Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 12 de junio de 2002
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Mundo

Washington advierte que no está dispuesto a aceptar cualquier otra candidatura

Karzai se perfila hacia la presidencia interina afgana aun antes de que vote la Gran Asamblea

La Loya Jirga se instaló con 32 horas de retraso, hasta que declinaron dos aspirantes

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscú, 11 de junio. Si las cosas siguen como hasta ahora, la Loya Jirga o Gran Asamblea tribal, que debe elegir a un gobierno afgano de transición para los próximos dos años, podría concluir antes de haber comenzado propiamente.

La primera jornada de labores de la Loya Jirga, que con 32 horas de retraso se inauguró este martes en Kabul, dejó la impresión de que los delegados bien pudieron haberse ahorrrado el viaje a la capital porque todo está decidido con antelación y, desde luego, sin que nadie tome en cuenta su opinión.

Aunque se desvirtúa así el sentido mismo de la Gran Asamblea tribal, al romperse la tradición de que se exprese quien lo desee y de que las decisiones se adopten sólo después de maratónicas discusiones, Estados Unidos montó todo este tinglado para mantener en el poder al hombre que impuso desde diciembre pasado, Hamid Karzai.

Al menos, por si lo dudara alguno de los mil 551 delegados que se juntaron bajo una inmensa carpa instalada en el campus de la Escuela Técnica Superior de Kabul, convertida en inexpugnable fortaleza, Estados Unidos dejó en claro no estar dispuesto a considerar ninguna otra opción, salvo la suya, para gobernante interino de ese devastado país.

Ante el conato de celebrar la asamblea sin injerencias foráneas, lo cual motivó la posposición de la apertura prevista para ayer lunes, emergió la figura de Zalmay Halilzad, el representante personal del presidente George W. Bush y de sus amigos petroleros.

Tras bambalinas, en un día y medio de intenso cabildeo y manipulación, Halilzad consiguió quebrantar la resistencia del ex monarca Mohammad Zahir Shah, y del ex presidente tadjiko, Burhanuddin Rabbani, a quienes sus partidarios, al pretender ejercer un legítimo derecho, querían postular como candidatos a presidente interino.

De una forma o de otra, la Loya Jirga se inauguró sólo después de que Zahir Shah y Rabbani hicieron pública su decisión de declinar en favor de la candidatura única de Karzai.

Se llegó al extremo de que éste, exultante y sabedor de que Estados Unidos hará hasta lo imposible por sostenerlo, afirmó a una agencia noticiosa: "Esto se acabó. La asamblea me eligió como presidente (interino) de Afganistán".mdf00625

Frente al malestar y sorpresa que causó en muchos delegados la noticia de que Karzai había sido nombrado sin que se votara, sin debates ni candidatos alternativos, un vocero del candidato único trató de enmendar el error de su jefe.

"La votación será mañana (este miércoles) y es muy alta la probabilidad de que gane Karzai. Hubo una confusión cuando Karzai interpretó hoy la ovación que le brindaron los participantes como un voto a su favor", señaló Yousuf Nooristani, el vocero.

Lo cierto es que con una Loya Jirga como esta, viciada de origen y dominada en la sombra por Estados Unidos, el triunfo de Karzai se antoja inevitable. El problema, de nueva cuenta, será el reparto de las cuotas de poder en forma de carteras ministeriales, que reclama cada uno de los cuatro grupos mal que bien representados en la asamblea.

Son grupos con proyectos de país propios y muchas veces, por razones étnicas y económicas sobre todo, encontrados: los jefes tribales pashtunes del sur y del este, en su mayoría partidarios del ex monarca y decepcionados porque se impidió que Zahir Shah compitiera por la presidencia; los tadjikos y los representantes de otras minorías étnicas del norte, dispuestos a aceptar a cualquier candidato menos el antiguo rey; los seguidores de Karzai, pragmáticos que en los últimos seis meses se le han acercado y que suelen cambiar de bando conforme a su conveniencia; y los caudillos regionales, como el uzbeko Dostum, que sólo velan por que nadie ponga un pie en sus cotos privados.

Por lo pronto, el tadjiko Yunus Qanuni, ministro del Interior, puso su cargo a disposición de Karzai: "Quiero ganar la confianza del pueblo y contribuir a la unidad nacional. Renuncio a mi puesto y propongo que el señor Karzai designe a alguien mejor".

No se sabe si con ese gesto Qanuni se retira de la política o, por el contrario, se perfila como próximo primer ministro, en uno de los muchos entendimientos bajo el tapete que se están fraguando estos días bajo la atenta mirada del enviado de Estados Unidos.

Una decisión riesgosa

Con Karzai, Estados Unidos asegura una continuidad en el liderazgo de Afganistán que favorece los intereses de la poderosa petrolera Unocal, cada vez más abocada a revivir el proyecto de gasoducto transafgano, pero también cae en la peligrosa trampa de involucrar una mayor presencia de tropas extranjeras para sostener al endeble dirigente.

Karzai sobrevive políticamente, y quizá también en sentido directo, sólo porque Kabul está bajo protección de soldados extranjeros, al tiempo que se alimenta en el exterior la ilusión de que el gobernante interino controla el país entero.

La influencia de Karzai, en realidad, no sobrepasa los límites de las afueras de la capital afgana, donde empieza el dominio absoluto de los caudillos regionales, que tienen dividido el país en feudos particulares.

Sin embargo, la Organización de Naciones Unidas, por boca de Lahdar Brahimi, el enviado especial del secretario general, parece empeñada en hacer creer que Karzai es un líder muy popular.

"En sólo seis meses volvió a encauzar Afganistán", dijo hoy Brahimi, quien se deshizo en elogios a Karzai. "En tan breve lapso, restauró la dignidad de Afganistán y le devolvió su lugar en la comunidad internacional", agregó.

No se podía esperar otro discurso de alguien que vive obsesionado con insistir en que sirvió para algo la amañada reunión que la ONU patrocinó en Alemania, a instancias de Estados Unidos, en diciembre pasado. Además, como buen diplomático, Brahimi procura alejar cualquier sombra de sospecha de que el organismo multilateral se sigue prestando al juego de convalidar la imposición de Karzai como presidente interino.

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