Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 15 de marzo de 2003
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Mundo
VIENTOS DE GUERRA

Reagan dio ayuda a Bagdad para desarrollar armas biológicas: ex funcionarios

EU apoyó y derrocó a dictadores iraquíes desde los 50, revelan documentos oficiales

Entre los miembros del partido Baaz que trabajaban con la CIA figuraba Saddam Hussein

DAVID BROOKS Y JIM CASON CORRESPONSALES

Nueva York y Washington, 13 de marzo. El presidente George W. Bush ha reiterado insistentemente que Estados Unidos no tiene intención alguna de mantener el control de Irak después de derrocar al presidente Saddam Hussein, sino instalar un gobierno democrático y pluralista para sustituir al dictador que ha gobernado con represión y brutalidad durante décadas.

Pero la historia de la relación de Estados Unidos con Irak tiene poco que ver con la promoción de la democracia, aunque sí con "cambios de régimen".

Recientemente documentos oficiales an-tes secretos y las declaraciones de varios ex funcionarios estadunidenses han confirmado que Estados Unidos ha apoyado a dictadores militares iraquíes desde los años 50, y derrocado sus regímenes cuando estos ya no eran útiles a los intereses de Washington.

El presidente Dwight D. Eisenhower apo-yó primero al general Abdel Karim Kassem, después de que éste realizó un sangriento golpe de Estado para derrocar a un monarca pro occidental en 1958.

Pero cuando Kassem empezó a desafiar la política estadunidense, Washington armó un complot para derrocarlo con el apoyo de Gran Bretaña, según recuerda Roger Mo-rris, funcionario del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca en los años 60.

En ese entonces, Francia y Alemania se opusieron abiertamente a los esfuerzos de Estados Unidos en Irak.

En un artículo publicado este viernes en el diario New York Times, Morris sostiene que la CIA envió a Kassem un pañuelo envenenado, pero como otros tantos atentados parecidos contra Fidel Castro y algunos más, no funcionó.

Entonces, agentes estadunidenses empezaron a trabajar con opositores de Kassem en países árabes y establecieron una base para operaciones militares encubierta en Kuwait. Estados Unidos seleccionó al partido Baaz como instrumento para el golpe.

"Según el ex líder baazista Hani Fkaiki, entre los miembros del partido que trabajaban con la CIA en 1962 y 1963 estaba Saddam Hussein, entonces de 25 años de edad, que había huido a El Cairo después de participar en el fallido asesinato de Kassem en 1958", escribe Morris. Los complotadores tuvieron éxito en 1963 e inmediatamente ejecutaron a Kassem.

"Utilizando una lista de sospechosos comunistas y otros izquierdistas proporcionada por la CIA, los baazistas asesinaron sistemáticamente a números incontables de la elite educada de Irak, asesinatos en los que se dice que el propio Saddam Hussein participó", afirma Morris.

Estados Unidos envió armamentos al nuevo gobierno y en pocos meses Mobil Oil Company, Bechtel y British Petroleum tenían, por primera vez, negocios en Bagdad. El nuevo gobierno también empezó a utilizar armas proporcionadas por Estados Unidos contra los kurdos en el norte iraquí.

En 1968 se llevó a cabo otro golpe -nuevamente apoyado por la CIA- que condujo a Ahmed Hassan al Bakr al poder. De inmediato Hassan colocó a su familiar Saddam Hussein en un alto puesto de gobierno. Po-co a poco, éste se apoderó del poder, aunque llegó a la presidencia sólo hasta 1979.

Años después, en 1981, Hussein empezó a utilizar armas químicas contra los kurdos en el norte de Irak y comenzó la guerra contra el nuevo régimen fundamentalista en Irán, por lo cual el gobierno de Ronald Reagan, que conocía bien el carácter brutal y dictatorial de Hussein, decidió en un me-morando secreto aportar asistencia a Irak en su guerra contra Irán.

Howard Teicher, ex asesor del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, ha detallado el apoyo político, militar y económico que el gobierno de Reagan aportó a Hussein durante los años 80.

Como informó La Jornada hace un mes, documentos del gobierno estadunidense confirman que la Casa Blanca no sólo ofreció inteligencia militar y miles de millones de dólares a Irak, sino también ántrax y otros elementos biológicos necesarios para construir armas biológicas.

"Estas intervenciones ayudan a explicar por qué la política de Estados Unidos es percibida con cierto cinismo en el extranjero", escribe Morris.

Agrega: "George W. Bush no es el primer presidente en buscar un cambio de régimen en Irak. En el pasado medio siglo el cambio de régimen en Irak ha sido acompañado con represalias sangrientas".

Morris pregunta por qué el pueblo iraquí debería esperar algo más que la repetición de esta historia cuando "Estados Unidos y sus clientes iraquíes más recientes" realicen otro golpe de Estado más.

"Si una nueva guerra con Irak parece estar plagada de peligro e incertidumbre, sólo esperen la paz", advierte

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