La Jornada Semanal,  10 de marzo del 2002                         núm. 366
 Karen Patterson

Arte contemporáneo y de vanguardia en China

Entre la construcción de nuevas carreteras, instalaciones deportivas, unidades habitacionales y la restauración total de la capital artística y cultural de China –justo a tiempo para la Olimpiada del 2008– es difícil imaginar que haya un arte escénico próspero y vigoroso en Beijing. En ocasiones puede resultar un poco abrumador encontrar algo de entretenimiento, sobre todo tomando en cuenta el tamaño de la ciudad y la barrera del lenguaje; sin embargo, para aquellos interesados en descubrir el arte chino hay muchas cosas en proceso, accesibles para los que decidan explorar por debajo de la superficie de las farsas de los espectáculos locales o de la sección "¿Qué hacer?" de cualquier guía turística. 

Cuando se piensa en el arte chino, inevitablemente vienen a la mente bellos dibujos a tinta o al gouache de paisajes naturales –agua, árboles, montañas escarpadas y un viejo sabio sentado en contemplación. De manera alternativa, hay caligrafías en rollos de pergamino, escrituras expresivas y elegantes con una historia de cientos de años. Más aún, para los que siguieron los movimientos políticos y culturales de China durante los turbulentos años sesenta y setenta, el arte chino puede ser algo semejante a los pósters de propaganda gubernamental que mostraban al Gran Dirigente, Mao Zedong, conduciendo a los trabajadores del campo hacia la revolución, mientras una chimenea de reciente construcción se hace humo en el fondo. No obstante, hoy todos esos ejemplos son reliquias del pasado, puesto que el arte y los artistas chinos han llegado muy lejos desde entonces. Los artistas individuales contemporáneos y de vanguardia en China han gozado del éxito y del reconocimiento de su habilidad para expresarse en los medios elegidos, y han participado en exhibiciones de arte de renombre internacional, como la Bienal de Venecia de 2001.

La pintura al óleo, vista en China como una forma de arte más conservadora y "occidental", es el producto de la suspensión del estilo ideológico de los últimos cincuenta años, y ha entrado en una nueva era por sus propios méritos. Desde finales de los noventa ha aparecido en escena una "nueva generación" de pintores, que han creado expresiones valientes y enérgicas a sus reacciones contra lo que sienten son los cambios más impresionantes en la sociedad, siempre dentro del contexto de sus situaciones personales. Uno de estos pintores, Liu Fei, en su serie Tomando su foto, examina el papel cambiante de las mujeres en la sociedad china contemporánea. A once mujeres que no podían sonreír en público sin cubrirse la boca, Fei las toma en una casi exagerada sonrisa mostrando los dientes, sin las manos en la cara, con la cabeza rasurada como signo de rebelión contra el papel y la posición tradicionales de las mujeres en la sociedad china. El elemento contradictorio en los trabajos es digno de mención, puesto que la ropa es la misma que usaban las niñas en edad escolar a principios de los años veinte, que sugiere que tal vez la sociedad es incapaz de cambiar completamente de la noche a la mañana, y que elementos modernos y tradicionales pueden coexistir mientras China continúa en un sendero de apertura y reforma.

Sobreviviente exitosa de la era posterior a Mao, la escultura es otra forma de arte que ha experimentado enormes cambios en estilo, aplicación y contenido en años recientes. No sólo han cambiado los materiales –del bronce y el mármol al vidrio, resina acrílica, piel animal, metal, madera, papel, ladrillos, partes del cuerpo, textiles y más–, sino también los rostros –de personajes aprobados por el Estado a ciudadanos comunes. En sus nuevas esculturas/instalaciones de fibra de vidrio pintada, reunidas bajo el nombre Trabajadores migrantes en la ciudad, Liang Shuo retrata con exactitud la condición actual de los trabajadores migrantes que han inundado ciudades como Beijing, Shangai, Guangzhou y Shenzhen en los últimos años. Estos migrantes rurales han cambiado las ciudades que habitan y también se han convertido en una población alienada que vive como intrusos entre los sitios de construcción. La mayoría de los habitantes de las ciudades está demasiado ocupada haciendo dinero como para fijarse en los hombres y mujeres que también comen, duermen y viven en la misma ciudad. El éxito del trabajo de Liang no sólo es su descripción exacta, sino que ha extendido los límites del modo en que la condición humana ha sido representada tradicionalmente: los retratos de hombres "ordinarios" en realidad nunca habían llegado a incluir a los trabajadores migrantes... hasta ahora.

