LETRA S
Julio 3 de 2003

Daño hepático por antirretrovirales


 

ls-tubosManuel Figueroa


Todos los medicamentos antirretrovirales para combatir el VIH/sida tienen efectos secundarios, algunos tolerables, otros no tanto. La severidad de estos efectos y su duración varían de persona a persona. Algunas los experimentan durante los primeros días del tratamiento, otras por mucho más tiempo y son tan graves, e incluso potencialmente mortales, que debe suspenderse su ingesta. Los efectos adversos frecuentemente son más severos en personas con la enfermedad avanzada, ya que su sistema inmunológico está más comprometido, por lo que pueden interferir en la vida diaria y reducir la capacidad de toma de los fármacos tal y como fueron recetados, lo que a su vez ocasionaría resistencia del virus.

El hígado, como el páncreas y los riñones, es uno de los órganos más importantes del cuerpo. Los fármacos anti-VIH son procesados en el hígado y si el nivel de toxicidad es elevado, puede desbordar la capacidad de funcionamiento del mismo y causar efectos secundarios como hepatitis. No siempre se presentan síntomas físicos inmediatos, pero pueden volverse graves si no son tratados y ocasionar otras afecciones como diabetes o pancreatitis. La toxicidad hepática se detecta por el aumento en el nivel de las enzimas transaminasas (ALT o TGP y AST o TGO) o por una elevación de los niveles de la creatina fosfoquinasa (CDK), de la desidrogenasa láctica (DHL), de la fosfatasa alcalina, de la bilirrubina, de los triglicéridos y del colesterol. Numerosos médicos han reportado incrementos en los niveles de enzimas hepáticas en los pacientes que toman fármacos anti-VIH. Las manifestaciones más graves de la toxicidad hepática incluyen la hepatitis clínica y daños del hígado a largo plazo, los cuales resultan en insuficiencia hepática.

Los efectos secundarios relacionados con el hígado son más comunes y más severos en personas que hayan tenido hepatitis viral (B o C), que padezcan compromiso hepático previo (por ejemplo, abuso del alcohol) o elevación de enzimas hepáticas. Los síntomas asociados a la ingesta de antirretrovirales son fatiga extrema, pérdida de apetito, náuseas, además de fuertes dolores abdominales. Con el avance de los síntomas pueden desarrollarse ictericia (color amarillento de la piel y/o en lo blanco de los ojos) y/o vómito. Por ello, toda persona con antecedentes de problemas hepáticos debe informarlo su médico antes de iniciar un régimen de tratamiento anti-VIH.

El médico es el responsable de informar al paciente sobre los efectos secundarios potenciales de un fármaco, y ayudarlo a prepararse cuando aparecen éstos, mientras que las personas VIH positivas son responsables de reportar todo efecto secundario --incluso aquellos que parezcan leves-- a su médico. No se debe intentar ajustar dosis o cambiar medicamentos sin consultar primero con el médico. Para evitar la posibilidad de interacciones farmacéuticas o desarrollar resistencia viral es preciso seguir los consejos clínicos y recibir evaluaciones médicas y análisis de sangre regularmente (cada tres o cuatro meses).

Para algunos fármacos se puede emplear un protocolo de desensibilización, en el cual se toma una dosis menor del medicamento al inicio y se incrementa gradualmente hasta llegar a la dosis completa. Este tipo de protocolo es usado rutinariamente con fármacos como nevirapina, ritonavir y los medicamentos sulfa.

Los inhibidores de proteasa aumentan los niveles de triglicéridos y colesterol hasta en dos o tres veces, y aunque no haya síntomas físicos son un indicador de daño hepático. Un nivel elevado de triglicéridos puede dar lugar a la pancreatitis, mientras que el colesterol puede incrementar el riesgo de padecer enfermedades cardiacas e infartos. Ambos riesgos pueden ser tratados con modificaciones en los hábitos nutricionales o medicamentos orales, aunque muchos de éstos no han sido evaluados clínicamente y su procesamiento podría requerir más esfuerzos del hígado, ya que se metabolizan con las mismas enzimas hepáticas que los inhibidores de la proteasa. El ejercicio, una dieta baja en grasa y alta en verduras y frutas y no fumar son algunos de los métodos prácticos recomendados para todas las personas con niveles altos de grasa y/o colesterol.

Las personas VIH positivas han tomado fármacos anti-VIH por un máximo de 10 años. No se sabe todavía qué efectos secundarios se desarrollarán a largo plazo en personas que tomen el tratamiento de combinación durante el resto de sus vidas. Los informes recientes sobre los cambios metabólicos asociados con el tratamiento anti-VIH son preocupantes y subrayan la urgencia de emprender mayores investigaciones. También es importante evaluar nuevas formulaciones de fármacos, diferentes horarios de dosificación y métodos de proveer el fármaco que permitan el máximo beneficio terapéutico sin afectar la calidad de vida de las personas VIH positivas.
 
 

Fuentes consultadas:

http://www.sfaf.org/betaespanol/

Doctor Aarón Rangel, especialista en pacientes con VIH