Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 25 de septiembre de 2002
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Más de 45 municipios se encuentran en situación grave, indican autoridades

Causó el huracán daños por $2 mil 600 al agro, avicultura y pesca en Yucatán

La mayoría de las colonias de Mérida continúan sin energía eléctrica ni agua potable

JENARO VILLAMIL ENVIADO

Merida, Yuc., 24 de septiembre. Un día después de que el huracán Isidore asolara Yucatán, el saldo de los daños impresiona: 2 mil 600 millones de pesos en pérdidas para la agricultura, avicultura y pesca, según las primeras estimaciones del gobierno del estado; más de 45 municipios se encuentran en situación grave -por lo que se les destinarán los primeros 5 millones de pesos liberados por la autoridad estatal-; las principales infraestructuras telefónicas y de carreteras están averiadas en Mérida, donde casi 10 mil líneas telefónicas estuvieron fuera de servicio; ocho municipios de Campeche quedaron con pérdidas multimillonarias para la pesca, y más de 35 mil damnificados en esta entidad, más daños colateralas en Cancún y Playa del Carmen, Quintana Roo.

Lentamente, la sociedad yucateca comienza a aceptar que después del Isidore difícilmente se volverá pronto a una situación de normalidad. Las escuelas, bancos y otras oficinas aún no abren. El aeropuerto se mantiene cerrado ante el riesgo de que llegue a la entidad la tormenta tropical Lilly. Las preocupaciones por la falta de agua potable y de servicio de energía eléctrica se sienten en todas las colonias meridanas. De los 450 parques de la capital yucateca y de sus 50 comisarías aledañas, 80 por ciento registró daños al caerse árboles, postes, luminarias, semáforos y anuncios espectaculares. Hay cientos de damnificados en las poblaciones Hunucmá, Tizimín, Panabá y Motul.

Ante esta situación, el presidente Vicente Fox hizo breve acto de presencia, pero no dejó muy buen sabor de boca. Ante un grupo de damnificados del albergue de Kanasín, municipio conurbado a Mérida, que se quejaban por sus pérdidas materiales, el mandatario les expresó: "Muy bien jóvenes. ¡Echenle ganas! Habrá apoyos porque hay muchos daños. Junto con la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) le estamos metiendo velocidad, y de inmediato se destinarán recursos del Fondo Nacional de Desastres Naturales". Por lo pronto, sólo anunció que darán 60 mil despensas por medio de la Sedeso.

En el polifórum Zamná, a las seis de la tarde, Fox llegó por sólo 10 minutos, les pidió que tuvieran paciencia y les echó flores de autosuperación personal y un sorpresivo: "¡Que Dios los bendiga!", como si de llamados a misa se tratara.

El gobierno estatal anunció hoy que recibió 36 mil litros de agua purificada para apoyar a las familias más afectadas.

El comercio resiente como nunca los efectos del meteoro. Mérida, capital de los servicios y del comercio en toda la península, ha vivido dos días de interrupción en la actividad comercial, turística y financiera. "Para los empresarios yucatecos las pérdidas fueron muy superiores al Gilberto", declaró a la prensa local Carlos Canto Ontiveros, presidente local de la Coparmex.

Memoria de huracanes

Los yucatecos son hospitalarios hasta con los huracanes. Cada uno tiene su versión de lo que le ha sucedido con Isidore y con otros dos meteoros. En 1951, un huracán, "sin nombre, porque no se acostumbraba", azotó la península de Yucatán. En esa época, el mar también entró a los puertos. Mérida quedó como un paisaje de desastre. La gente mayor lo compara con el huracán Janet, que devastó la ciudad de Chetumal. En septiembre de 1988, exactamente hace 14 años, el huracán Gilberto fue ampliamente anunciado en la radio y en la prensa locales. "El huracán del siglo", le llamaron. Sus vientos alcanzaron ráfagas de hasta 350 kilómetros por hora. Sin embargo, el meteoro sólo estuvo en territorio yucateco 12 horas y no entró hasta el cono sur de la entidad. Desapareció el malecón de Puerto Progreso y generó compras de pánico.

En contraste, Isidore "se estacionó" por más de 30 horas en territorio yucateco. Barrió con árboles, postes, luminarias, casas de cartón, cultivos, con ráfagas de 205 kilómetros por hora. Dejó en tinieblas a Mérida, una ciudad reconocida como la más iluminada del sureste. El Paseo de Montejo, después de las rachas de viento de la madrugada, que dejaron en duermevela a los meridanos, amaneció sin la quinta parte de sus frondosos árboles de tamarindo, de ramones y de laurel. Otras se quedaron sin flamboyanes. El lunes, después de la tormenta, más de 10 mil líneas de Telmex estaban fuera de servicio.

Las panaderías, los supermercados y los locatarios del mercado, famoso por ser uno de los sitios más concurridos para comer cochinita pibil y salbutes, observaban con azoro que algunos de sus provisionales puestos de lámina fueron arrasados.

"Pa' su mecha, éste sí fue peor que Gilberto", comentaban varios yucatecos que recorrían las calles que tenían árboles desgajados desde la raíz, muros y establecimientos que fueron aplastados por algún tronco o poste de luz. Turistas y meridanos hacían cola en las pocas tiendas de autoservicio que funcionaban en la ciudad. "No hay huevos, ni velas ni hielo", advertían los encargados.

"¿A cómo las tortas de cochinita?", le preguntan a un solícito hombre de cachetes amplios. "No las vendo, son para los policías", respondía. Conversadores como pocos, los agentes contaban sus hazañas: impidieron el saqueo en varios supermercados, trasladaron gente de colonias pobres del sur a algunos albergues. En Kanasín y en Umán el agua desbordó las calles, arrasó con casas de lámina y dejó a familias enteras sin patrimonio.

La memoria de los huracanes también ha hecho desconfiados a no pocos yucatecos. "Ojalá no se queden con los huevos, como ocurrió con el Gilberto", comentó una señora en el parque Santa Lucía.

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