Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 9 de mayo de 2002
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Política
La Jornada reveló la denuncia del desvío de fondos

Reorientaron los 3 arraigos las pesquisas del Pemexgate

El caso pasó de Secodam a PGR e incluso llegó al IFE

Romero Deschamps y Aldana, protegidos por su fuero

MIREYA CUELLAR Y GUSTAVO CASTILLO

Cuando el 19 de diciembre del año pasado la Procuraduría General de la República (PGR) decidió arraigar a Antonio Veraza, Melitón Cázarez y Andrés Heredia, colaboradores del área de finanzas de la campaña presidencial de Francisco Labastida Ochoa, las investigaciones por el presunto desvío de mil 100 millones de pesos de Petróleos Mexicanos (Pemex) a las actividades proselitistas del PRI dieron un vuelco.

Después de los informes que rindió la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) a la PGR, el Ministerio Público Federal descubrió que Jorge Cárdenas Elizondo y Alonso Bretón, secretario y subsecretario de Finanzas del tricolor, respectivamente, habían manejado 500 millones de pesos de los mil 100 millones que Pemex había prestado al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) para la campaña labastidista.

Las pesquisas, que se desarrollaron con total sigilo, se habían iniciado en enero de 2001, cuando más de 130 auditores de la Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo (Secodam) revisaron mediante una auditoría especial las cuentas de Pemex.

Entre las anomalías se detectó un préstamo por 640 millones de pesos al STPRM el 8 de junio de 2000, en vísperas de las elecciones de ese año, y que el 11 de septiembre de 2000, una vez derrotado el PRI, la paraestatal y su sindicato llegaron a un acuerdo mediante el cual la empresa entregó mil 100 millones de pesos a los líderes Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana Prieto por dos conceptos: 850 millones como "indemnización" por supuestos incumplimientos contractuales y 250 millones más para que el gremio pudiera "atender" el litigio que sostiene desde hace años con la empresa estadunidense Arriba Limited.

Así, eran en total mil 100 millones de pesos. Pero como Pemex le había hecho ya un préstamo por 640 millones de pesos, se los descontaría de esa cifra, de tal manera que en ese segundo momento de la negociación -según las minutas que ha presentado el ex director de Pemex Rogelio Montemayor- el sindicato recibió sólo la diferencia, 460 millones. Era el 19 de octubre de 2000.

Aun cuando para septiembre de 2001 la Secodam ya tenía todo el expediente de Pemex armado y listo para ser consignado, esperó hasta el 10 de diciembre, momento en que en la Cámara de Diputados había comenzado negociaciones para la elaboración del presupuesto de 2002.

La Secodam presentó la mañana del 10 diciembre una denuncia de hechos ante la PGR contra Rogelio Montemayor, Carlos Juaristi Septién, Juan José Domene Berlanga y Julio Pindter (los mismos contra quienes se libró ayer orden de aprehensión), ex funcionarios de Pemex, así como contra Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana Prieto, dirigentes del STPRM, como presuntos responsables del desvío de mil 100 millones de pesos.

En esa misma fecha, la Unidad Especializada contra la Delincuencia Organizada (UEDO) solicitó a la CNBV la información relativa a las operaciones realizadas en cuentas del STPRM, de Pemex y de los involucrados.

El 11 de diciembre, la UEDO conoció en detalle la manera en que se movieron recursos del sindicato petrolero al PRI. Ese dinero era parte del préstamo que había concedido Montemayor Seguy a los líderes petroleros.

Después de nueve días la PGR detuvo a los tres ex empleados del tricolor, que hoy son testigos protegidos. Pero pese a que esa condición jurídica fue aceptada, los tres permanecieron recluidos en una casa del sur del Distrito Federal.

Durante su arraigo, los ex empleados del PRI, quienes habían sido colocados en el Sistema de Administración Tributaria (SAT) de Hacienda después de los comicios, se sintieron abandonados por su partido. Eran empleados, que no miembros de la clase política, y sus llamados de auxilio no fueron atendidos por la dirigencia y menos por Labastida Ochoa, como comentaron a sus familiares y amigos.

