Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 9 de mayo de 2002
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Cultura
ALEBRIJES

Patricia Vega

En defensa de los actores

DESPUES DE SIETE meses de arduos ensayos y a menos de un mes de su estreno, programado para abril en el Teatro Santa Catarina de la UNAM, la puesta en escena del texto Sonata de otoño, de Ingmar Bergman, se tuvo que suspender ante el incumplimiento de algunas de las instituciones coproductoras del montaje.

DIRIGIDA POR RAUL Quintanilla (quién no cobraría emolumentos por pertenecer al Sistema Nacional de Creadores), la obra sería interpretada por los actores Dora Cordero, Marta Verduzco y Hernán Mendoza. La escenografía y representación estaban al cuidado de Carlos Trejo. Quien conozca el texto de Bergman sabrá que su montaje requeriría una inversión económica mínima, a cambio de depositar el peso del proyecto en el trabajo actoral, amoroso reconocimiento al ser del actor como esencia de la representación teatral.

DIVERSAS RECOMENDACIONES ?entre las que resaltan las de los directores de escena Héctor Mendoza y José Caballero? que avalaron la calidad artística de esta Sonata de otoño fructificaron en los apoyos institucionales y económicos prometidos por la Dirección de Teatro y Danza de la UNAM (Antonio Crestani); el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Mario Espinosa); la Dirección de Teatro del INBA (Otto Minera) y Televisión Azteca.

SIN EMBARGO, EL proyecto se derrumbó ante el retiro de la participación de la televisora; el INBA también decidió cancelar su apoyo sin mediar comunicación con el equipo artístico para encontrar alternativas. Los intentos de intermediación ante el instituto no han tenido éxito y sólo mantienen su palabra la UNAM y el Fonca.

ESTE NO SERA el único proyecto teatral que se suspenda por falta de coordinación de los patrocinadores, pero el caso sí ilustra la indefensión y vulnerabilidad en la que trabajan los actores mexicanos: sin contratos firmados, actúan de buena fe. En este caso no sólo han dedicado siete meses a construir los personajes, sino que en ese lapso rechazaron otros proyectos para dedicar toda su energía al frustrado montaje. De lo sublime a lo prosaico: desde la imposibilidad de la expresión artística de los personajes encarnados hasta la pérdida de los recursos económicos, pues, ¿de qué se cree que viven los actores?

¿A QUIEN LE importa considerar que cuando un proyecto teatral se suspende se humilla y violenta a los actores? La historia cultural demuestra que la base de un buen espectáculo teatral son los actores; sin embargo, en nuestro país son los que menos importan.

PRUEBA DE LO anterior es que en el aparato de becas y financiamientos se les cataloga de simples ''intérpretes" y no se les considera ''creadores", como si en el trabajo actoral no hubiera una aportación creativa; guste o no ellos son el alma del espectáculo teatral. Los buenos actores sobreviven solos autodirigiéndose, escriben y crean sus propias escenografías. Así ha sido a lo largo de la historia del teatro.

OJALA LOS ACTORES, para su beneficio, logren cambiar de intérpretes a creadores. Esta es parte de la reflexión y lucha que muy pronto emprenderá la actriz Dora Cordero.

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