Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 28 de noviembre de 2002
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Cultura
Nostalgia de la sombra es su más reciente novela publicada por Joaquín Mortiz

Retoma Eduardo Antonio Parra el tema de la violencia en México

''La intuición, herramienta valiosa que en ocasiones se le menosprecia en la literatura''

En mis textos trato de que se escuche el habla y la música que la acompaña, explica

CESAR GÜEMES

Con su texto Nadie los vio salir dio un merecido campanazo que le valió por una parte el Premio de Cuento Juan Rulfo que confiere Radio Francia, y por otra que el lector se asomara a trabajos suyos como Los límites de la noche y Tierra de nadie. Eduardo Antonio Parra forma parte del Sistema Nacional de Creadores, ha obtenido la beca Guggenheim y publica Nostalgia de la sombra (Joaquín Mortiz), singular novela en la que enfrenta al común denominador del México actual, la violencia.

-Has cultivado a lo largo de un lapso considerable el relato corto. ¿Qué te hizo cambiar de camino?

-Siempre he tenido la idea de que hay historias que se cuentan en pocas páginas y otras que requieren de un espacio amplio. Desde hace varios años me vine encontrando con temas que debí dejar para más adelante porque eran prácticamente novelas. Si hubiera cedido a la tentación de escribir dos relatos con los personajes y la historia de Nostalgia de la sombra, no habría dicho todo lo necesario. Quería narrar al protagonista a profundidad, que se observaran las transformaciones sicológicas por las que atraviesa. Eso es en la concepción, en cuanto al trabajo fue un poco más complejo estructurar una novela que un libro de relatos. De cualquier modo, aproveché mi experiencia como cuentista para estructurar los capítulos. Es por eso que di a los apartados la fuerza de arranque y de cierre propios de un cuento.
antonio parra4
Lastre de un pasado

-Es verdad que Ramiro Mendoza Elizondo, el protagonista de la novela, reflexiona ampliamente sobre sus actos. Eso también es técnica.

-Una de las intenciones que tuve fue que se fuera dibujando solo por medio de las introspecciones y enseguida por las acciones. Es un personaje que tiene poca vida exterior, salvo la acción violenta, de forma constante reflexiona sobre sí mismo porque carga con un pasado del que desea desprenderse. Más que pensar sobre él, creo que reflexiona en torno de lo que siente. Si lo veo desde fuera, me parece que busca desprenderse de lo que ha venido rodeándolo, cada cadáver es para él una especie de dique que coloca entre él y su vida anterior. Funciona de esa manera hasta que le encargan un asesinato que curiosamente detona sus recuerdos.

-Es singular que tu trabajo narrativo retome un escenario nacional y el tema de la violencia, que es innegable.

-Tengo una fascinación por el tema de la violencia, aunque me asuste. No podemos ignorarla ni decir que es mayor en la ciudad de México que en el resto del país. Así que decidí contarla, reflejarla, para dejar constancia literaria de ella, entre las varias que existen. Luego, la novela transcurre en México porque finalmente uno pinta su aldea, la universalidad se encuentra en cualquier barrio o poblado. Mi intención es continuar escarbando en la realidad mexicana a fin de proyectarla hacia fuera.

-En Nostalgia de la sombra mantienes el estilo que empezaste a conformar con Los límites de la noche.

-Eso intento. No me gusta la narrativa de lenguaje uniforme. Cuando leo soy feliz al identificar a un autor por una sola página. La lengua baja en calorías no me atrae, por eso me apego al estilo personal.

-¿Pasaste por algún periodo de documentación para esta novela?

-He pasado por algunos, pero no me aboco a estudiar para desarrollar un tema. Por lo general hay asuntos que me interesan y los leo de manera constante. Siempre he estado cercano a textos que examinan la violencia y los asesinatos. Para Nostalgia de la sombra releí desde luego Crimen y castigo, de Dostoyevski, y Confesión de un asesino, de Joseph Roth, más textos clásicos de teoría como La mente asesina, de David Abrahamsen, y novelas mexicanas contemporáneas como las de Elmer Mendoza, a quien de algún modo le hago un homenaje bautizando a mi personaje con su apellido. Aclaro que no me basé en ellas para hacer mi novela, sino para retomar el tono y el ritmo de la atmósfera que buscaba formar. No soy enemigo del estudio para desarrollar un tema, pero dejo buena parte de la responsabilidad literaria a la intuición, una herramienta valiosa y en ocasiones menospreciada.

Ineludible, la influencia del cine

-Nostalgia de la sombra cuenta, entre otros, con elementos cinematográficos.

-En cuanto al montaje, sí. Trato de que mis textos más que sólo visuales resulten sensuales, que se sienta la temperatura, que se escuche el habla y la música que la acompaña. Por otra parte, es verdad que a estas alturas ya nadie que escriba puede eludir la influencia del cine. En mi caso, es la cinematografía mexicana la que percibo más cercana. Mi generación se alimentó desde la infancia con todas esas imágenes. Así que algo queda de todo eso que hemos visto. Cuando escribo no soy consciente de aplicar técnicas cinematográficas, pero se deslizan en la prosa.

-Luego de haberte forjado un espacio como cuentista, ¿seguirás en la novela?

-Sí, pero no abandonaré el relato, en el que me formé. Ahora escribo casi a la par otra novela y un libro más de cuento. Y me descubro muy tranquilo al saber que tengo la libertad de ir de un género narrativo a otro sin pasar por la aduana.

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