Después de 10 días sin recibir un solo mensaje del equipo con el que habían trabajado, dos de ellos, Melitón Cázares y Andrés Heredia, decidieron acogerse al Programa de Testigos Protegidos de la PGR y entregaron documentación que acreditaba la transferencia de recursos del STPRM al partido político.

Los tres arraigados eran la punta de una larga madeja que enreda a la clase política priísta, y por su condición fueron utilizados, sin saber que los recursos eran ilegales, para transportar el dinero de la empresa de resguardo de valores Cometra a la sede nacional del partido.

En la PGR y en el gobierno foxista la investigación era conocida sólo por altos funcionarios de la administración como Operación Crudo.

El 19 de enero de este año, La Jornada reveló el caso luego de una larga investigación periodística. No sólo ofreció detalles de la investigación, sino que hizo públicos los nombres de los tres arraigados, el monto por el que Montemayor había sido denunciado, y que parte del dinero fue empleado en la campaña de Labastida Ochoa.

La víspera, Francisco Barrio, titular de la Secodam, advirtió en su natal Chihuahua: "En breve se van a freír pescaditos de buen tamaño", y deslizó: "Pretendían cambiar bolsas de cacahuates por talegas de oro".

De hecho alardeó ante el grupo de empresarios que tenía por auditorio en Ciudad Juárez: "Son tres ex funcionarios federales de primer nivel a los que se les integra expedientes, en un caso que traerá serías implicaciones políticas".

Una vez difundida la primicia por La Jornada, diversos medios de comunicación dieron seguimiento al caso, algunos con ánimo persecutorio, centrando sus baterías no en aportar elementos para el conocimiento de la opinión pública, sino en delatar al o a los supuestos filtradores.

La difusión de la Operación Crudo desató una tormenta política. La noche del sábado 19 de enero fuentes del PRI afirmaron que para el partido "cualquier asunto relacionado con los gastos de la campaña presidencial de 2000 era un caso cerrado".

Recordaron que en 2001, cuando PAN y PRD presentaron pruebas adicionales sobre el financiamiento de Carlos Cabal Peniche a la campaña de Ernesto Zedillo, tanto el Instituto Federal Electoral (IFE) como el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación desecharon los recursos.

La respuesta priísta fue directamente de Dulce María Sauri, entonces presidenta del partido, quien desde Mérida, Yucatán, acusó el domingo 20 de enero al gobierno federal de lanzar una "andanada" para debilitar al sindicato de la paraestatal y abrir la puerta a una eventual venta de esa empresa. La diputada Beatriz Paredes, en plena campaña por la presidencia del PRI, consideró grave que el gobierno estuviera "enturbiando con persecuciones infundadas" el ambiente político.

La presión sobre las autoridades para que hablaran públicamente del caso fue tal que el lunes 21 la Secodam confirmó todo lo dicho el sábado anterior por La Jornada.

Habló de seis actos ilícitos cometidos por ex directivos de Petróleos Mexicanos y dirigentes del sindicato que ameritarían sanciones penales, entre ellos "maquinar la distracción del patrimonio de la paraestatal argumentando negociaciones obrero-patronales de dudosa legitimidad".

De acuerdo con la denuncia presentada por la Secodam ante la PGR, los ex directivos de Pemex y dirigentes del STPRM "dispusieron de recursos ajenos a los objetivos de la paraestatal", y acusó directamente a Rogelio Montemayor de haber empleado "artificios" para ocultar al consejo de administración de la paraestatal "las operaciones indebidas" que realizó con su gremio en junio de 2000.

El ex director de Pemex, según la denuncia, omitió decir al consejo de administración de la paraestatal "la aparente problemática" que había con el STPRM, y "mucho menos explicó que parte de los recursos (245 millones de pesos) serían distraídos para saldar un litigio que era ajeno a Pemex".

