Advierten que no permitirán que desmantelen lo que quedó de sus casas

Demandan afectados de Cuautepec garantía de vivienda

MIRNA SERVIN VEGA

Más de 40 personas llegaron a la capilla de Cuautepec a velar a Marisela Alvarez, quien murió el domingo pasado abrazada a su pequeña hija bajó un alud de lodo, en la delegación Gustavo A. Madero.

Hubo flores y condolencias por la muerte de sus vecinas, que al igual que ellos habitaban en una zona catalogada de alto riesgo. Sin embargo, ninguno de los afectados está dispuesto a permitir que las autoridades derrumben las diez casas que aún penden en las orillas del cerro sin que haya un acuerdo que les garantice dónde van a vivir.

Carmen Piedra y su hermano, quienes señalan como su casa una puerta con una cortina verde, que se encuentra aproximadamente 15 metros más arriba, corren de un lado a otro cuando alguien les avisa que van a tirar las construcciones asentadas en la ladera.

"No vamos a sacar las cosas así nomás para que la tiren. Ni modo que vivamos en la calle", responden indignados a funcionarios de la delegación.

Tras pasar la noche en casa de una vecina, Carmen cuenta que la tarde del derrumbe le permitieron subir por sus documentos importantes, momento que aprovechó para guardar un poco de comida para su hijo, pero "todo está allá arriba y ahora nos dicen que no podemos subir".

Otros vecinos suben por un estrecho camino que se dirige hacia la capilla donde velan los cuerpos de las víctimas. En medio de reclamos y dudas sobre cuánto tiempo pasarán en la calle y cuándo podrán restablecerse nuevamente, algunos todavía se acercan con flores a preguntar la ubicación del recinto religioso.

Arriba, sólo los dos féretros, uno pequeño y uno grande dan cuenta de la tragedia, ya que el lugar está lleno de niños que corren y juegan porque no han ido a la escuela.

Los afectados tampoco pudieron incorporase a sus actividades habituales de inicio de semana, incluso algunos se acercaron a las autoridades que supervisaban las labores de remoción a solicitarles una constancia que acreditara por qué no se habían presentado a trabajar.

La misma sudadera gris llena de tierra del derrumbe del domingo identificaba a Rodrigo, esposo de la fallecida, quien subía y bajaba con los papeles necesarios para proceder a llevar los cuerpos al cementerio.

Los colonos vecinos llegaban al predio del derrumbe a buscar a alguien que también les pudieran proporcionar ayuda. "Sobre mi casa hay una barda de seis metros que se va a caer, pues toda el agua del drenaje llega ahí", repetía una y otra vez María de Lourdes Gutiérrez.

Con oficio en mano, la señora Gutiérrez documentaba que ya había solicitado una revisión a la delegación con meses de anterioridad en el callejón Carlos Orellano, colonia Parque Metropolitano, sin tener respuesta. Sin embargo, tras acudir al lugar del percance, personal de Protección Civil de la delegación la acompañó para verificar si su vivienda se encontraba en riesgo.

La escena se repitió. Los habitantes aledaños expresaron su preocupación por la situación en que viven: arriba de barrancas que se están reblandeciendo por las lluvias. No obstante, aseguran, el dinero que ganan no alcanza para más, así que por ahora, dicen, una revisión por parte del personal uniformado que va a verificar es todo lo que pueden aspirar.