Nostalgia de la sombra es su más
reciente novela publicada por Joaquín Mortiz
Retoma Eduardo Antonio Parra el tema de la violencia
en México
''La intuición, herramienta valiosa que en ocasiones
se le menosprecia en la literatura''
En mis textos trato de que se escuche el habla y la
música que la acompaña, explica
CESAR GÜEMES
Con su texto Nadie los vio salir dio un merecido
campanazo que le valió por una parte el Premio de Cuento Juan Rulfo
que confiere Radio Francia, y por otra que el lector se asomara a trabajos
suyos como Los límites de la noche y Tierra de nadie.
Eduardo Antonio Parra forma parte del Sistema Nacional de Creadores, ha
obtenido la beca Guggenheim y publica Nostalgia de la sombra (Joaquín
Mortiz), singular novela en la que enfrenta al común denominador
del México actual, la violencia.
-Has cultivado a lo largo de un lapso considerable el
relato corto. ¿Qué te hizo cambiar de camino?
-Siempre he tenido la idea de que hay historias que se
cuentan en pocas páginas y otras que requieren de un espacio amplio.
Desde hace varios años me vine encontrando con temas que debí
dejar para más adelante porque eran prácticamente novelas.
Si hubiera cedido a la tentación de escribir dos relatos con los
personajes y la historia de Nostalgia de la sombra, no habría
dicho todo lo necesario. Quería narrar al protagonista a profundidad,
que se observaran las transformaciones sicológicas por las que atraviesa.
Eso es en la concepción, en cuanto al trabajo fue un poco más
complejo estructurar una novela que un libro de relatos. De cualquier modo,
aproveché mi experiencia como cuentista para estructurar los capítulos.
Es por eso que di a los apartados la fuerza de arranque y de cierre propios
de un cuento.
Lastre de un pasado
-Es verdad que Ramiro Mendoza Elizondo, el protagonista
de la novela, reflexiona ampliamente sobre sus actos. Eso también
es técnica.
-Una de las intenciones que tuve fue que se fuera dibujando
solo por medio de las introspecciones y enseguida por las acciones. Es
un personaje que tiene poca vida exterior, salvo la acción violenta,
de forma constante reflexiona sobre sí mismo porque carga con un
pasado del que desea desprenderse. Más que pensar sobre él,
creo que reflexiona en torno de lo que siente. Si lo veo desde fuera, me
parece que busca desprenderse de lo que ha venido rodeándolo, cada
cadáver es para él una especie de dique que coloca entre
él y su vida anterior. Funciona de esa manera hasta que le encargan
un asesinato que curiosamente detona sus recuerdos.
-Es singular que tu trabajo narrativo retome un escenario
nacional y el tema de la violencia, que es innegable.
-Tengo una fascinación por el tema de la violencia,
aunque me asuste. No podemos ignorarla ni decir que es mayor en la ciudad
de México que en el resto del país. Así que decidí
contarla, reflejarla, para dejar constancia literaria de ella, entre las
varias que existen. Luego, la novela transcurre en México porque
finalmente uno pinta su aldea, la universalidad se encuentra en cualquier
barrio o poblado. Mi intención es continuar escarbando en la realidad
mexicana a fin de proyectarla hacia fuera.
-En Nostalgia de la sombra mantienes el estilo
que empezaste a conformar con Los límites de la noche.
-Eso intento. No me gusta la narrativa de lenguaje uniforme.
Cuando leo soy feliz al identificar a un autor por una sola página.
La lengua baja en calorías no me atrae, por eso me apego al estilo
personal.
-¿Pasaste por algún periodo de documentación
para esta novela?
-He pasado por algunos, pero no me aboco a estudiar para
desarrollar un tema. Por lo general hay asuntos que me interesan y los
leo de manera constante. Siempre he estado cercano a textos que examinan
la violencia y los asesinatos. Para Nostalgia de la sombra releí
desde luego Crimen y castigo, de Dostoyevski, y Confesión
de un asesino, de Joseph Roth, más textos clásicos de
teoría como La mente asesina, de David Abrahamsen, y novelas
mexicanas contemporáneas como las de Elmer Mendoza, a quien de algún
modo le hago un homenaje bautizando a mi personaje con su apellido. Aclaro
que no me basé en ellas para hacer mi novela, sino para retomar
el tono y el ritmo de la atmósfera que buscaba formar. No soy enemigo
del estudio para desarrollar un tema, pero dejo buena parte de la responsabilidad
literaria a la intuición, una herramienta valiosa y en ocasiones
menospreciada.
Ineludible, la influencia del cine
-Nostalgia de la sombra cuenta, entre otros, con
elementos cinematográficos.
-En cuanto al montaje, sí. Trato de que mis textos
más que sólo visuales resulten sensuales, que se sienta la
temperatura, que se escuche el habla y la música que la acompaña.
Por otra parte, es verdad que a estas alturas ya nadie que escriba puede
eludir la influencia del cine. En mi caso, es la cinematografía
mexicana la que percibo más cercana. Mi generación se alimentó
desde la infancia con todas esas imágenes. Así que algo queda
de todo eso que hemos visto. Cuando escribo no soy consciente de aplicar
técnicas cinematográficas, pero se deslizan en la prosa.
-Luego de haberte forjado un espacio como cuentista, ¿seguirás
en la novela?
-Sí, pero no abandonaré el relato, en el
que me formé. Ahora escribo casi a la par otra novela y un libro
más de cuento. Y me descubro muy tranquilo al saber que tengo la
libertad de ir de un género narrativo a otro sin pasar por la aduana.