Recibida con el número de folio 4331 en la oficialía de partes de la PGR el pasado 10 de diciembre, la denuncia describe en detalle la forma, aparentemente legal, en la que "los servidores públicos involucrados dispusieron de recursos ajenos a los objetivos de la paraestatal (mil 100 millones de pesos), lo que podría ser constitutivo de un ilícito penal".

Una declaración de guerra...

Horas después de que los medios electrónicos difundieron la versión oficial de la Operación Crudo, Humberto Roque Villanueva, presidente de la comisión que organizaba la elección interna del PRI, programada para el 24 de febrero, consideró que las acusaciones del gobierno eran "una declaración de guerra política", una "venganza" del gobierno por la actitud del PRI ante la reforma fiscal y un intento por presionar al partido hacia la privatización energética.

Para Roque resultaba "clara" la intención del gobierno federal de inmiscuirse en el proceso interno del PRI. Inmediatamente apareció en escena el secretario de Gobernación, Santiago Creel, quien señaló que en las investigaciones sobre el presunto desvío de recursos provenientes de Petróleos Mexicanos para financiar parte de la campaña presidencial del PRI no habría "ni venganzas ni vendetas políticas... no quiero que de esto se haga un escándalo político".

Pero para entonces ya lo era. No sólo todos los medios de comunicación estaban sobre el tema, sino que el senador sonorense Eduardo Bours, encargado de conseguir financiamiento privado para la campaña priísta, dijo la tarde del 23 de enero que él solo había conseguido 890 millones de pesos entre empresarios para la campaña de Labastida.

Sus declaraciones, más que liberar al PRI de responsabilidades (pretendía mostrar que había solvencia en la campaña labastidista y que no hubiera requerido echar mano del erario), lo metieron en un nuevo problema. Los 890 millones de pesos rebasaban, con mucho, los topes de gasto de campaña fijados por el IFE en 491 millones de pesos para los aspirantes a la Presidencia.

Dos días después se desdijo argumentando que había sido "una confusión" de su parte. Negó que hubiese servido de enlace entre los empresarios y el candidato presidencial, y todo lo que había dicho la noche del 23 de enero cuando él mismo convocó a una conferencia de prensa para "dar la cara" en el momento crítico del escándalo.

Las declaraciones iniciales de Bours dieron pie a que Pablo Gómez, representante del PRD ante el IFE, presentara una queja solicitando al órgano electoral reabrir la revisión de los gastos de campaña del PRI, ya que había nuevos elementos que hacían presumir irregularidades. Gómez incluyó en su denuncia todos los recortes de prensa que dieron cuenta hasta esa fecha de las investigaciones judiciales que ya se daban.

En Los Pinos la preocupación por el escándalo provocó que el Presidente convocara a Francisco Barrio, al procurador Rafael Macedo de la Concha y al titular de Energía, Ernesto Martens. Todo giró en torno de la implicación que la revelación tendría en la negociación con el PRI sobre la reforma energética.

Rogelio Montemayor apareció entonces. Por conducto de Hero Rodríguez Newman, quien había sido su vocero, el ex gobernador de Coahuila dijo en el noticiario conducido por Joaquín López Dóriga que su ex jefe no había salido del país y que desde hacía varios días sostenía reuniones con sus abogados, "viendo en qué forma puede afrontar las acusaciones de las que ha sido víctima por parte de los medios de comunicación", dado que en ese momento no había recibido todavía notificación de la PGR o de la Secodam.

Las diferencias entre los miembros del gabinete en torno al manejo público del tema empezaron a surgir. Macedo de la Concha dijo que la PGR evitaría que "se realicen acciones que pongan en duda el esfuerzo de las instituciones", porque no se debe especular ni establecer hipótesis sin sustento en la legalidad mientras no concluya la investigación.

Precisó que no se había determinado la responsabilidad penal de algún funcionario de Pemex en la transferencia de los mil 100 millones de pesos. "En la Unidad Especializada en Delincuencia Organizada sólo están documentados 640 millones en la denuncia inicial", expuso.

