José Antonio Rojas Nieto

Las siete líneas del documento blanco de electricidad

En 1978 en Estados Unidos se publicó la famosa Purpra (Public Utility Regulatory Policies Act). Y en 1992 la Epact (Energy Policy Act). Con ello se empezó a impulsar la transformación gradual de la industria eléctrica. Poco a poco se ha modificado la tradicional organización sustentada en monopolios regionales, verticalmente integrados y regulados, con franquicia del servicio de electricidad en una zona (utilities). Hoy existen sistemas regionales de mercado, interrelacionados mediante libres transacciones de energía eléctrica, sustentadas en el libre acceso a las grandes líneas de transmisión. En estos mercados participan -sin la exclusividad tradicional- las utilities, pero también cogeneradores (productores de vapor que también generan electricidad), pequeños productores, autoabastecedores que comercializan excedentes y productores independientes, como los que hoy ya controlan más de 20 por ciento de la capacidad de generación en México.

Los cambios tratan de consolidar un mercado de mayoreo, con grandes comercializadores que compran a generadores y venden a distribuidores que entregan a industrias, comercios, agricultores, municipios y hogares. Se promueve el mercado en dos ámbitos: intrarregiones, pues ya hay competencia al interior antes cerrado por la concesión; interregiones, pues la apertura de los grandes sistemas de transmisión abiertos al acceso permite la comercialización de grandes bloques de energía eléctrica entre ellas.

Bajo esta lógica, resaltan la prioridad de la FERC -el regulador estadunidense- de crear y consolidar dos tipos de organismos: 1) los ISO (independent system operators), responsables regionales de dar cabida a todo generador que lo desee, sin más limitación que su costo y su confiabilidad; 2) los RTO (regional transmission organizations), responsables regionales de la transmisión y de garantizar ese libre acceso a las redes, para hacer efectiva la comercialización al mayoreo de electricidad entre las diversas regiones. Merced a la creación y la consolidación de ISO y RTO se ha buscado la plena integración de los tres componentes fundamentales de la industria: generación, transmisión y distribución, bajo un esquema de mercado libre y abierto. Hasta hoy no lo han logrado. El fracaso de California fue aleccionador.

Someter este sistema integral a un régimen de mercado ha sido el gran objetivo emprendido los pasados años por los gobiernos de corte neoliberal. En casos como el de Gran Bretaña, este cometido implicó la privatización de empresas públicas. En otros, como el de Estados Unidos, con mayoría de empresas privadas, sólo ha implicado la introducción de nuevas reglas. Algo similar ha acontecido en experiencias de un tercer tipo, como la de Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia (el famoso Nord Pool), que no ha implicado procesos de privatización, sino la organización de empresas públicas (Statnett SF de Noruega (50 por ciento) y Svenska Kraftnät de Suecia (50 por ciento) en un nuevo marco de competencia. En los tres tipos hay avances. Pero también grandes fracasos. Nadie, absolutamente nadie, se puede poner como ejemplo.

ƑQué se ha querido hacer en México? Primero la locura de copiar a Gran Bretaña. Luego un remiendo, que ya se desechó. ƑY ahora? Ahora quién sabe, Ƒqué realmente sigue? Sea lo que sea que venga, es muy importante estudiar lo que ha pasado fuera.

Ratifico la conveniencia de analizar a fondo los cambios en Estados Unidos. Atrás del Documento Blanco (White Paper) de la FERC se encuentra el reconocimiento de varios fracasos y -dicen los reguladores- el ánimo de corregir fallas y defectos para evitar nuevos descalabros como el de California. Sobresale la propuesta de siete acciones principales: 1) que las empresas de transmisión (RTO) sean realmente independientes, con alcance y configuración regionales, con plena autoridad operacional y confiables; 2) que la red de transmisión se planee adecuadamente y que se garantice el flujo de inversiones para su mantenimiento y su expansión; 3) que se garantice la recuperación de las inversiones en la red, mediante una justa asignación de costos a sus usuarios; 4) que se observen cuidadosamente las operaciones del mercado para impedir manipulaciones y controles sobre éste, es decir, el poder de mercado; 5) a pesar de que la mayoría de la electricidad comercializada se encuentre sometida a contratos de largo plazo, que el mercado spot de corto plazo opere eficientemente para satisfacer las necesidades extraordinarias de los usuarios en tiempo real y con precio adecuado; 6) que se tenga especial cuidado en la congestión de las redes eléctricas, para evitar no sólo elevación de costos sino manipulaciones; 7) que se ofrezcan derechos de uso firme de la red a los usuarios que lo deseen, para evitar los sobrecargos en caso de congestionamiento; 8) que se planee, por un lado, la expansión de los recursos de generación y transmisión y, por otro, que se administre la demanda para permitir un funcionamiento regional óptimo del sistema eléctrico.

El asunto sigue siendo muy pero muy delicado y difícil. Todavía no hay ejemplos a seguir. Por eso, nuestro futuro eléctrico, más que nunca, está en nuestra inteligencia y nuestras manos. šPor fortuna!

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