Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 20 de enero de 2003
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Espectáculos
Miles de adultos en plenitud disfrutaron emotivas canciones mexicanas y latinas del ayer

Sentimientos y añoranzas inundan el Zócalo la noche del sábado

Jorge Saldaña recreó su famoso y extinto programa Nostalgia, en acto organizado por el Gobierno del DF Agradecemos al pueblo que nos alimenta el alma, dijo la californiana Anwen, del trío Cascada de Flores

JAIME WHALEY

Una nube nostálgica se cirnió sobre el Zócalo capitalino la noche del sábado, al continuar este año los programas semanales que ahí presenta el Instituto de Cultura de la Ciudad.

Miles de personas de la antes conocida tercera edad y que hoy, en el argot político vigente se les denomina adultos en plenitud, adoptaron una actitud de laxitud al rememorar tiempos idos, pues el elenco del programa se prestaba a ello; es más, para eso estaba.

El tablado del escenario, en la esquina norponiente de la amplia plancha de concreto, fue decorado como una cómoda sala con sus sillones en los que los artistas se aposentaron y hasta una mesita de centro colocaron.

El anfitrión fue un hombre que, en su tiempo, desató polémicas en la llamada pantalla chica, medio del que actualmente está practicamente proscrito, y que ahora, en amena emisión, se le puede sintonizar en el 760 de la amplitud modulada todas las mañanas, a partir de las 10, en trasmisión directa desde su natal Banderilla, allá, a orillas de Xalapa. Sin mayores preámbulos lo mencionaremos: Jorge Saldaña.

El locutor recreó su famoso, y para algunos añorado, programa Nostalgia, que la extinta Imevisión ponía en pantalla cada sábado hasta que Canal 13 fue vendido. Lo acompañaron Ana Libia, cancionera veracruzana, quien cobrara fama en los programas de la W. Azucena, vocalista regiomontana, también dada a las interpretaciones del ayer. Erick, cantante que por ahí anda, y como parte medular de la velada fue presentado el trío de Cascada de Flores, de componentes binacionales, ya que está conformado por dos damas californianas, Sabra Weber y Anwen Lawrence, y el mexicano Jorge Liceaga; y habrá que hacer la salvedad de que los tres son bastante jóvenes pero su repertorio está básicamente compuesto de temas de añoranzas mexicanas y también latinoamericanas. Son, además, el último descubrimiento de Saldaña, hecho que ocurrió hace apenas 10 días en la capital veracruzana cuando el conductor escuchó uno de los discos de este trío que radica en San Francisco, California, y por esas tierras ameniza reuniones y cuanto festejo al que son invitados. En la llamada Atenas mexicana, el trío hallábase en un curso de son jarocho.

"Estamos nerviosas", aceptó Anwen antes de subir al foro, "pero queremos darle un agradecimiento al pueblo que nos alimenta el alma". Frase que repitió ya instalada frente a la multitud y que les redituó una buena carretada de palmadas para enseguida arrancarse con temas como Perfume de gardenias (que casualmente fue el nombre dado al acto) o Las Isabeles, que eran delgaditas de cintura y de corazón alegre.

Y ya luego, el anfitrión Saldaña se soltó con sus interpretaciones a las que les pone más sentimiento que voz pues de esto último, no tiene, pero al igual que su paisano el Flaco Lara lo compensa con feeling, aunque es de reconocerse que su voz tiene un cierto dejo a la del Jefe Daniel Santos

Los miles de congregados lo vitorearon, así como también vociferaron sus loas a la neblinosa Banderilla, al tiempo que el sexteto de Chava Dávila se lucía en los acompañamientos de clásicas como aquella de En el tronco de un árbol una niña... o esa otra de Cuando se apartan dos corazones... y aquella que dice Pensamiento, dile a fragancia que yo la quiero, que no la puedo olvidar.

El ambiente fue meramente informal, algunos mayorcitos de renombre que sobresalían entre la masa eran Armando Rascón Salmón, a quien sus colegas locutores de la 620 AM incrementan la cacofonía de sus sustantivos y le agregan un merecido cabecita de algodón. Y para seguir con la rima, por ahí también andaba El Abulón, que por nombre tiene el de Ramón pero que se apellida Hernández.

Al ex pelotero lo escoltaban su esposa y su hija Sara, nacida durante aquella valiente gesta en que los beisbolistas desafiaron, hace poco más de dos décadas, a la soberbia de los dueños de los equipos y sentó un precedente de dignidad para los deportistas profesionales.

El momento, acortado por el frío, resultó del agrado y Saldaña señaló que está dispuesto a presentarlo, como a veces lo hace, en cualquier escenario

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