Los panistas también mostraron su nerviosismo por la situación. Felipe Calderón, coordinador de los diputados blanquiazules, señaló que las indagaciones debían mantenerse en el ámbito estrictamente jurídico y del estado de derecho, no en el político, y además "no deberán influir en la eventual reforma energética". Como las pesquisas golpeaban de frente al equipo labastidista, y por tanto a la campaña de Beatriz Paredes, identificada con dicho grupo, los madracistas se mantuvieron unos días al margen; sin embargo, los últimos días de enero el propio Roberto Madrazo demandó que el caso se aclarara, "porque el PRI no puede ser rehén de pequeños grupos que, por proteger intereses personales, lastiman a la militancia".

Esos días fueron de mensajes en todos los sentidos. Los priístas endurecieron su postura frente a la reforma energética y Francisco Barrio les aclaró que la investigación "no es negociable". Las imputaciones contra funcionarios y dirigentes petroleros constituyen "hechos reales, concretos y verificables".

El 25 de enero, este diario publicó que de los mil 100 millones de pesos, 600 millones quedaron en manos de los líderes petroleros y, ante el temor de una devaluación con el arribo de Vicente Fox a la Presidencia, lo más conveniente fue "invertir" en dólares. Así lo hicieron. Romero Deschamps y Aldana Prieto abrieron una cuenta en un banco de Houston, Texas.

La PGR descubrió después que los petroleros también habían realizado, con el dinero recibido de la paraestatal, triangulaciones de capital en países europeos. Concretamente Interpol México solicitó a las autoridades de Francia, España y Suiza informes sobre las cuentas que tuvieran detectadas a nombre de cualquier implicado en la Operación Crudo.

La indagatoria judicial avanzaba lentamente mientras los priístas quemaban todas las posibles pruebas incriminatorias del movimiento de dinero presuntamente ilícito. Los archivos con la doble contabilidad de las finanzas durante la campaña presidencial acabaron en una pira.

La UEDO citó a Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana Prieto a una comparecencia que debía ser desahogada el 5 de febrero a las 10 de la mañana; sin embargo, los secretarios general y de finanzas del STPRM, respectivamente, no se presentaron. Ambos tienen fuero: el primero por su calidad de diputado y el segundo porque es senador.

La participación del IFE

El 5 de marzo el IFE se involucró abiertamente en el caso, al convertirse en parte acusadora en el proceso judicial contra quien resulte responsable en el presunto desvío de recursos de Pemex. Hizo suya la queja administrativa presentada por el PRD en enero para que el órgano electoral investigara la Operación Crudo y la presentó como "denuncia de hechos" ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales.

El 21 de abril Rogelio Montemayor envió un comunicado de prensa a los medios informando que había entregado a la PGR un nuevo documento, acompañado de un "extenso ofrecimiento de pruebas", con las cuales pretendía demostrar la "legitimidad" de los convenios celebrados por la paraestatal con su sindicato, mediante los cuales se transfirieron mil 100 millones de pesos.

Pero esa no fue la única ocasión en que Montemayor envió mediante sus abogados escritos en los que alega la legalidad de los contratos. Todos los documentos se recibieron formalmente, pero sus más recientes argumentos, según la defensa del ex director, le fueron rechazados.

Por ello el bufete Esponda, Zinser, Gómez Mont interpuso una solicitud de amparo para conocer el expediente de la Operación Crudo. Según los defensores, se les negó el acceso al mismo siempre que lo requirieron al Ministerio Público. La PGR aún mantiene silencio sobre el caso pero en los tribunales ya se libraron las órdenes de aprehensión por lo que se refiere a los delitos de tipo administrativo en que Montemayor, Juaristi, Domene Berlanga y Pindter habrían incurrido al otorgar al STPRM mil 100 millones de pesos.

El Ministerio Público tiene pendientes de consignar los desgloses de la averiguación previa inicial. Estarían en análisis las acusaciones por lavado de dinero, delincuencia organizada y delitos electorales, pero aún le faltan pruebas para ir por los priístas y los líderes sindicales.

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