Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 23 de marzo de 2002
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Espectáculos
Se quemó 99 por ciento del acervo fílmico de ese entonces, asegura Magdalena Acosta

Dos décadas del incendio en la Cineteca; efemérides de un crimen cultural

La tragedia, signo de incompetencia cinematográfica de la administración de López Portillo

Hasta el momento se ignoran las pérdidas totales y humanas, gracias al carpetazo

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

El 24 de marzo de 1982 un incendio destruyó la Cineteca Nacional que se encontraba en Churubusco y Tlalpan. Durante 16 horas las llamas consumieron 99 por ciento del archivo fílmico nacional y extranjero que resguardaba la institución. Veinte años después, las causas del siniestro, el número de víctimas y el título de las películas que se perdieron para siempre se desconocen.

Era miércoles. La sala Fernando de Fuentes exhibía la película La tierra de la gran promesa, del polaco Andrzej Wajda. A las 15:50 de la tarde los bomberos recibieron una llamada de emergencia; a las 18:30 el público fue desalojado y 15 minutos después ocurrió una explosión en una de las bóvedas que guardaba cintas a base de nitrato de celulosa.

La entonces directora de Radio, Televisión y Cinematografía, Margarita López Portillo, hermana del presidente, visitó el lugar unas horas después del incendio y afirmó: "Yo sabía que esto iba a suceder... el archivo histórico del cine mexicano se ha perdido". Acto seguido se deslindó de cualquier responsabilidad diciendo que en varias ocasiones advirtió que la Cineteca, inaugurada en 1974 por Luis Echeverría Alvarez, "era un centro de trabajo edificado sobre una bomba", ya que las salas fueron construidas encima de las cuatro bóvedas. Una de ellas, localizada bajo la sala privada Salvador Toscano almacenaba 2 mil rollos de película a base de nitrato de celulosa.

En las bóvedas había unas 6 mil películas, un tanque de gas y varios contenedores de diesel que se utilizaba para poner en funcionamiento la planta de luz; mientras, en la sala Fernando de Fuentes 700 personas veían la función y 150 más en el Salón Rojo. En ese momento, la Toscano, con un total de 25 butacas, estaba vacía.

Al público asistente hay que sumar los clientes del restaurante Wing's, los usuarios de la biblioteca y quienes estaban en el resto de los espacios que integraban la Cineteca Nacional.

Tres versiones, cero certezas

Las versiones oficiales que circularon sobre las causas del incendio y las explosiones que lo acompañaron fueron tres: la Presidencia de la República informó que el siniestro comenzó al estallar una parrilla del Wing's localizado en la misma zona, pero lejos de las salas. La Dirección General de Policía y Tránsito, encabezada por Arturo Durazo Moreno, informó que un corto circuito provocó la explosión de 15 litros de nitrato de plata "empleado para la conservación de las cintas".

Según la tercera versión, una colilla de cigarro fue la que inició el incendio y las llamas alcanzaron los rollos de películas a base de nitrato, altamente flamable. Cuando este material hace combustión es imposible apagarlo con agua, arena o espuma convencional. De acuerdo con especialistas de la actual Cineteca Nacional se puede apagar sólo con una espuma especial que se elabora únicamente en Alemania.

De manera extraoficial se habló de un sabotaje e incluso un atentado con una bomba colocada cerca de las bóvedas. Veinte años después ninguna de las versiones ha podido ser confirmada ciento por ciento debido a la premura con la que actuaron las autoridades en ese momento: primero impidieron el acceso al lugar y en octubre del 82 demolieron las ruinas de la Cineteca, pese al compromiso de la Procuraduría General de la República de no iniciar esos trabajos hasta que se realizara una investigación a fondo.

Tampoco se ha dado a conocer el número exacto de víctimas. El día del incendio la cifra era de siete muertos ?entre ellos cuatro bomberos?, más de 20 desaparecidos y 51 heridos, varios niños incluidos, que fueron trasladados a los hospitales de la zona. Un día después, el número era de entre siete y 20 muertos y 30 desaparecidos; finalmente, menos de una semana después, la cifra descendió a tres muertos: el jefe de bomberos Venustiano González Nieto, quien fue sepultado con honores; Taide Gómez Cuevas, trabajadora de la Cineteca, y José Mercedes Castillo Cervantes, de 51 años. De los heridos, ni una palabra.

