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México D.F. Domingo 18 de mayo de 2003

Bárbara Jacobs

Regreso al paraíso

"La biografía -insistió Lunas- es el desafío por excelencia del escritor de interiores." Ninguno de sus estudiantes preguntamos por qué, entre otras razones en vista de que en ese tiempo ni siquiera teníamos claro qué camino iba a tomar en la vida cada uno. "No sean líricos, muchachos", recalcaba nuestro profesor de literatura a la vez que, gis en mano, como sin querer, anotaba en el pizarrón, "Desafío: Provocar, retar"; y, abajo, "Lírico, fig: Lleno de entusiasmo, de inspiración".

ƑCreía que entendíamos que el lirismo era para poetas tías; que combinaba con el té y con el tejido? "ƑQué es 'fig.', maestro?", no fallaba en preguntar alguno de mis compañeros, parpadeando y con la boca abierta para aparentar sinceridad. Nadie, sin embargo, hacía ningún comentario sobre la clasificación de "Escritor de interiores" a la que Lunas se había referido con la naturalidad del que finge que supone que sus interlocutores saben a qué se refiere.

Lunas diferenciaba entre el biógrafo, digamos, profesional, y el escritor que se deja tentar por el desafío de escribir una biografía. "El biógrafo -puntualizaba-- no se va a ocupar sino de vidas conocidas; en cambio el escritor", suspiraba, repetía, con un gesto de la mano confundible con el del director de orquesta que con él especifica intenciones, "el escritor autobiografiará." Para neologismos, Lunas; para aforismos dudosos.

Según él, cuanto un escritor escribe es una aproximación a su autobiografía. "Se busca a sí mismo", aventuraba; "va tras su origen y, me atrevo a añadir, su propio destino." Nos hablaba de la fatalidad. "Toda vida -dictaba, sin que los preparatorianos que éramos anotáramos el dictado--; toda vida está escrita antes de que un biógrafo se ocupe de ella." ƑAplaudiríamos o bostezaríamos? ƑEran los suyos conceptos originales, o sencillamente impactantes pero, en esencia, lugares comunes? ƑSe proponía desconcertarnos sin nada que ofrecer a cambio; o, por el contrario, hacerlo para proponer una enseñanza, hasta trascendental, al que resistiera los embates del desconcierto?

A todo esto, Ƒqué entendía Lunas por "Escritor de interiores"? ƑHabía de otros? ƑPodía llamarse escritor el que no se propusiera bucear en los motores de la gente, en sus motivos, en sus desbarajustes, en sus emociones? ƑNo era redundancia calificarlo como "de interiores"?

En eso, oía a mi profesor reflexionar, "Un escritor se busca en todo lo que escribe; pero, al escribir una biografía, se retrata". Añadía que ésta podía ser de un conocido o de un desconocido; de alguien que en sí pareciera merecer el tratamiento biográfico o que, a partir de ser biografiado, demostraría haberlo merecido.

Siguiendo un método nacido del caos o de la luz, mi viejo maestro matizaba sin haber definido de forma exhaustiva una a una las premisas que iba soltando de una teoría que no llegó a formular del todo ni teórica ni experimentalmente. ƑHasta dónde había que atender sus palabras y seguirlas? Lunas elucubraba alrededor de la inseguridad, "Esencial", enfatizaba; de la verdad, "Tan difícil de apresar y de ser expresada". ƑPor qué pensaba en voz alta delante de nosotros, un auditorio, por decir lo menos, indiferente?

"Pero maestro, Ƒqué es un escritor de interiores?", se animaba a preguntar Lucrecia, del grupo, la que, con tal de que el profesor en turno no se decepcionara de sus alumnos al grado de darse un tiro, adoptaba el propósito de seguir la vocación que el maestro en turno encarnara. "šNiña! šMétase a su casa y averígüelo, boba!", contestaba Lunas que, actuando de fastidiado, echaba un vistazo a su muñeca, alrededor de la cual no llevaba reloj de pulsera, y, con una sonrisa falsa, para acentuar la calidad del fastidio, nos citaba para la siguiente lección.

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