Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 1 de febrero de 2003
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Política
EL CAMPO ANTE EL TLCAN

Una treintena de organizaciones campesinas participaron en la megamarcha

Más de 100 mil personas exigen en el Zócalo revisar el tratado

"Somos pueblos nacidos del maíz, sobrevivientes que nos negamos a desaparecer", expresan

Con esta movilización comienza el verdadero cambio que necesita el país: Ramírez Cuéllar

MATILDE PEREZ Y ANGELICA ENCISO

"Somos pueblos nacidos del maíz, sobrevivientes que nos negamos a desaparecer; del campo no nos vamos y por eso estamos aquí." De esta forma se hicieron escuchar más de 100 mil personas en la mayor movilización campesina de la que se tiene memoria desde el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río, sólo que ahora llegaron a la ciudad de México no en demanda de tierra, sino para exigir la revisión del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), así como una nueva relación del Estado con ellos.

Y es que 65 años después de que el Estado comenzó el reparto agrario, ahora los campesinos no pueden seguir su actividad por el desmantelamiento de programas y de infraestructura, la falta de compromiso de banqueros e iniciativa privada para invertir y la apertura comercial indiscriminada.

"Pedimos disculpas a los habitantes de esta capital, vale más un día de marcha con 100 mil campesinos que toda una vida de 500 mil migrantes expulsados por los gobiernos de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox", dijeron El campo no aguanta más, El Barzón y el Congreso Agrario Permanente (CAP) durante la concentración en el Angel de la Independencia y después en el Zócalo capitalino.

Desde temprano campesinos de todos los estados se concentraron en el Monumento a la Revolución y en el Angel de la Independencia, donde improvisaron campamentos para calentar tortillas, cantar corridos, vender frijol y café, para hacer sentir en la ciudad que ya habían llegado.

Con huaraches, sombreros y cachuchas, trajes de manta, huipiles y rebozos vistieron el Paseo de la Reforma y la Zona Rosa. Calladamente caminaron por las calles y de la misma forma lo hicieron durante la marcha, en la que la figura de Zapata no faltó. Y es que la globalización, con los tratados comerciales, no ha llevado el progreso prometido a los campesinos desde hace casi un siglo.

El enojo se expresó en las mantas y carteles: "Mátenlos en caliente (Porfirio Díaz). Emígrenlos en caliente (Zedillo)", "Salvemos al campo, salvemos a México". Con esas consignas, los enormes contingentes de una treintena de organizaciones nacionales y regionales llamaron la atención de los capitalinos, quienes a lo largo del recorrido les aplaudieron y alentaron a continuar su lucha por preservar su actividad.

Habían previsto salir del Angel, pero el gran número de participantes los obligó a recorrerse hasta llegar a la glorieta de Colón, donde formalmente iniciaron la marcha a las 17 horas.

También por primera vez, la priísta Confederación Nacional Campesina se atrevió a participar con las organizaciones independientes en una protesta contra las políticas gubernamentales. Aunque no hizo a un lado su costumbre del agandalle, y su contingente de casi mil 500 personas, y de cuatro caballos, se introdujo entre los grupos de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC) y de la Central Unica de Trabajadores (CUT), cuando los organizadores les habían pedido que se fueran a la retaguardia de los grupos campesinos.

"Vicente, escucha, estamos en la lucha", "Campo sí, tratado no", fueron las consignas cenecistas, que causaron los comentarios de "ahora sí se rebelaron, pero es que si no hay palo, estos no se levantan".

Expectativas rebasadas

La marcha rebasó las expectativas de los dirigentes. Sólo las 12 organizaciones de El campo no aguanta más juntaron 650 autobuses con unas 29 mil personas. A éstas se sumaron los contingentes de ocho agrupaciones integrantes del CAP, El Barzón y diversas organizaciones regionales de cafetaleros, productores de frijol, cañeros, de cacao y de mujeres organizadas, como la Red de Promotoras Rurales y Asociación de Mujeres de Organizaciones Rurales, así como la Unión Nacional de Trabajadores, el Sindicato Mexicano de Electricistas y otros simpatizantes.

A las 17:45 entró al Zócalo la vanguardia de la marcha, integrada por los dirigentes campesinos y obreros, y a las 19:30 arribó el último grupo, cuando algunos asistentes empezaban a retirarse porque el mitin estaba a punto de concluir.

El silencio a lo largo de la marcha formó parte de su indignación, que se expresó cuando Alberto Gómez Flores, vocero de El campo no aguanta más, preguntó: ¿Estamos de acuerdo en que el maíz y el frijol, alimentos básicos de nuestro país, salgan de todo tratado comercial? ¿En que la agricultura campesina, los hombres y mujeres del campo sean una prioridad nacional, con el principio de soberanía alimentaria? ¿En luchar por echar atrás la contrarreforma al artículo 27 constitucional? ¿En exigir el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés y en la iniciativa sobre derechos y cultura indígenas elaborada por la Cocopa?

Una sola voz cimbró la plaza: "Sí". Y alzaron la mano en señal del inicio de su lucha. "Con estos acuerdos votados por todos seguiremos adelante, porque, le decimos al gobierno federal, no estamos dispuestos a tolerar amenazas a la integridad física o a la libertad de nuestros compañeros", alentó Gómez Flores.

