Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 13 de enero de 2003
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Política

Iván Restrepo

Los plaguicidas, una forma de matar indios

Cada año mueren en el mundo cerca de 5 mil personas a consecuencia de los plaguicidas. Es una cifra muy conservadora, porque se refiere a los que figuran en las estadísticas epidemiológicas de los países donde se aplican dichos compuestos, que generalmente son incompletas y deficientes. No incluyen, por lo tanto, a la mayoría de las víctimas, a quienes luego de tener contacto con plaguicidas desarrollan al paso del tiempo, lo mismo en el agro que en la ciudad, los males que finalmente los llevarán a la tumba, como el cáncer.

En México los agroquímicos ocasionan daños a la salud de quienes trabajan en las fábricas donde se elaboran, a quienes los aplican en el campo de cultivo o a los que por diversos motivos están en contacto con dichas sustancias.

En el libro que sobre el tema publicamos en 1988, que en 1992 reditó actualizado la Comisión Nacional de Derechos Humanos, detallamos las irregularidades que se cometían en varios distritos de riego (Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, el Soconusco, tierra caliente de Michoacán, El Bajío), donde se aplican descuidadamente numerosos plaguicidas, algunos prohibidos, así como los variados efectos que ocasiona en la salud de la población y el ambiente. Ilustramos lo que ocurría con los niños yaquis de Sonora, quienes desde su nacimiento ya traían su carga de tóxicos que luego aumentaba mediante la ingestión de la leche materna.

Podría pensarse que a 10 años de publicado el estudio, las cosas serían diferentes y que las instancias oficiales responsables de resolver estos problemas ya habrían cumplido con su deber. No es así y esto se demuestra en Plaguicidas, tabaco y salud, libro de Patricia Díaz Romo y Samuel Salinas Alvarez, el cual revela por primera vez de manera integral el drama de los jornaleros huicholes y mestizos, así como de los ejidatarios que trabajan y viven en las áreas tabacaleras de Nayarit.

Al igual que ha sucedido con otros estudios sobre plaguicidas, los autores no contaron con recursos públicos para su investigación, que realizaron con apoyo de instituciones privadas y de reconocidos especialistas en el tema. Es una tarea que desde hace años anima contra la indiferencia oficial y de la misma sociedad Díaz Romo y un pequeño, pero decidido grupo de activistas sociales.

No quiero abundar en las evidencias científicas que muestran hasta qué punto en los campos tabacaleros de Nayarit se viola el derecho a la salud, a un trabajo que no la deteriore, a disfrutar de una calidad de vida propia de ciudadanos de primera, no de quinta. La obra detalla esas y otras muchas irregularidades e insiste en que los más perjudicados son los indígenas, sean adultos o menores, que laboran en el cultivo del tabaco. Pero sí deseo mencionar el llamado que en la presentación de este trabajo hace la doctora Lilia A. Albert a las autoridades

La reconocida toxicóloga señala que las instancias oficiales no deben descalificar, como suelen hacerlo, los estudios independientes que muestran la ineficacia con que actúa el sector público a la hora de hacer cumplir la ley y velar por el bienestar ciudadano. Advierte, por el contrario, que deben tomar investigaciones como la que ahora comentamos para ahondar en el problema, solucionarlo y resolver las injusticias de todo tipo que hoy rodean a los indígenas y demás habitantes del campo mexicano.

Indigna que mientras se dictan medidas contra la industria tabacalera para evitar que el cigarro siga causando daño a los fumadores activos y pasivos (atender sus males afecta también el insuficiente presupuesto de salud), no se preste la debida atención a quienes mueren o sufren enfermedades en los campos tabacaleros por culpa de los plaguicidas.

Los poderes Ejecutivo y Legislativo se ufanan de contar hoy con reformas legales que -aseguran- garantizan la calidad de vida indígena. Sin embargo, tal parece que el mejor indio sigue siendo el muerto, ya no por las balas de guardias blancas o la violencia del Estado, sino por la vía más silenciosa: los plaguicidas.

Los interesados en obtener más información sobre el tema y el libro que hoy comentamos, pueden escribir a:

[email protected]

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