Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 30 de marzo de 2002
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Espectáculos

Sólo un millón de personas atestiguó los tres días de la 159 representación de la Pasión

En Iztapalapa, Cristo cayó 7 veces y los centuriones lo tuvieron que cargar

Este año, el juicio ante Herodes incluyó un número de danza árabe que gustó mucho al público

MARIANA NORANDI ESPECIAL

Ayer finalizó en Iztapalapa la 159 representación de la Pasión de Cristo con una asistencia de un millón de personas, cifra menor a la esperada. El trayecto del vía crucis, en esta ocación al parecer fue más duro para el actor que representó a Cristo, ya que en vez de las tres caídas que cuenta el Evangelio, cayó en siete ocasiones y a veinte metros del lugar donde fue crucificado, Jesús, prácticamente desmayado, se desvaneció, por lo que miembros del cortejo tuvieron que reanimarlo y tras quince minutos, Jesús tuvo que ser cargado por los centuriones hasta la cruz debido a su cansancio. A las cuatro de la tarde fue crucificado ante el llanto de la Virgen María.

Bajo un eficiente despliegue de seguridad los iztapalapenses disfrutaron de esta tradicional Semana Santa que inició su principal escenificación la noche del jueves, a las 20 horas, en la explanada de Cuitláhuac, donde se llevó a cabo la última cena de Jesucristo. Enmarcada en una buena escenografía y un vestuario cuidado, los actores realizaron esta escena con entusiasmo y, pese a que no son actores profesionales, demostraron haber trabajado mucho para esta representación.

A las 21 horas, tras la cena, Jesús y los apóstoles se dirigieron a orar al Monte de los Olivos situado en el Cerro de la Estrella. Ante un público numeroso, la escena acabó con la traición de Judas y la aprehensión de Cristo por los romanos. El desalojo del cerro se complicó debido a la presencia de los caballos pero, finalmente, los centuriones fueron organizando la bajada del cerro, y la gente pudo trasladarse a la explanada de Cuitláhuac sin problema. Simultáneamente a la representación en el monte, en la explanada se había desarrollado la escena del primer concilio de Herodes. Acabado el juicio, a las 23 horas llegó Jesús para ser encarcelado en la casa marcada con el número 7 en la calle de Aztecas. Con este hecho terminó la representación del Jueves Santo.

El viernes, desde las 7 de la mañana comenzaron a maquillar a los actores, y a las 9 salió la procesión por los ocho barrios de Iztapalapa. Algunos nazarenos tuvieron que ser atendidos por la Cruz Roja, pues al caminar descalzos muchos sufrieron lesiones o heridas. Juan Luis Enríquez, de 16 años, comentó: "es el primer año que hago de nazareno y me salió una ampolla que se me explotó pues ayer caminé ocho horas y hoy he seguido caminando descalzo. Pero no me importa porque la experiencia es tan emocionante que el año que viene voy a volver a hacer de nazareno". El Viernes Santo son cientos los nazarenos que caminan por las calles de Iztapalapa. Con túnica morada y corona de espinas, cargan su cruz hasta el Cerro de la Estrella.

Al mediodía, Jesús llegó a la explanada de Cuitláhuac. Detenido por dos centuriones es presentado ante Herodes y Pilatos. Este año, por primera vez, se incluyó un número de danza árabe en la corte de Herodes, el cual gustó mucho al público. Bajo un intenso calor, Jesús fue sentenciado a muerte y azotado.

Más tarde, a las 15 horas, comenzó el viacrucis. Delante de la procesión, Judas mostró su arrepentimiento en la calle de Cuauhtémoc, donde lanzó monedas de chocolate al público como rechazo a las obtenidas por su traición.

El trayecto es sumamente duro, por lo que Jesús, en vez de las tres caídas que cuenta el Evangelio, cayó en siete ocasiones. A pesar de que Pedro Reyes, quien interpretó este año al Mesías, había entrenado mucho para realizar esta representación, le costó mucho llegar hasta el Cerro de la Estrella, donde finalmente fue crucificado, junto a los ladrones Dimas y Gestas. A poca distancia apareció colgado de un árbol el cuerpo de Judas.

Con esta escena acabó la 159 representación de la Pasión de Cristo. Tras estos años, Iztapalapa sigue demostrando y dejando constancia del entusiasmo de sus habitantes por seguir manteniendo esta tradición, a la cual Tito Domínguez, el organizador, la califica como "una lucha por defender nuestras raíces en un mundo que tiende a globalizar las identidades individuales de los pueblos".



