Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 29 de diciembre de 2002
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Espectáculos
Músculos elásticos, bengalas felinas y risas blandas conviven en dos pistas a la vez

En 115 minutos, el Circo Atayde resume 115 años de existencia

El show de hoy en la Arena México coincide con la despedida del Cirque du Soleil en Santa Fe

PABLO ESPINOSA

El cumpleaños 115 del Circo Atayde se celebra con más de 115 minutos de fascinación dos veces por día en la Arena México.

Dos pistas, dos actos, piras de carne humana, bengalas de carne felina, bólidos de tejido nervioso, músculos elásticos, algunas lastimaduras, muchas risas blandas.

En escena, una obertura-fantasía: el vagabundo que extrae de su maleta una muñeca de trapo que trueca sus hilos por tendones, sus algodones por protuberancias femeninas y un contorsionismo que asombra y hace abrir la boca y más los ojos de un público notoriamente feligrés del circo. Ha iniciado la magia.

Es ahí, desde el mismísimo primer instante de la función del circo por antonomasia de México, que surge de manera inevitable la comparación: comparecen en los mismos días aunque en distintos escenarios dos versiones extremas del arte del circo.

En Santa Fe, lugar del más alto contraste entre ricos y pobres (barracas y asentamientos irregulares conviven con oficinas y edificios de lujo insolente), termina hoy domingo su temporada uno de los capítulos más elevados de la cultura circense de Occidente: el Cirque du Soleil.

En la colonia Doctores, lugar del más alto contraste entre los últimos suspiros de la cultura de barrio y los embates de la contaminación de todo tipo y la dizque modernidad, inició su temporada uno de los capítulos más elevados de la tradición de México: el Circo Atayde.

En contenido y continente resulta harto interesante la comparación:

El arte supremo del Soleil y sus ahondamientos culturales vastos. En tanto, su único defecto es lo prohibitivo de los precios de los boletos, que reduce injustamente su disfrute al sector más prepotente, grosero e ignorante: los dueños del dinero, que atiborraron todas y cada una de las funciones a precios estratosféricos.

El arte supremo del Atayde y sus ahondamientos de identidad cultural amplios y vastos. Ningún defecto, puras virtudes, entre ellas la evidente cualidad de parroquianos, feligreses, asiduos, fieles del circo. Un público evidentemente conocedor y cariñoso, amante del arte del circo se acerca al fogón de dos pistas de la Arena México.

En escena ya se oyen notas de clarines: inicia el magno desfile de la función conmemorativa de los 115 años del Atayde. Con los ojos bien abiertos, los mortales verán desfilar, una a una, las rayas que Franz Kafka dibujó en la lisa frente infantil de su artista del trapecio.

He ahí el prodigio deconstruido: el chasquido del látigo, el latido del corazón, el rugido del tigre de bengala, imponente y bello como un poema de Eduardo Lizalde, tan sabio y hondo como una fábula de Augusto Monterroso, las risas cristalinas, una lastimadura en el muslo izquierdo de una bella dama que se contorsiona y se hace dueña y señora del aire, la lava de adrenalina que flota entre butacas, los ayes y los ohes de asombro, admiración, miedo repentino y divertido, una sucesión de aleluyas que alejen lentamente, así vuelvan en cuanto termine la función, nuestras miserias.

Animales, esencia circense. En autoironía inefable, el maestro de ceremonias ensaya fallidos sinónimos de la palabra "inteligencia" como motes para todos los animales que presenta: los chimpancés comediantes, Yorch la jirafa inteligente, los perros amaestrados, los inmensos elefantes, las llamas ardientes, los dromedarios, los mojones sonoros como tubas de orquesta de pueblo de los elefantes. Hay el olor de circo, cierto, pero también el sonido del circo, la piel del circo más adentro de su carpa, su más profunda piel siempre tan erizada de emociones, siempre tan abismada de alegrías tristes y de tristezas alegrísimas.

El circo, ay, el circo. El joven Circo Atayde apaga 115 velitas mientras prende dos veces al día sus luces en la Arena México.

El circo Atayde se presenta en la Arena México (Doctor Lucio y Doctor Lavista) de lunes a viernes a las 17 y 19:30 horas; sábados a las 12, 17 y 19:30 horas y los domingos a las 12, 16 y 19 horas.

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