Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 16 de abril de 2002
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Cultura
LA MUESTRA

Carlos Bonfil

La fiebre del loco

"A EXACTOS 17.146 kilómetros al sureste de Tokio" ubica el chileno Andrés Wood la trama de su comedia La fiebre del loco. Puerto Gala es el pueblo pesquero proveedor internacional del molusco llamado ''loco", codiciado por sus pretendidas virtudes afrodisiacas. La trama, mínima, se organiza en torno de la estafa mayúscula de un par de pillos que organizan una exportación del molusco a Japón y embaucan al cura del puerto para que organice la labor de los fieles pescadores a cambio de generosas ganancias para la población.

EN UN CLIMA de efervescencia (el pueblo entero participa en la faena), llegan de todas partes voluntarios para la pesca del loco, incluso un grupo de prostitutas que, a su modo, contribuye al éxito de la empresa. El tono de farsa social es semejante al de la cinta Pantaleón y las visitadoras, del peruano Francisco Lombardi, aunque en la película chilena la carga melodramática de su segunda parte sabotea sus mejores propósitos humorísticos.

PUERTO GALA ES un lugar exuberante y pintoresco. Todo el pueblo vive al ritmo de los capítulos que cada tarde transmite una radionovela en la estación Madre de la Divina Providencia, cuyos locutores y protagonistas son el propio padre Luis y su cuarentona asistente enamorada. La radio es la gran educadora sentimental de la población y el cura el guía espiritual y administrador providencial del próspero negocio improvisado.

EL GUION DE La fiebre del loco, obra de Wood y de René Arcos y Gilberto Villarroel, participó en el laboratorio de guiones de Sundance y fue premiado en el Festival de La Habana. El realizador, por su parte, se había ya dado a conocer en el ámbito internacional hace cinco años con su exitosa cinta Historias de futbol, presentada en México en una retrospectiva de cine chileno y con posterioridad en televisión. A pesar de algunos gags eficaces, relacionados más con la propuesta radiofónica que con el delirio de la pesca, la película languidece rápidamente por la obviedad de su tratamiento humorístico y su desenlace más que previsible.

El realizador ha mencionado un supuesto trasfondo social, alguna crítica velada a la voracidad del neoliberalismo económico en Chile. Pero la metáfora no resulta muy certera o carece al menos de vigor suficiente. En algunas escenas románticas, la carga melodramática, o un manifiesto goce de la cursilería, hace pensar primeramente en una relectura de la radionovela presentada. No hay sin embargo verdadera intención paródica, ni el desenfado de los posibles modelos literarios (el Vargas Llosa de La tía Julia y el escribidor, por ejemplo). Queda una propuesta humorística tibia, a medio camino entre la farsa y el disfrute sentimentalista, entre la sátira política y la vocación carnavalesca que se consume rápidamente. Hay entusiasmo en los actores y personajes redondos que terminan desaprovechados en una trama que pierde aliento luego de su animadísimo arranque.

UNA AVENTURA JOCOSA como Guantanamera, del cubano Gutiérrez Alea, tiene, con todas sus limitaciones, la chispa y el encanto que no desarrolla cabalmente la película de Wood. Incluso Lombardi, humorista inesperado, manejó con mayor tino las extravagancias del ejército peruano y las ''huevonadas" del cabo Pantoja en la cinta mencionada.

LA FIEBRE DEL loco no deja de ser una cinta divertida, por momentos ingeniosa, aunque en última instancia bastante intrascendente.

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