, a mi entender el descubrimiento más condenatorio fue que hasta una semana antes de su publicación el título del informe fue Programas iraquíes de armas de destrucción masiva. La decisión de eliminar la palabra "programas" y titularlo Armas iraquíes de destrucción masiva fue un cálculo deliberado para fomentar la creencia de que Irak ya tenía las armas, ya era una amenaza y, por lo tanto, la acción militar era urgente.

Los ministros no pueden ahora pedir al Parlamento que acepte como justificación de la guerra la sola evidencia de que existían dichos programas, cuando ellos mismos la rechazaron en un principio como justificación de la acción militar, al grado de exigir al Parlamento votar sobre el asunto.

Desde que Tony Blair declaró ante Hu-tton, la prensa ha sido aleccionada de que el gobierno laborista ha decidido concentrarse menos en sus prioridades internacionales para enfocarse a asuntos internos. Este cambio será celebrado por militantes laboristas, pero muchos lamentarán que se perdió todo un año gubernamental como resultado de la insistencia en unirnos a la aventura en Irak. Pero Tony Blair no puede esperar un borrón y cuenta nueva después de todo este deprimente episodio sin antes responder a las preguntas centrales que Hutton dejará abiertas:

ƑPor qué las declaraciones del gobierno exageraron la amenaza que Saddam implicaba? ƑPor qué la necesidad de invadir era tan urgente que no pudo esperar a que los inspectores de armas de la ONU terminaran su labor? ƑCómo piensa el gobierno detener el deterioro en la seguridad que se vive en el Irak que, se supone, hemos liberado?

* Robin Cook, miembro del Parlamento británico, fue ministro del Exterior de Gran Bretaña y este año renunció a su puesto de presidente de la Cámara de los Comunes en protesta por el apoyo que el gobierno de su país dio a la guerra contra Irak.

©The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

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