Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 12 de junio de 2002
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Cultura

Cuando quiero llorar no lloro, de Edgar Chías, se presenta sólo los miércoles

Visión sobre los laberintos de la sexualidad

Con la dirección de Rodrigo Mendoza, la obra se escenifica en el Teatro Helénico

CARLOS PAUL

Una visión de los laberintos amorosos por donde transitan los jóvenes contemporáneos es lo que ofrece Cuando quiero llorar no lloro, obra de Edgar Chías, dirigida por Rodrigo Mendoza, que se presenta en el Teatro Hélenico.

La obra, escrita ex profeso para la compañía Espacio de Siete, busca reflexionar sobre esa ''confusión amorosa que viven los jóvenes". Ellos, según Chías, ''confunden lo que es el amor o ese vínculo afectivo profundo, con una especie de complicidades sexuales tímidas y desencantadas".

Esto último, señala el autor, ''es lo que intento retratar en la obra" que narra las historias entrecuzadas de siete jóvenes que viven en un condominio.

''En ese espacio, dos mujeres jóvenes que trabajan en una hot line, enfrentan la dificultad de cubrir con su trabajo su propia insatisfacción sexual. Hay una pareja que tiene serios problemas de convivencia y dependencia; una mujer sola que no puede consolidar una relación con un hombre, anhelo que busca de una manera desesperada, pero que de igual forma hace todo lo posible para que eso no suceda. Aparece también un joven con problemas de identidad sexual, cuyos deseos trata de acallar convirtiéndose en un Don Juanito; y otro que viene de provincia y que al enamorase de una persona citadina descubre que los modos y costumbres son un tanto rudos, los cuales contrastan con su ingenuidad, y finalmente está una mujer 'grande' que se enamora de un joven, lo que potencia su erotismo y le provoca una serie de contradicciones."

Con esos personajes, indica el dramaturgo, ''trato de exponer la enorme incapacidad para establecer relaciones duraderas. En ellos impera más un deseo torpe de una sexualidad reprimida, que de alguna manera los hace buscar la satisfacción no en la relación de pareja que tienen o que buscan, sino en otros ámbitos, más clandestinos.

La manera como se vive en la actualidad, expresa Chías, tiene mucho que ver con esa confusión. La idea del amor que forjan los medios, y en general de todas las cosas, es la de que todo es desechable, de que nada permanece y de que todo puede ser sustituido: los objetos y las personas.

''Sólo basta mirar la publicidad. Hay un comercial de un refresco, en el que un hombre le confiesa a una mujer joven que ya no la ama, porque quiere a otra, y la sustitución se acepta sin más ni más."

Cicatriz que ríe

Otro aspecto que modifica nuestra percepción del amor y de las relaciones de pareja, expresa el dramaturgo, ''es la dificultad que tienen los hombres de aceptar a la mujer como persona competente, inteligente y capaz. Situación que de alguna manera también refleja el hecho de que existan muchas mujeres solas, y eso me me parece terrible''.

En un primer momento, el dramaturgo quiso escribir una comedia de enredos, ''pero no quería un final feliz ni ser complaciente, porque me parecía que el tema era demasiado serio para dejarlo en el mero cotorreo, así que en el final propongo una solución un tanto oscura y dolorosa, por lo que es una obra mixta que ocurre entre equívocos y concluye con una caída de velos y una especie de autodenuncia de los personajes, y eso les hace ver cosas desagradables".

Cuando quiero llorar no lloro ''es una cicatriz que ríe".

(El montaje de la obra de Edgar Chías se presenta sólo los miércoles a las 20:30 horas en el Teatro Helénico, en avenida Revolución 1500, San Angel.)

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