Ojarasca 72  abril 2003

La hermandad humana se duele gravemente estos días, y las nuevas heridas tienden a empeorar. Comienza apenas una guerra de conquista imperial de dimensiones desconocidas e ilimitada letalidad. Ningún frente de batalla en el mundo le será ajeno al comando central de Genghis Khan con uniforme de Buen Samaritano sobre el panorama de sepulcros que deja a su paso. No consuela saber que los fascistas están locos.

Desde que comenzó la invasión a Irak en marzo, más de 4 mil personas han sido detenidas e interrogadas, "sospechosas de ser terroristas", por las policías de Estados Unidos en la frontera con México. Huelga decir que la mayoría son mexicanos. En realidad, la cacería empezó semanas antes.

"No estamos aquí sólo para atrapar mexicanos. También buscamos terroristas", decía convencido, sin mostrarse interesado en distinguir unos de los otros, el señor Bill Bouton, miembro de Defensa Civil de la Patria, uno de tantos grupos armados que han tomado a su cargo extraoficialmente el patrullaje de la frontera entre su país y el nuestro. Al momento de hablar, con el territorio mexicano a menos de cien metros, Bouton llevaba una gorra beisbolera roja, blanca y azul, y ostentaba una pistola .45 bajo la chamarra.

A la vez, en la frontera sur, especialmente en la selva Lacandona de Chiapas, el control militar alcanza las mayores proporciones desde que cambió el gobierno del país en 2000. Por primera vez en largo tiempo es pública la participación de oficiales estadunidenses en prácticas de las Fuerzas Armadas.

"La democracia significa poder ser esclavo de cualquiera" escribió Karl Kraus hace cerca de un siglo, en la olla donde se cocía el fascismo; pero nunca nadie, como hoy Estados Unidos, representó mejor las implicaciones del lapidario aforismo de ahí te ves. En ese país hoy los ciudadanos son esclavos voluntarios de "cualquiera": de los peores. En un momento clave de su existencia como nación-imperio-dueño de las bombas, se hizo del gobierno estadunidense una auténtica pandilla de asaltantes y matones, supremacistas mal disimulados, gesticuladores religiosos, niños bien y conectados con el crimen organizado --para ellos Al Capone es como un padre de la patria.

Por definición, una pandilla siempre está en minoría, incluso cuando la chusma parece seguirla. Su único verdadero poder está en la capacidad de infundir miedo (en este caso, a sus ciudadanos). Ray Patel, migrante de la India, tiene un hotel en Medford, al sur de Oregon, donde vive desde 1980. En esos años fue tomado por mexicano, iraní, pakistaní y afgano, y está listo para que lo consideren iraquí: "Dondequiera que haya un problema con Estados Unidos, todos nosotros nos convertiremos en él", dijo en febrero al semanario Asian Week. "Yo creo que la gente detrás del 11 de septiembre (de 2001) consiguió lo que quería. Basta ver a los estadunidenses ahora, por ejemplo cuando viajan. Se les metieron en el cerebro".

Al abrigo del Plan Colombia, con la participación de oficiales del ejército colombiano y la asesoría directa del Pentágono, los poderosos paramilitares de ese país en guerra civil y delincuencial han invadido recientemente a sus vecinos Panamá y Venezuela, destruyendo poblados, asesinandoindígenas y campesinos de los tres países (ver este número de Ojarasca, y los correspondientes a febrero y marzo de 2003). La guerra se indiscrimina y extiende.

Las organizaciones indígenas de América, tal vez el valladar más firme dentro de las resistencias posibles en el continente, están topando con el fracaso en sus intentos por "participar" en los gobiernos neoliberales de Ecuador, Bolivia y México.

En el caso de Bolivia, por ejemplo, el Movimiento Al Socialismo (MAS) determinó este mes de abril no participar del pacto social nacional convocado por la Iglesia Católica porque considera que los movimientos sociales no pueden hacer alianzas con los miembros del "modelo opresor". La iglesia católica del país promueve un pacto social entre las organizaciones partidarias, empresariales, sociales y religiosas, para buscar "una paz verdadera basada en la justicia". Evo Morales, senador del MAS, dijo que ellos no están para salvar al modelo, ni al gobierno verdugo del pueblo. Invitados al engaño del poder, ahora los indígenas podrían sacrificar su derecho a la movilización y la resistencia. "Lo que se debe abordar es cómo recuperar las riquezas y las empresas nacionales, y en el campo político la refundación del país a través de una Asamblea Constituyente". Nada más.

Para los otros dos casos, léanse en éste número de Ojarasca los tristes destinos como "gobierno" de las organizaciones indígenas, sean la Conaie en Ecuador, la ANIPA y otras organizaciones perredistas, ya no digamos las derivaciones del "indigenismo" de derecha en México.

En tanto, la ONU hace pornografía y se emborracha de números. Ofrece comida-por-petróleo a los "arrodillados" de la Tierra. Pornografía son sus estimaciones para la guerra en Medio Oriente. Entre medio millón y millón y medio de muertos, en su mayoría niños, por hambre, epidemias (y "muy secundariamente" la guerra misma, pues Estados Unidos quiere hacerla limpia, con bombas inteligentes a domicilio para los villanos. Al millón de muertos colaterales les trajeron "libertad y democracia"). (Ay, pobrecitas las palabras.) Más allá del millón de lo que sea, comienza la trivialización del número, decía Elias Canetti sobre la inflación alemana de entreguerras; la trivialización del mal, diría Hannah Arendt después del holocausto.

Para la ONU, Irak, Medio Oriente, en fin, significan una tragedia humanitaria más. Un poco grande tal vez, por lo cual considera la posibilidad de "reducirla". Nunca se comprometió a detenerla.

Endeble como es, la legalidad mundial se encuentra amenazada. Las naciones de tercer mundo pierden el control de sus fronteras. Europa se deshace de las suyas, y de sus compromisos con lo que queda de sus ex colonias en ese tercer mundo.

Los pandilleros de Washington se disponen, solos y sus dientes, al festín que será imponer las nuevas fronteras a su gusto.

¿Así de fácil? Por donde quiera que vayan, allí estarán los pueblos, esperándolos. Sólo los pusilánimes, tipo Kofi Annan, pretenden creer que los pueblos se encuentran arrodillados. No tienen a dónde más ir. El camino de la "democracia" american way ha conseguido erizar al mundo de trincheras.
 
 

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Afganistán. Foto: Chris Steele-Perkins
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