Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 29 de diciembre de 2002
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Economía

Jose Antonio Rojas Nieto

La dura lección de 2002

El tiempo siempre ha sido buen consejero. Este difícil año nos ha permitido aprender mejor la lección. Tenemos más elementos para comprender la naturaleza de la crisis económica estadunidense (también nuestra crisis) y las características de su recuperación (también la nuestra). Desde mediados de 2001, en los medios financieros del vecino país se profundizaba el análisis de la crisis. A finales de 2001, The New York Times promovió y dio razón de un debate en el que eso se discutía (Wall Street's Prescriptions in a Convalescing Economy, http://www.nytimes.com/2002/01/05/business/05ECON.html). A decir de varios analistas de Wall Street la retracción económica expresaba el agotamiento del largo periodo de ascenso que, por diversos medios y con múltiples mecanismos, se alargó artificialmente por lo menos tres años.

Eso - aseguraban los analistas del New York Times- se mostraba mediante el desarrollo de dos fenómenos típicos de las crisis: por un lado un severo proceso de sobreinversión vinculado a una valorización más que proporcional de las inversiones, sobre todo bursátiles, y por otro, como consecuencia de lo anterior, una aguda sobreacumulación de activos que deprimía severamente las utilidades de la economía, pues con creciente capacidad instalada se obtenían beneficios decrecientes.

Símbolo claro de estos dos problemas, indicaban esos analistas, era el errático comportamiento del índice Dow Jones (promedio del comportamiento bursátil de 30 de las más importantes industrias estadunidenses) el que luego de su caída de 1987, ascendió durante 11 años seguidos hasta 1998. Para ellos la momentánea caída del índice en ese año ya era expresión de agotamiento. Sin embargo, la valorización de las acciones continuó hasta alcanzar su máximo histórico de todos los tiempos el día 14 de enero de 2000: 11 mil 723 puntos, lo que resultó ser, hace un año ya lo aseguraban, absolutamente artificial e inapropiado para la marcha global de la economía vecina.

También hace una año, por cierto, ya sabíamos que luego de ese 14 de enero el Dow Jones se detuvo y no subió más. También sabíamos que por los terribles sucesos del 11 de septiembre de 2001, descendió drásticamente hasta el 22 del mismo mes. Pero hace un año no estaba claro si esa caída sólo manifestaba la terrible turbulencia económica posterior a esos terribles acontecimientos o, luego de su estancamiento persistente, ese descenso podía ser considerado como segunda expresión del decaimiento sostenido y estructural de la economía. Hoy, en cambio, sabemos que luego de un errático ascenso registrado del 22 de septiembre de 2001 al 19 de marzo de 2002 y una ulterior caída a partir de ese día, que lo llevó en octubre pasado a su nivel más bajo de los últimos cinco años (7 mil 300 puntos), el Dow Jones sigue en problemas y que recién oscila en una banda de 8 mil 500 puntos. También sabemos que se experimentan dificultades muy severas para su recuperación sostenida, expresión de las similarmente severas dificultades que experimenta la economía en su conjunto para su recuperación.

El 14 de enero de 2003 el Dow Jones cumplirá tres años completos de no superar el nivel histórico de 11 mil 723 puntos luego de casi dos años de lo que hoy podemos llamar su "ascenso artificial". Y a decir de muchos otros analistas, da la impresión de que faltan varios meses para que retome su camino ascendente, en virtud de esos dos fenómenos terribles e inmanipulables que subyacen en su errático comportamiento, una sobreinversión y una sobreacumulación, que por su propia naturaleza exigen varios meses para ser superados. Vivimos, entonces, lo que pudiéramos llamar un proceso de desintoxicación productiva, luego del cual, y no sin dificultades, se podría abrir un nuevo ciclo de ascenso económico. Con este índice como muestra, es posible, entonces, confirmar la validez de la hipótesis reiteradamente advertida por varios analistas del propio corazón de los negocios estadunidenses, que aseguraban que al menos desde finales de 1998 las bolsas no tenían ya razones solventes para elevar rendimientos y con ello confirmar que la recuperación continuará siendo muy lenta y muy difícil.

Esa es, quizás, la lección principal de 2002, lección dura y dolorosa por lo que representa para las expectativas de una población como la mexicana, cuyas condiciones de vida, para bien y para mal, se encuentran vinculadas de manera creciente a la suerte de la economía más fuerte y compleja del mundo. No es cierto ya, entonces, que sólo los migrantes jueguen su suerte en el otro lado. š El otro lado ya está también de este lado!

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