A pesar de que la fotografía ha estado presente en China casi durante el mismo tiempo que en Occidente, recientemente se ha hecho de un popular séquito de artistas que la han convertido en su herramienta o medio de expresión preferido, y fue sólo hasta la década de los noventa que la fotografía conceptual empezó a ser mucho más aceptada de la misma manera por artistas, coleccionistas y críticos. Actualmente, esta forma de fotografía no se refiere tanto a la destreza per se; más bien es sobre la ejecución de una idea. Wang Qingsong es uno de los artistas que ha usado este medio cada vez más frecuentemente para explorar y expresar ideas sobre la comercialización y la occidentalización de la sociedad china moderna –aunque en una forma algo satírica. En su obra más reciente, creó una serie de tres fotografías que pretendían examinar la siempre creciente brecha entre los habitantes del campo (considerados pobres, sucios y retrasados) y los de la ciudad (considerados ricos, limpios y educados). El pasado describe a entusiastas trabajadores en una pose revolucionaria, reminiscencia de la estatua de los sesenta de Mao Zedong, cubiertos de suciedad de la cabeza a los pies y empuñando pistolas y palas; El presente muestra a los mismos trabajadores cubiertos en pintura plateada, empuñando las herramientas de su sitio de trabajo que se usan y se ven en las calles de hoy, pero visiblemente menos fastidiados que en el pasado; El futuro presenta a los mismos trabajadores cubiertos en oro, empuñando objetos tan alejados del trabajo y del esfuerzo como sea posible, sugiriendo una vida de comodidad en los años venideros. 

Creado inicialmente por un grupo de artistas reaccionarios a las limitaciones a los que los sometían las galerías en China durante los primeros años de los noventa, el arte del performance se ha convertido en una forma artística aceptada y respetada que rápidamente está acaparando la atención internacional 
–no así la atención de las autoridades chinas locales. Expresiones personales de sexo, violencia y muerte son temas recurrentes en este género y, como consecuencia, las exhibiciones de performance a menudo son clausuradas, los artistas detenidos y las propiedades confiscadas. Más aún, las exhibiciones de performance son "clandestinas": fecha, hora y lugar sólo se anuncian uno o dos días antes. A pesar del silencio, todavía hay un gran séquito de artistas, espectadores y "grabadores" (videocamarógrafos y fotógrafos que registran el evento y crean un producto comercializable) que acuden a echar un vistazo a las últimas ejecuciones de ideas provocadoras. Li Wei, un joven artista de Hubei, fue parte de una exhibición recientemente presentada en las afueras de Beijing, en un estudio manejado por una comuna artística. Para Ambiente transparente, el artista se sentó muy derecho en el hoyo de una excavación en el suelo mientras un espejo gigante lo rodeaba, y permitía que su cabeza permaneciera sobre el suelo. Tenía colocada una burbuja de resina acrílica, lo que creaba un ambiente transparente para su cabeza, su canario amarillo y una sola rosa roja. A pesar de la lluvia, el aire y el frío, permaneció en el "ambiente" por cuatro horas mientras los miembros de la audiencia lo miraban, tomaban fotos, lo ignoraban o se divertían viendo sus reflejos desde diferentes ángulos. Un comentario, quizá, de la delicada naturaleza de nuestra propia supervivencia y de cómo creemos que tenemos la vida comprada hasta que nos vemos forzados a una posición comprometida, como Li Wei y su "ambiente".

El arte en video, como parte del arte de los Nuevos Medios, también se ha hecho muy popular desde mediados de la década de los noventa, y resulta completamente diferente de otras formas artísticas ya que es repetitivo, desafiando así la característica de "una sola vez" del arte del performance, la pintura, la escultura y las instalaciones. Puesto que se trata de un medio relativamente flexible, las posibilidades de su aplicación son infinitas, y es obvio que se está expandiendo con cada artista, exhibición y año. Los artistas que recurren al video experimentan activamente con sus propias percepciones y reflexiones de la sociedad en la que viven, y con temas universales para la humanidad, aun para los chinos, en el campo de expresión. Tal es el trabajo del artista de instalaciones de video Yang Zhenzhong y su obra Sé que voy a morir. Durante el video de treinta y dos minutos, se graba a gente china de un amplio espectro de la sociedad repitiendo el mismo mantra: "Sé que voy a morir." En contraste con nuestras nociones sobre cuándo muere la gente, la mayoría de los participantes están lejos de ser de edad avanzada. Dado que los chinos no son religiosos en un sentido cristiano, resulta sorprendente la relativa calma de los participantes hacia la muerte. El éxito de este trabajo reside en la forma especial en la que el artista captura la expresión local de una verdad universal e innegable.

Por lo general, el arte chino contemporáneo y de vanguardia ha cambiado vertiginosamente en un periodo de tiempo relativamente corto y en un clima de aceptación y libertad nunca antes visto en el país. Estas expresiones artísticas funcionan como un barómetro de las modificaciones económicas, sociales y políticas que se están llevando a cabo no sólo en China, sino en todo el resto del mundo. Del mismo modo en el que no debemos ignorar a esta nación conforme va entrando en una nueva era de cambios, debemos poner atención a la pluralidad de la comunidad de artistas chinos en cuanto a que dan respuesta a preguntas surgidas de la actual situación de globalización y, a su vez, continúan desafiando a los espectadores haciendo preguntas agudas sobre sí mismos. Para mayor información sobre el arte chino contemporáneo y de vanguardia, contactar: 

www.chinese-art.com www.redgategallery.com www.courtyardgallery.com

Karen Patterson es canadiense, vive en Beijing y es una fotógrafa y escritora ocasional.

Traducción del inglés de 
Gabriela Valenzuela Navarrete
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