Ante los miles de campesinos que dieron vida al Zócalo -quienes guardaron un minuto de silencio en memoria de los miles de campesinos e indígenas que han muerto en lucha por su dignidad-, el también coordinador ejecutivo de Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas recalcó: "con nuestra terquedad, con nuestro orgullo, luchamos por seguir siendo los sembradores de la tierra y por evitar que se nos convierta en un ejército de solicitantes de migajas oficiales. Somos una clase que se mantiene a sí misma, que procura su propio sustento, que genera riqueza para sí y para los demás".

Dijo a hombres de negocios, banqueros y agropempresarios que los campesinos han sido el sustento del desarrollo industrial del país, pero "en años recientes nos han querido volver improductivos abriendo las fronteras que a nosotros nos cierran, para que pasen mercancías que nosotros podemos producir".

A esos hombres del dinero y funcionarios, que también son agroempresarios, les recordó que los campesinos son parte del México real, que no existen en los informes presidenciales ni en los discursos gubernamentales, "esa parte del país de la que la mayoría de los políticos se acuerda sólo cuando hay elecciones, cada tres años, que los economistas oficiales reconocen cuando hacen cuentas de lo que significan para las finanzas nacionales los 10 mil millones de dólares que, por concepto de divisas, envían nuestros hermanos que han tenido que cruzar la frontera para trabajar.

"Somos esa parte de la patria a los que nuestros tecnócratas tricolores y blanquiazules, ésos que los campos que conocen son los campos de golf, quisieran mandar al mar para que sus aspiraciones de tener un agro sin campesinos se hicieran realidad", expresó.

El campo no aguanta más, dijo, porque las políticas en curso quieren hacernos dejar de trabajar, porque no se invierten recursos para permitirnos ser la reserva de futuro, porque la protección que aún existe para maíz y frijol, por ejemplo, es permanentemente violada por funcionarios mexicanos, y porque la contrarreforma al artículo 27 constitucional nos coloca ante el peligro de perder nuestra tierra.

Lo que ahondó la herida campesina fue conocer, por boca de Gómez Flores, que una vaca en la Unión Europea recibe un subsidio diario de 2.2 dólares, mientras que casi cada tres familias campesinas mexicanas obtienen ingresos menores a ese monto.

Advirtió a gobernantes, banqueros y hombres de negocios que en tanto no haya un lugar digno y un futuro para los campesinos, la estabilidad y gobernabilidad seguirá sujetada con alfileres. "Mientras no se abra la puerta para ser parte de la nación y se nos siga considerando los molestos excluidos, no podrán desvanecerse los nubarrones que anuncian la tempestad".

El mismo foco rojo fue señalado por el dirigente barzonista, Alfonso Ramírez Cuéllar. "Si el gobierno no quiere construir un acuerdo para salvar a la agricultura nosotros lo haremos desde abajo y vamos a quebrar esa obsesión de ser más amigo de Estados Unidos que de los mexicanos", dijo, refiriéndose al presidente Vicente Fox, mientras otros integrantes de El Barzón colocaron en la puerta de Palacio Nacional un espantapájaros con una banda presidencial de barras y estrellas, como bandera de Estados Unidos.

Afirmó que con esta marcha campesina se inicia el verdadero cambio que necesita el país y que los agricultores lo único que demandan es un comercio justo, pues "no vamos a permitir que se siga destruyendo la vida y el futuro de millones de mexicanos, lucharemos para que se acabe la vergonzosa dependencia alimentaria".

Y cerró: "llegamos hasta aquí porque el presidente Vicente Fox no tiene palabra. Le pedimos que termine con su cobardía y timoratez, que deje de llevar a la destrucción a la nación".

Rafael Galindo, coordinador del CAP, dijo que con la marcha los campesinos iniciaron la preparación de la parcela de la esperanza y de la lucha por su dignidad; con su inconformidad sembraron la semilla para combatir la insensibilidad de funcionarios públicos y de las grandes potencias comerciales. "Estamos aquí preparando el terreno para cosechar un futuro distinto y con justicia para el campo mexicano".

A la exigencia campesina de revisar el TLCAN se adhirieron las organizaciones sociales, que con la representación de Miguel Concha Malo sostuvieron: "al gobierno hay que demandarle que rectifique y reconozca de manera integral la Constitución que está por encima de cualquier acuerdo comercial, y los acuerdos de San Andrés". No se puede continuar aplicando "inmisericordemente y a rajatabla el TLCAN; todos tenemos la obligación de participar en la construcción de nuevas relaciones del Estado y la sociedad con el campo, con el que tenemos una grave deuda social".

Entre los oradores también estuvieron Francisco Hernández Juárez -quien como presidente de la Unión Nacional de Trabajadores refrendó el compromiso de realizar un paro nacional, si es necesario- y Rosendo Flores Flores, presidente del Frente Sindical Mexicano.

Antes de que los campesinos retornarán a sus comunidades y ejidos, los líderes de las organizaciones informaron que preparan su convención nacional agropecuaria y un pacto campesino, que comenzará con congresos estatales. Y pidieron de nuevo a Fox que cumpla su palabra de firmar un acuerdo nacional para el campo.

Pero si no lo hace los tractores saldrán a las carreteras y millones de desesperados volverán a concentrarse en el Zócalo. 

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