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México D.F. Jueves 17 de julio de 2003

Víctor Flores Olea/ II

Josef Koudelka: un viaje a lo esencial

Se ha dicho que la visión del fotógrafo, por definición subjetiva, condiciona el mundo que nos entrega en imágenes. Así ocurre en la obra de los grandes fotógrafos, sin duda. Pero en el caso de Josef Koudelka hay más que eso: se trata de una fotografía, de una obra fotográfica, que no nos habla del instante sino de lo definitivo e indestructible del hombre. Son fotografías del instante, pero bajo la forma de la eternidad.

Lo mismo ocurre con sus series, para atenernos a nuestra invocación ejemplar, de los gitanos o sobre los gitanos. Nada más alejado de esas fotografías, decíamos, que la intención antropológica o ''ilustrativa". Otra vez, con estas fotografías Koudelka no trata de ''mostrarnos" nada y mucho menos ciertas formas exóticas de vida y (muerte) que pertenecen a esos pueblos.

Otra vez, con sus gitanos como pretexto, Koudelka nos traslada a la condición humana permanente, también en este caso vinculada al honor, al orgullo y a la dignidad. Condición humana, honor, orgullo y dignidad ligadas a pueblos marginales, a pueblos que no participan de la ''modernidad" y que tal vez por ese mismo carácter marginal son más ''aptos" para mostrar sus valores profundos e imperecederos.

Lo cual nos lleva a pensar otra vez en las ''costras" de inautenticidad que sobre nosotros ha impreso (Ƒtambién de manera indeleble?) el mundo moderno, con sus exigencias de mercantilismo y arribismo, que parecen inevitablemente arrojar paletadas de tierra a nuestra condición propiamente humana, a aquello de nosotros que es más permanente y menos efímero, sepultándolo y ocultándolo (tal vez para siempre). En todo caso, Koudelka en sus imágenes nos presenta el Ser (y no tanto los modos de vivir y morir) de esos pueblos, su condición humana otra vez subespecie etaernitates. No la manera en que viven y mueren (aunque también esté allí reflejado), sino aquello de ellos que es común e indeleble a todos los hombres y a todos los pueblos (en su vida y en su muerte).

En los ejemplos discutidos (la ocupación soviética de Praga, la serie de los gitanos), Koudelka nos muestra fotografías en las que inmediatamente hay seres humanos en diferentes situaciones y actitudes. Pero resulta que ese ''modo" de hacer fotografía no es ni de lejos la dominante en Josef: su obra, antes y después de esos tiempos de 1968, y tal vez sobre todo ahora, se concentra en objetos, paisajes, piedras y tierras que, naturalmente, llevan todas el sello indeleble del ojo de Koudelka, pero sobre todo esa intención profunda de mostrar lo perenne e indestructible por arriba de lo accidental.

(Tal vez por ello, incidentalmente, Koudelka ha decidido ahora fotografiar con un aparato que le proporciona la amplitud de los panoramas abiertos y el extremo angular de la visión: en estos largos recorridos transversales y verticales Koudelka subraya el dramatismo de su mirada y, si se quiere, extiende mejor su red visual para atrapar lo esencial).

Resulta por supuesto imposible ''narrar" fotografías de formas, hechizos y fascinaciones que se encuentran en los caminos, en las exuberantes campiñas o en las tierras abandonadas y en los yermos. Y a veces hasta en las más visitadas antigüedades de la historia próxima o pasada. Aquí, por supuesto, está presente y se impone el ojo y la sensibilidad del artista Josef Koudelka. Pero nuevamente tal visión ''subjetiva" no es lo más importante: lo relevante es que las formas, la luz y las sombras que ese ojo de artista nos entrega en papel fotográfico, de nueva cuenta nos hablan de una condición permanente del hombre por arriba (o por debajo) de la naturaleza que ha vivido y de los monumentos históricos que ha construido.

Porque no hay naturaleza ni historia (la que conocemos, la que nos embruja, la que nos hace ver Josef Koudelka) sin ''obra" propiamente dicha, sin nuestra presencia creativa o destructiva, sin acción que es siempre acción humana.

Y digo: particularmente cuando descubre para nosotros fragmentos, ángulos, ''composiciones", luces y sombras del mundo natural y cultural que directamente el hombre ha trabajado. ƑConocemos Roma o los templos griegos de Sicilia? ƑHemos visto el recorrido parsimonioso de las aguas del Tíber? Pues descubrámoslos y conozcámoslos otra vez llenos de sorpresa mediante la mirada de Josef Koudelka.

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