En el dictamen oficial publicado en la Memoria de la Cineteca de 1982, del que La Jornada tiene copia, no se menciona la posible causa, ni siquiera la del corto circuito que es la más aceptada, aunque sí establece que el incendio "tuvo su origen en la parte superior de la bodega (que contenía las películas a base de nitrato), o sea en las áreas comprendidas por la sala privada Salvador Toscano y las oficinas cercanas", mientras que el foco de la explosión fue "la bodega que contenía las películas a base de nitrato de celulosa".

El dictamen, presentado ante el Ministerio Público el 13 de abril de 1982 con la firma de los peritos Carlos de Navia Osorio y Juan Aymes Couche, señala además que "en virtud de que la ubicación de esta área era precisamente sobre el techo de la bóveda que almacenaba las películas a base de nitrato de celulosa, el calor que se generó por el incendio se transmitió por conducción a la bóveda indicada sobreviniendo, por esta causa, una gran elevación de temperatura en el interior de la misma". Y finaliza: "En vista de las condiciones de destrucción en la que quedó el inmueble después del incendio y la explosión, no fue posible llegar a mayores determinaciones concluyentes por falta de indicios".

Culminación de ''graves peripecias'': Joskowicz

Para Alfredo Joskowicz, en esas fechas director del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), el incendio de la Cineteca Nacional fue la culminación de una serie de "graves peripecias sufridas por el cine mexicano" durante el gobierno de José López Portillo.

En un documento que preparó para el aniversario número 25 del CCC, celebrado en 2000, el ahora titular del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) narra: "En la tarde del 24 de marzo de 1982 estalló un incendio en la Cineteca Nacional, que, como ya mencioné, estaba a unos 200 metros del CCC. Se dijo que la causa había sido la negligencia de las autoridades al conservar en malas condiciones de almacenamiento una cantidad importante del peligroso material de nitrato que guardaban en sus bóvedas. Se perdió así una parte valiosa de la memoria del cine nacional. La otra, por fortuna, estaba mejor guardada en la Filmoteca de la UNAM (...) el incendio consumió la mayor parte del edificio causando un número de víctimas del que nunca se dio cuenta clara debido a que la policía acordonó el lugar y durante meses no se permitió el acceso a nadie.

"Al transcurrir las semanas siguientes, las ruinas de la Cineteca Nacional empezaron a despedir olores de putrefacción, que eran atenuados mediante un polvo amarillo lanzado de vez en cuando desde un helicóptero.

"La patética imagen de esas ruinas contiguas al Centro, que se volvían verdaderamente siniestras durante la noche, nos acompañó hasta el mes de octubre en que fueron finalmente demolidas a toda prisa, para no dejar elementos que permitieran una posterior investigación porque el 30 de noviembre de 1982 se acababa el sexenio del presidente López Portillo."

De lo perdido, lo recuperado

En los meses posteriores al incendio, Margarita López Portillo puso en marcha el Comité Pro-Reconstrucción de la Cineteca, en el que participaron productores, distribuidores, sindicatos y diversos organismos con la meta de obtener dinero para construir la nueva Cineteca y recuperar el material perdido.

De las ruinas sólo se rescataron algunos carteles, entre ellos varios de películas rusas, fotomontajes de la Epoca de Oro y fotografías de cintas como María Candelaria, protagonizada por Dolores del Río y Pedro Armendáriz. Cuenta la leyenda que la copia de la cinta de Wajda que se proyectaba en la Fernando de Fuentes, prestada por la Filmoteca de la UNAM, se salvó íntegra, y que en cada lugar en la que se exhibe hay conatos de incendio, uno de ellos ocurrió en 1998 en la actual Cineteca sin pasar a mayores, según relatan algunos trabajadores.

La revista Proceso, en su edición del 29 de marzo de 1982, cita al ex cordinador de la Cineteca Nacional, Raúl Ortiz Urquidi, quien afirmó que "se perdieron dibujos de Einsenstein, aparatos, documentos, cámaras; originales de Diego Rivera donados por El Indio Fernández, un programa original de El perro andaluz firmado por Buñuel, y cintas extranjeras que sólo nosotros teníamos (...) entre ellas El llanero solitario y algunas coloreadas a mano, cuadro por cuadro, de principios de siglo".

