Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 1 de septiembre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Política
Rolando Cordera Campos

Cuento de Navidad, para la reforma y el Informe

Los jefes de los partidos se aconsejan y se van , mientras aprenden a acordar sin que les caiga el mundo encima. Por su parte, el presidente Fox hace un homenaje sentido al pueblo mexicano al aludir la gran virtud nacional de sobrevivir la adversidad.

Ante la comunidad judía de México, acosada como pocas por el más criminal de los crímenes organizados como es el secuestro, Fox dijo: "No es por presumir, pero México está en marcha" (La Jornada, 30/08/02, p. 22). Si de eso se tratase, el único autorizado para hacerlo sería el pueblo, tan golpeado y tan poco visitado por los discursos del poder salvo por los del jefe de gobierno, quien sin saber qué decir lo usa de ariete contra "las cúpulas".

El Presidente descubrió que el gobierno hace cosas y que sus trabajos y sus días son de verdad. Pueden dejar poco satisfechos o irritar a muchos, pero son indispensables. Esta obviedad, en la que por lo visto no creían hasta hace poco en el gobierno del cambio, es la que sustenta la absurda campaña de publicidad sobre la realización estatal con que se nos bombardea desde hace semanas y seguramente será la espina vertebral del Informe. ¡Caray! ¡México marcha y nosotros con él!

Habría que imaginar otro formato y contenido para la ceremonia republicana del domingo, que se realiza en todos lados y que, como ocurre en Estados Unidos, sirve para desplegar entusiastas actos de fe presidencialistas, sólo que allá en inglés. Digamos que un cuento de Navidad para la República.

Por ejemplo, que en vez de informarnos que estamos vivos y tenemos aulas o quirófanos, o enseñamos a leer a los adultos o a los indios, se nos propusiera una agenda de reflexión sobre la carga inclemente que llevamos y que requerirá para tan sólo soportarla de algo más, mucho más, que de reuniones en Los Pinos o en la Casa de Morelos.

Y admitir, que con recuperación y sin ella, la economía no da para tanta carencia e inseguridad, que sin cooperación social duradera no habrá solidaridad que aguante, mucho menos caridad que sirva.

Item más: que los dirigentes y las dirigentas de los partidos se redujesen a hablar, llegar a acuerdos y firmarlos de ser ese el caso, y se abstuviesen de hacerla de hermeneutas al gusto de sus volubles galerías. El caso de la reunión de Morelia es emblemático. Por más que se lea y busquen las entrelíneas favoritas, el Acuerdo Político por México no compromete a ningún firmante a oponerse a reformar la Constitución en ninguna materia, ni en la eléctrica. Sí compromete a los partidos (PRI, PRD, PVEM, PT) a hacer lo que poco han hecho, que es pensar la política como decisiones y encomiendas que tienen, sin excepción, implicaciones públicas, que van más allá de sus respectivos palenques.

Otro deseo: que la defensa de soberanía y patrimonio nacionales no se confundiese con la defensa de prebendas gremiales inadmisibles o la exaltación festiva de virtudes inexistentes en nuestros organismos públicos más eficaces y necesarios. Si de defender la empresa pública se trata, defendámosla también de sus servidores y funcionarios, así como de los abusos y terrorismos fiscales bizarros a que se las ha sometido. Mediante la ley y sus reformas, incluida la Constitución, de ser preciso, pero también por conducto de la contraloría popular instalada en el Congreso.

Por cierto: confundir contraloría con persecución de corruptos por docena es el peor servicio que se puede hacer a la transparencia que reclama la sociedad y promete el gobierno. Entre promesa y compromiso hay más de un paso y habría que reconocer que no se han dado; traspiés sí, y muchos.

La cúpula empresarial tiene que poner de su parte para el relato. Para empezar, tiene que demostrar que es órgano de articulación de intereses y no consejo de administración "sombra" de unos cuantos. Y aquí la energía vuelve a ser emblemática. No ha habido nada serio que ilustre al mexicano de a pie sobre la imposibilidad de contar con electricidad segura y buena en el futuro sin el concurso de la inversión privada, nacional y extranjera, como reiteró en el Senado el presidente en turno del Consejo Coordinador Empresarial.

No sabemos todavía porqué esa inversión será diferente y pondrá por delante el interés nacional y por encima de sus planes de utilidades el consumo y las necesidades de la gente. Tampoco hay un cálculo de lo que costará la ansiada inversión en posteriores remisiones de ganancias al exterior; mucho menos lo que implica para el empleo doméstico o el fomento a la industria instalada dentro del país.

Lo único que hay es la obsesión cupular con la reforma, así como el miedo a lo que dirán de nosotros "los mercados" y, desde luego, al populismo y el nacionalismo trasnochados, que vaya usted a saber adónde nos quiere llevar. Pero de la calidad y los números de la reforma poco o nada.

La luz no se va a apagar, como han dicho los que saben. Pero también que se necesita adelantarse al futuro y que eso sólo se puede hacer con inversiones que están por encima de lo normal. Y ahí termina por ahora la sabiduría compartida, y empieza la nebulosa que se quiere desvanecer con cifras estratosféricas o llamados a una unidad nacional apresurada en torno a una causa lejana que a muchos parece esotérica.

Se necesita de discurso de aliento, pero también de números creíbles y de opiniones expertas que se atrevan a hablar con sencillez. Este debería ser el sustento de una decisión nacional como la que reclamará de nuevo el presidente Fox este domingo. El Congreso debería poner manos a la obra, presentar a la sociedad las evaluaciones de sus órganos de análisis y auditoría y llamar a los ingenieros que saben de esto a sesiones públicas y televisadas, de preguntas concretas y respuestas destinadas a ilustrar al respetable.

Y luego que se legisle y, si se decide, que se abra la venta del año. No antes. De empeñarse en dividir al país en traidores y retrógrados, lo único que sobrevivirá será la sospecha de que al final del juego todo era negocio de unos u otros. Pero no hay de qué presumir, se trataba de un cuento de Navidad y diciembre queda lejos. 

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año