''¿Te avientas otra vueltecita? (...) Sí, pero sin caídas''

El Mesías murió en Cuajimalpa, y su cuerpo fue trasladado en ambulancia

ARTURO CRUZ BARCENAS

Al filo de las 16:10 de ayer, en el monte Zentlápatl todo había culminado. Jesús de Nazaret y los ladrones Dimas y Gestas fueron bajados de las cruces y llevados cerro abajo en la ambulancia 03 de Guardias de México. "¿Te avientas otra vueltecita?", le preguntó momentos antes a Cristo el coordinador de la Pasión en Cuajimalpa, Edmundo Mendoza, a lo que el mártir del Gólgota, representado por el electricista Andrés Meza Ortiz, respondió exhausto: "Sí... pero sin caídas".

Atrás habían quedado las más de tres semanas de ensayos para la representación de la Pasión 113 en Cuajimalpa de Morelos, celebración iniciada en 1889. Es considerada la segunda más importante del Distrito Federal, después de la de Iztapalapa. "Ahora llegaron 200 mil más que el año pasado", informaron autoridades delegacionales.

En los cuatro días que duraron las actividades llegaron 600 mil visitantes, la mayoría provenientes de los pueblos de San Pablo Chimalpa, San Lorenzo Acopilco y San Mateo Tlaltenango. Hacia las 12 horas siguió el proceso al que fue sometido Jesús, acusado de sedición y usurpación. Los romanos ?personificados por jóvenes cuajimalpenses? comenzaron el juicio y los insultos contra el nazareno, joven de 31 años.

Como está en el guión, basado en el Evangelio según San Mateo, los muchachos trataron de no oírse novatones ni verse acartonados. Fue como en la película El mártir del Calvario, con Enrique Rambal en el papel principal. Herodes se quitó del problema; ordenó que le dieran unos latigazos y que se llevaran al acusado ante Poncio Pilatos, quien luego de risas burlonas ordenó que se crucificara al Mesías. Y se lavó las manos. Y todo lo demás.

''El saldo fue blanco... Los tres muertos no cuentan''

Mil 200 puesteros vendían lo que podían, que normalmente es lo que se antoja bajo ese calor a plomo. Aguas de todos sabores, cervezas y el infaltable pulque. Los vigilantes se dedicaron a su tarea represiva y corrían a los toreros, que no querían o no podían pagar el derecho por uso de suelo.

Diez personas, hacia las dos de la tarde, habían sido consignadas ante el juez por ingerir bebidas alcohólicas en vía pública. El número negro no sería tan abultado y se añadiría al reporte el retiro de tres tanques de gas potencialmente peligrosos y cinco desmayados. Señaló un policía: "El saldo es blanco y los tres muertos no cuentan porque fue pura actuación", dijo de Jesús, Dimas y Gestas.

Y salió el gentío de la Parroquia San Pedro Apóstol, casi a las tres de la tarde, cuando el calorón obligaba a tomar algo desesperadamente. Bordeó el edificio delegacional y se enfiló por cuestas, subidas y bajadas. Miles vieron al electricista representar al carpintero. Algunos aplaudían ante esa muestra de profesionalismo.

Las magdalenas lloraron en forma no telenovelera, sino con un realismo crudo y doloroso, muy sentido. Judas era arrastrado y golpeado de a deveras. Imploraba que dejaran libre a su maestro y que las 30 monedas por las que lo vendió le quemaban las manos. Dimas y Gestas, los ladrones, no la pasaban bien. Recibían azotes, y lo mismo Jesús. Aunque con cuidado, no faltaron los azotes efectivos. Si acaso, eso fue un realismo involuntario.

El viacrucis, por la calle El Calvario

Cae Jesús. Una, dos, tres... es auxiliado por un hombre al que los romanos obligan a cargar la cruz. Llora María. A Cristo le dan a tomar unos electrolitos, para que no se deshidrate. En el lomerío, la multitud observa con respeto y algunos se persignan. Los diablos van adelante, azuzando a la gente para que se hagan a un lado. Los enanos monstruosos azotan con látigos.

Atrás, la policía montada se unía a los romanos formando una escenografía autoritaria del pasado y el presente. Jesús se encaminó con su carga por la calle El Calvario, en una ironía de la nomenclatura. Agotado, Jesús se apoyó en su cruz. Tomó más electrolitos y musitó algo a los romanos que lo iban a clavar.

Ordenó que no apretaran tanto las cuerdas que lo asirían a la madera. Las tres cruces y los respectivos cuerpos fueron levantados sincrónicamente. María volvió a ver a su hijo, y éste a ella.

Se va la ambulancia con los cruficados. Los romanos emprenden el regreso. Muchos estarán el año que entra en esta zona de montes. Hoy será Sábado de Gloria y el jefe delegacional, Francisco de Souza, expresó que no se debe prohibir la tradición de mojarse, a pesar de la proximidad de la temporada de estiaje. "Les pedimos que no avienten agua en cubetas, sino en globos".

Negó que haya intereses en torno a la organización de la representación de la muerte de Cristo. "Aquí se da al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios", precisó.

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