El semanario agrega que entre 1978 y 1982 ingresaron a la Cineteca "tres lotes de valor desconocido": el material fílmico del archivo del presidente Plutarco Elías Calles, el archivo fílmico Guerra Zacarías y el de la oficina de prensa del presidente Manuel Avila Camacho.

El diario Uno más uno indicó en 1983: "mucho del material destruido eran originales donados o depositados por sus autores o productores. Otros eran copias únicas (o por lo menos las únicas accesibles)", y afirmó que se perdieron copias y negativos de películas nacionales y extranjeras, revistas, libros, guiones, documentos y una buena parte de la fototeca. Sin embargo, los títulos de las películas que se perdieron no se conocen a ciencia cierta porque las llamas también consumieron el catálogo''.

Del material fílmico que guardaba el inmueble sólo pudieron recuperarse las cintas que estaban prestadas o en los estudios Churubusco, de acuerdo con el actual subdirector de Acervos de la Cineteca Nacional, Salvador Alvarez, aunque la Memoria de la Cineteca de 1982 habla de 2 mil rollos "que lograron salvarse".

Con el paso de los años, agregó Alvarez, ha sido posible recuperar las cintas de Buñuel, Gavaldón, Emilio El Indio Fernández, Alejandro Galindo, Arturo Ripstein, Jorge Fons, Julio Bracho e Ismael Rodríguez, entre otros, y sostiene que lo que no se ha podido reintegrar corresponde sólo a material cinematográfico extranjero, cuyas copias están en su lugar de origen y por lo tanto no fueron pérdidas totales.

Esta versión es respaldada por la directora de la Cineteca, Magdalena Acosta Urquidi, y el director de la Filmoteca de la UNAM, Iván Trujillo, quien además es presidente de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF), a la que pertenece la Cineteca desde 1977. Cabe mencionar que la FIAF establece varios criterios en materia de seguridad del acervo que deben respetar sus miembros, pese a los cuales ocurrió el incendio en 1982.

Acosta Urquidi señala que "se quemó 99 por ciento de todo lo que se tenía en ese momento, pero afortunadamente no todo fue pérdida total. De hecho sólo una mínima parte se perdió, gracias a que los negativos estaban en otra parte: en la Filmoteca, Televisa, los Estudios Churubusco; algunas cinetecas del extranjero tenían materiales y dieron algunos a la Cineteca Nacional en años posteriores a la tragedia". Agrega que las que podrían considerarse como pérdidas totales son algunas cintas de Juan Orol, y precisa que es difícil saber cuáles fueron las cintas que se quemaron, porque "también se perdió el catálogo en el incendio, lo único que se ha podido reconstruir es lo que está en la memoria de quienes vivieron en ese tiempo, pero no se pueden acordar de 6 mil películas.

"No recuperamos todo el acervo que se tenía, pero en total de películas tenemos más que en la Cineteca (que se quemó en 1982), que en ese momento tenía 6 mil cintas y ahora tenemos más de 9 mil 800 títulos. Hay más películas, no necesariamente las mismas, pero afortunadamente mucho de lo que había estaba en otros lugares y no se perdió."

Trujillo, a su vez, expresa: "tengo mis dudas realmente de que se haya perdido tanto patrimonio del cine mexicano como se dice. Efectivamente el incendio, si no fue por la explosión de nitrato sí tocó ese material que se perdió, pero pudieron ser copias o negativos. Se sabe que había materiales de una colección de Plutarco Elías Calles y de otras colecciones, pero es posible que algunos hayan estado en laboratorios porque los estaban copiando" y ejemplifica con el caso de la cinta La mancha de sangre: "sabemos por tarjetas que había una copia en la Cineteca Nacional, pero el negativo original apareció en un depósito de Churubusco. Desafortunadamente había dos rollos en mal estado, uno de sonido y otro de imagen, pero sí existen sus negativos originales.

"Lo que sé ?continúa Trujillo? es que se perdió muchísimo dinero en copias y lo que fue realmente lamentable y que generó un desprestigio a la Cineteca fue la pérdida de vidas humanas, no se sabe cuántas, circulan numerosos rumores de que sí había gente y de cuánta murió. Eso no se supo".

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