Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 3 de julio de 2002
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Economía

Alejandro Nadal

El maíz en Montreal

Las noticias importantes frecuentemente pasan desapercibidas. Eso ocurrió hace una semana, cuando la Comisión de Cooperación Ambiental (CCA), con sede en Montreal, anunció la realización de un estudio sobre la contaminación del maíz mexicano con material transgénico. La noticia es uno de los acontecimientos más importantes en el marco de las relaciones entre comercio y medio ambiente.

La decisión de la CCA es la respuesta a una petición de 22 comunidades indígenas en Oaxaca, de Greepeace-México, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental y el grupo Estudios Rurales y Asesoría Campesina, entre otras organizaciones.

La CCA es un organismo trilateral establecido en el marco del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN). Su objetivo es asegurar que ninguno de los tres países deje de aplicar su legislación ambiental para atraer inversiones o promover sus exportaciones. En realidad, el mandato de la CCA es limitado, pues su definición de "legislación ambiental" (artículo 45) excluye la reglamentación sobre explotación comercial de recursos naturales, dejando fuera de su mandato la explotación de pesquerías, bosques o recursos minerales.

Pero el caso del maíz es diferente. La contaminación de maíces mexicanos con material transgénico representa una amenaza para la biodiversidad. La diversidad genética del maíz mexicano es la más importante del mundo y no se sabe cuáles serán los efectos de la introducción de transgenes en el germoplasma maicero de México, ni sobre sus parientes silvestres, como los teosintes.

Desgraciadamente el gobierno mexicano continúa su política de incentivos a la importación de maíz estadunidense. Desde que entró en vigor el TLCAN no se cobra el arancel correspondiente a las importaciones por arriba de la cuota libre de impuesto: el fisco ha dejado de percibir más de 3 mil millones de dólares debido a este regalo a los grandes importadores maiceros (eso no se dice cuando se discute la reforma fiscal).

En Estados Unidos más de 50 por ciento de la superficie cultivada de maíz está sembrada con transgénico, y no es descabellado suponer que entre 40-60 por ciento de nuestras importaciones sea transgénico. El porcentaje puede ser mayor porque las restricciones en Europa y Japón a esas importaciones presionan a aumentar las ventas hacia México.

La Comisión Intersecretarial sobre Biodiversidad y Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem) impuso una moratoria a la siembra comercial del maíz transgénico desde 1998 debido a la incertidumbre sobre los efectos ambientales asociados a su cultivo en México. De levantarse la moratoria, el flujo genético entre las variedades genéticamente modificadas y las tradicionales conduciría rápidamente a la presencia de transgenes en el germoplasma del maíz mexicano, con consecuencias desconocidas, pero potencialmente desastrosas.

Como se sabe, investigaciones recientes en comunidades en la sierra norte de Oaxaca han revelado la presencia de material transgénico en maíces locales. El gobierno mexicano mediante el Instituto Nacional de Ecología (INE) encargó otros estudios y ha aceptado que la contaminación de maíz mexicano por material transgénico es una realidad. Los niveles y frecuencias de contaminación revelados por sus análisis indican que el fenómeno se generaliza rápidamente en otras regiones del país.

ƑCómo explicar la presencia de material transgénico en maíces mexicanos, a pesar de la moratoria de la Cibiogem? Los campesinos más pobres en el sector maicero han sido golpeados deliberadamente por los tres últimos gobiernos. Su capacidad para seleccionar, conservar y desarrollar la variabilidad genética del maíz es su recurso más importante. Pero en la miseria y desesperación, esa capacidad se ha deteriorado. No sorprende observar en diversas comunidades que los productores recurran a comerciantes locales para reabastecerse de semilla. Las tiendas de Diconsa, último eslabón de la cadena que va desde Iowa y Nebraska hasta rincones apartados del campo mexicano, son también fuente de semilla.

El gobierno mexicano se hunde en la contradicción. Los incentivos a las importaciones se mantienen inflexibles por la Sagarpa y la Secretaría de Economía, a sabiendas de que el maíz transgénico importado está siendo utilizado como semilla. Y la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat) permanece paralizada.

La decisión de la CCA es bienvenida. Pero es algo irónico que se anuncie cuando la presencia de contaminación transgénica ha sido reconocida por el gobierno mexicano. Lo que ahora urge es actuar. Mientras se hace el estudio de la CCA, lo mínimo que deben hacer Semarnat y Profepa es desencadenar el procedimiento para detener inmediatamente las importaciones de maíz transgénico desde Estados Unidos. Su gestión será juzgada por su capacidad para proteger el medio ambiente, no por su talento para rendirse frente a las maniobras de Usabiaga o Derbez.

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