Leonardo García Tsao ENVIADO

Cannes 2003

Hombres solitarios, clima desangelado

Cannes. Hasta ahora, lo mejor en la competencia ha provenido del Medio Oriente. En su tercer largometraje, Uzak (Lejos), el realizador turco Nuri Bilge Ceylan confirma las cualidades vistas en su anterior Nubes de mayo (1999). La película se construye sobre una anécdota mínima: un fotógrafo profesional de Estambul aloja en su casa a un primo, oriundo de su pueblo natal, que busca trabajo en la ciudad. Con el contraste entre los personajes, Ceylan aborda el tema de la soledad masculina y, sobre todo, el de los ideales olvidados.

El protagonista descubre con la presencia del visitante cómo se ha instalado en una inercia existencial, aislándose de todas sus querencias. El hombre que alguna vez quiso ser un realizador "como Tarkovski", se conforma ahora con cumplir sus chambas fotográficas, vive divorciado de su esposa y trata de mantenerse alejado de los problemas familiares. El cineasta utiliza su sentido del encuadre para enfatizar el dilema de sus personajes bajo un expresivo clima invernal, al tiempo que lo redondea con un sorprendente sentido del humor. Muy graciosa y elocuente, por ejemplo, es la secuencia en que el protagonista quita un video de Stalker de su videocasetera y lo sustituye por otro porno, a escondidas de su primo. Sin duda, Nuri Bilge Ceylan es el nombre más interesante surgido de la cinematografía turca después de Yilmaz Güney.

Otro hombre solitario protagoniza Il cuore altrove (El corazón en otra parte), del italiano Pupi Avati, en este caso un tímido profesor de lengua grecorromana que viaja a Boloña en busca de una esposa, a instancias de su padre, pues en los años 20 la idea de un heredero es primordial. Sin embargo, el hombre se enamora perdidamente de una niña rica ciega que además es caprichosa. Avati es un director tradicional que evoca a la vieja comedia agridulce, tan propia del cine italiano (la película recuerda a Alfredo, Alfredo, de Pietro Germi, sin su mala leche). Por un lado, es un modelo que deja asomar demasiado su fecha de caducidad (el doblaje insiste en colocar las voces de los actores en un artificial primer plano); por otro, el humor sigue funcionando gracias a la vis cómica de actores tan eficaces como Giancarlo Giannini. Es una cinta para complacer al público de una función sabatina, pero no a la crítica del principal festival del mundo.

Lo nuevo del cine francés no ha convencido todavía. Fuera de competencia, se ha proyectado Qui a tué Bambi? (ƑQuién mató a Bambi?), del debutante Gilles Marchand, un pretencioso y cansino thriller que enfoca las perversas maniobras de un doctor en un hospital y la enfermera practicante que lo descubre. Marchand se preocupa tanto en crear una atmósfera irreal, casi onírica para su relato, que olvida mantener vivos los elementos de suspenso.

El festival ha permanecido igualmente mortecino. El viernes por la noche privaba un ambiente de cuarentena cuando normalmente la calle d'Antibes, entre otras, está llena de bullicio y jóvenes en plan de reventón. Asimismo, se puede circular libremente por las aceras sin las multitudes de otros años y hasta ahora no ha habido ningún motín -o empujones, siquiera- a la entrada de alguna función de prensa. El lema oficial del festival es "Bajo el signo de Fellini": es cierto, en la medida que lo festivo se ha visto tan muerto como el gran director italiano.