Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 14 de mayo de 2002
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Editorial
 
MENTIS A BUSH

SOLAyer, en el segundo día de su visita a Cuba, el ex presidente estadunidense James Carter, tras visitar en compañía del presidente Fidel Castro el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) en La Habana, manifestó su certeza de que en la isla no hay ninguna fabricación de armas biológicas ni indicio alguno de que los científicos cubanos compartan información o tecnología en ese terreno con Libia u otros países clasificados por Washington en la lista de estados "enemigos". De esta forma, el ex mandatario demócrata puso en evidencia algunas de las mentiras en las que se fundamenta el discurso y la práctica del gobierno de George W. Bush en su ofensiva contra el "terrorismo mundial".

Carter no sólo desmintió la producción de armamentos de destrucción masiva sino que elogió "el caso único, el de Cuba, en el que se han desarrollado descubrimientos científicos y medicinas que son llevados a cabo con un sentido humanitario y no por la búsqueda de una utilidad económica". Más aún, el político georgiano recomendó "una relación más estrecha entre Cuba y Estados Unidos en el campo de la biotecnología".

Cabe recordar que el pasado 6 de mayo el subsecretario de Estado para Control de Armas y Seguridad Internacional, John Bolt, acusó públicamente al régimen de Castro de producir armas biológicas y de compartir la tecnología correspondiente con integrantes del embuste denominado "eje del mal", que comprendería, además de Libia, a Irán, Irak y Corea del Norte.

La calumnia contra Cuba divulgada por Bolt era en realidad una coartada para incorporar a la isla en la lista de las amenazas imaginadas por Bush contra la paz mundial, la democracia, la estabilidad y la seguridad de Estados Unidos y sus aliados; y que en realidad conforman el eje argumental de una campaña política, diplomática, militar y económica orientada a consumar el control hegemónico de Washington sobre el planeta, sacar a la Unión Europea del juego de las potencias y eliminar a los gobiernos que por razones políticas, ideológicas o económicas disienten de la globalización tal como la concibe Estados Unidos.

Proyectada en América Latina, esa estrategia de uniformación de los modelos políticos y avasallamiento de las soberanías se traduce en amenazas concretas de agresión militar contra Cuba, en un amago de intervención bélica en Colombia y en presiones económicas y diplomáticas sobre Venezuela.

En ese contexto, el rotundo mentís dado por Carter a las mentiras de la administración Bush debilita el discurso belicista de Washington para beneficio de la comunidad internacional y resulta de gran importancia para la preservación de la paz en el hemisferio y para desactivar una política de hostilidad y acoso contra Cuba, que desde hace cuarenta años carece de fundamentos y se explica sólo en función de intereses geoestratégicos y económicos inconfesables.
 

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