miércoles 3 de julio de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Opinión

No parking... no shopping: especulación o patrimonio

n Sergio Zaldívar Guerra

La construcción de un estacionamiento en la plaza central de Puebla ha sido motivo de gran inquietud en muchos sectores. Entrevistado en el noticiario radiofónico de Ricardo Rocha, el presidente municipal de Puebla, quien induce el proyecto, dio como razón de su propósito un dicho al que debemos atender: "No parkingÉ ¡No shopping!". Paredes Moctezuma sustantivó también a quienes se oponen al proyecto: expertos de poco éxito, "no son los más exitosos", dijo.
Con esto ya podemos entender: el presidente municipal considera que el Centro Histórico de Puebla es un mall que debe competir con los varios centros que de este tipo han proliferado en Puebla, teniendo una condición privilegiada para estacionar el auto, abrir la cajuela y llenarla de las más diversas compras antes de partir a casa.
Lo anterior parece derivarse de la idea que las autoridades de nuestro país tienen de la cultura, que considera al patrimonio como política de supermercado: videos, películas, "posters", movimiento de piezas, inauguraciones y cocteles para lucimiento de las señoras. Así lo entiende, en primer término, la presidencia de Conaculta, de conocida y reiterada descalificación a su capacidad, de cortos entendimientos y limitados conocimientos. Bajo esta norma reparte los dineros de la FederaciónÉ Nada de fondos que se proyecte en líneas técnicas.
Al hablar de benéficos estacionamientos, Paredes Moctezuma puso como ejemplo el de Bellas Artes en la ciudad de México, el de la Plaza de la Constitución en Querétaro y algunos de Madrid y otras ciudades que probablemente sus críticos "ni conocen". Todo parece indicar que él viaja sólo en excursiones de grupo y no ha vivido las ciudades ni se ha enterado de las polémicas que han llegado a consolidar un teoría de la conservación que deja ya de lado la construcción de estacionamientos en los centros históricos. Eran, en efecto, soluciones de los años setenta, que ya no suelen tener aceptación. El de Madrid es viejo y por el centro de París o Londres pocos prefieren transitar en coche, pues la razón hace preferible llegar a ellos en metro o en taxi.
El presidente municipal quizá tampoco conozca Brujas o Bolonia, para entender cómo se planea hoy los estacionamientos en la periferia de las concentraciones y se deja libre de vehículos al Centro Histórico. Poco ha de saber del éxito social y político de los cierres al tránsito de Roma en jornadas festivas: ¡Ni el Papa puede estacionarse! De la ciudad de México seguramente sólo haya visitado los centros comerciales, pues no se percató de que el estacionamiento de Bellas Artes es periférico y de que aquéllos más al centro causan problemas, pues mientras más autos alojan mayor número de vehículos circulantes propician, con el consecuente incremento de la contaminación y trastornos viales, todo por no haber sabido desarrollar un sistema colectivo eficiente.
En la ciudad de México es una demanda urbanística tratar de recomponer el uso del suelo, propiciando vivienda; todos los expertos "exitosos" saben que el abandono de la ciudad por sus propietarios, en las décadas de los 40, 50 y 60, fue la causa de la degradación comercial imperante. Hoy se busca la manera de transformar las bodegas de los pisos superiores en vivienda, si queremos recuperar el Centro Histórico.
Ante la inusitada amenaza que se cierne sobre el patrimonio poblano y la riqueza monumental del país, es pertinente precisar que la vocación del Centro Histórico no es convertirse en un lugar de locales comerciales, que la idea del uso del suelo debe incluso limitar la transformación de los monumentos en bodegas y comercios. El Centro Histórico tiene otras funciones, aparte de los negocios mal adaptados en los palacios y casas coloniales: es una fuente de riqueza para mejorar la calidad de vida, el pasear por sus calles y aprehender el mensaje cultural del que son portadores los edificios que lo constituyen no es un problema sino una oportunidad en el urbanismo moderno, y los beneficios que se desprenden del solaz que brindan sus espacios deben limitar el comercio y normar el uso del suelo, para que sean compatibles con esos bienes culturales. Cuidar de ellos es el compromiso del ayuntamiento, del estado y del gobierno federal, luego de haberse adherido el país a la Convención del Patrimonio Mundial.
En cuanto a la descalificación, sus críticos -"expertos de poco éxito"- son aquéllos que, entre otras acciones, impidieron la destrucción del atrio de Santo Domingo o la transformación de la antigua cárcel en centro comercial, profesionales comprometidos cuyo esfuerzo ha redituado logros y realizaciones a favor de la conservación del patrimonio cultural, que con frecuencia han trascendido el ámbito académico y científico a nivel internacional, si bien sea cierto que no siempre puedan traducirse en beneficios económicos que les permitan incursionar en el status de lo que hoy en día se supone como "exitoso".