La Jornada Semanal,   domingo 8 de diciembre del 2002        núm. 405
José Ángel Leyva
entrevista con Cintio Vitier

Hacia la poesía 
de la conciencia

Hace ya nueve años que el poeta Eliseo Diego, uno de los pilares del grupo que adquirió presencia en torno a la revista Orígenes –con figuras de la talla de José Lezama Lima, Virgilio Piñera, Fina García Marruz, Gastón Baquero, Octavio Smith, Julián Orbón, Cleva Solís–, recibió el Premio Juan Rulfo de Literatura Latinoamericana y del Caribe, que se entrega en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Este año el reconocimiento ha sido destinado para su entrañable amigo y compañero intelectual, el también poeta y pilar de ese legendario grupo de escritores cubanos, Cintio Vitier, quien, además de poeta, es narrador, ensayista y estudioso de la vida y obra de José Martí.

Cintio Vitier nació en Cayo Hueso, la Florida, el 25 de septiembre de 1921. Su padre, Medardo Vitier, fue un poeta y educador que gozó de amplio reconocimiento en su país. El primer poemario de Cintio, escrito en plena adolescencia, fue revisado y seleccionado por Juan Ramón Jiménez y sobre él escribió el Premio Nobel de Literatura español: "A los diecisiete años de alma y carne sitiadas por lo desnudo, es ya centro de sí mismo." Por su parte, Lezama Lima reconoció en su joven compañero a un escritor forjado en los sueños, en el oficio del orfebre literario, y a un personaje candoroso que "no guarda rencor ni para las alimañas."

En un breve intercambio epistolar y a punto de viajar hacia Guadalajara, Cintio Vitier accede a responder un mínimo cuestionario, en contra de las indicaciones de sus médicos. Demos paso entonces a la entrevista.

A usted, que es un hombre a quien le preocupa de manera esencial el misterio de la memoria, ¿cómo se le revela su infancia, entre la realidad del mundo exterior, callejero, y el ámbito familiar forjado con palabras y significados?

–Mi infancia tuvo tres vivencias fundamentales: mi ciudad provinciana [Matanzas], la finca de mi abuela materna en el campo, y mi casa que era simultáneamente un colegio. Sobre aquella infancia, pronto entremezclada de adolescencia, escribí, entre otros muchos, estos testimonios, fragmentarios aquí:

En aquella invisible ciudad morada y mustia
los mulos del carbón, los níveos pescadores
escanciaban la forma secreta de mi angustia,
iniciaron el fúnebre ajedrez de sus rumores…

[...]

Vamos a ver a Flora suave y pálida.
¡Cuidado con la línea, hijo! Vamos
por el camino de las cañabravas
en la radiosa bulla de los pájaros…

[...]

Qué extraño era todo. ¿Por qué era así? Que fuera así era lo más extraño de todo.

Los cuentos de Sinforosa y Guillermito, de las palabras "brevollanas" en la clase de gramática y del monstruosillo "divercansí" en la de inglés, alegraban las veladas del colegio, mientras el niño trabajaba con sus libretas en dos tintas, con sus cuadernos de mapas, con sus plumas de colores y puntos de oro, con su regla flamante y su compás científico, de lapicito especial.

Las ráfagas de las conversaciones a veces se nublaban…

–Es inevitable hablar del grupo Orígenes, un pilar de la historia intelectual y literaria de Cuba. A usted se le encasilló durante mucho tiempo como el ensayista del grupo, pero es un gran poeta. ¿Cómo influyeron en usted y en su poesía Lezama Lima y Eliseo Diego y cómo cree usted que a su vez estuvo presente en sus vidas y en sus obras?

–Después de la revelación juanramoniana, Muerte de Narciso y Enemigo rumor fueron para mí, literalmente, otro nacimiento de la poesía. En cuanto a Eliseo, nunca he tenido distancia suficiente para medir su influencia en mí. Más que influencias mutuas, creo que entre nosotros hubo, y hay, desde que nos conocimos a los quince años y hasta siempre, una compleja comunión de la que yo he salido siempre más enriquecido.

–En su ensayo "Lo cubano en la poesía" usted destaca la figura de Martí como "la semilla más dura de nuestra realidad, el mayor tesoro que tenemos". Martí es un pensador, un político, un luchador social, un poeta y un mártir de la patria. ¿Cuáles son para usted los fundamentos de esa semilla política y literaria que encarna Martí? ¿Qué nos puede enseñar una lectura profunda de su vida y de su obra?

–Aunque recuerdo ahora el dicho del maestro Alfonso Reyes: "prefiero repetirme a citarme", no encuentro modo de responderle mejor que con las palabras finales de mi ensayo "Martí futuro": "Ninguno como él regó con su sangre la tierra verdadera del hombre: del hombre completo, carnal y espiritual, profano y sagrado, temporal y eterno. Del hombre íntegro que es, en la historia, nuestra única esperanza.

–En ese mismo ensayo usted alude a la "razón caliente" (del ser cubano) que identifica como el corazón de una Europa cerebral y fría, y al "Hombre de las metáforas", que nos señala como el creador, el pensador, el que nombra la realidad con palabras seminales, perdurables. Con ambas figuras usted conforma un discurso en favor de la esperanza, de la soledad insular que se conecta con la humanidad. ¿Cómo logra su poesía vencer la calamidad y el escepticismo, la carencia, la frustración de la historia; esas mismas razones que hacen decir a un hombre como Cioran que la Naturaleza cometió su peor error al crear al hombre, su destructor? ¿Cómo respondería usted a semejante expresión?

–Soy cristiano, o aspiro a serlo.

–En su poesía alude con frecuencia a la máscara, a la extrañeza ante sí (la otredad); a la libertad, a la naturaleza, a la justicia. Desde su primer poemario Luz ya sueño hasta Dama pobreza (1992) y Versos de la nueva casa (1993), ¿cómo cree usted que ha cambiado su mirada sobre tales temas o preocupaciones éticas que echan luz al mismo tiempo sobre sus preocupaciones estéticas?

–De Extrañeza de estar, en efecto, me fue dable llegar hasta Canto llano, que coincidió con el inicio de una Revolución que a su vez me permitió acceder, no obstante errores y torpezas, de "la conciencia de la poesía" (tema de mi Poética y otros libros en verso y prosa) a "la poesía de la conciencia". Doy gracias por ello, y a usted le agradezco la completez de su lectura de mis testimonios poéticos.