LETRA S
Julio 3 de 2003

A las mujeres y hombres de nuestra comunidad eclesial

Nuestra Iglesia no es uniforme; no sólo se escucha la voz de nuestros obispos. En su interior existe un gran arco iris de voces, pensamientos, prácticas y experiencias de Dios. A partir de esta diversidad, nos animamos a hacer un llamado a nuestra comunidad eclesial en el marco de las próximas elecciones federales:

1 Como Iglesia Católica estamos llamadas a reconocer que vivimos en un mundo y en una Iglesia plurales. Estamos invitados a vivir la unidad no como uniformidad intransigente, sino como comunión, encuentro y reconocimiento de las legítimas diferencias. Pensamos que es hora de avanzar hacia una Iglesia que mantenga su unidad en lo necesario, su libertad en lo dudoso y su caridad en todo (Gaudium et spes (GS) 92).

2 En nuestro país, bajo el principio democrático, el gobierno es elegido por la ciudadanía, no por las Iglesias. De acuerdo con la legislación interna de nuestra Iglesia, el Código de derecho canónico, el clero no puede pertenecer a ningún partido político (Canon 287 No.2). Tampoco es legítimo que haga proselitismo por un candidato o partido, y que ejerza presión religiosa o moral hacia los feligreses en contra de algún partido o candidato. Si las autoridades eclesiales estuvieran comprometidas partidariamente, afectarían la unidad de nuestra Iglesia, negarían la pluralidad del Espíritu de Dios que habita en cada particularidad y experiencia humana, y provocarían graves conflictos internos porque las católicas y los católicos somos simpatizantes de diversas opciones políticas.

3 En materia de derechos relacionados con la sexualidad y la reproducción la voz de nuestros obispos más conservadores ya no es significativa en una cultura secular y en una sociedad plural. Necesitamos construir nuevos consensos eclesiales frente a las incontables mujeres católicas que han tenido como último recurso abortar en condiciones sumamente difíciles; ante el sinnúmero de mujeres y hombres católicos que han decidido utilizar métodos anticonceptivos, que viven en unión libre, que han decidido divorciarse, que son orgullosa y amorosamente homosexuales y que usan condón. Ninguna, ninguno está fuera del amor de Dios ni de la Iglesia.

4 Como Iglesia podemos acompañar a las personas en sus decisiones, si están de acuerdo, pero no podemos decidir por ellas; tenemos como responsabilidad ética respetar la libertad moral y política de cada persona.

5 Ante la importancia de estas elecciones, invitamos a nuestra comunidad católica a emitir un voto libre, informado y responsable por el partido o los partidos que considere conveniente, teniendo presente que el voto es libre y secreto.

Católicas por el Derecho a Decidir