Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 15 de febrero de 2002
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Estados

Ocho alcaldías y el Congreso local serán renovados el próximo domingo

El PRI enfrenta en QR a la oposición, su alejamiento con Hendricks y al efecto Villanueva

Diferencias internas y externas amenazan por primera vez su carro completo en el estado

JAVIER CHAVEZ Y ALONSO URRUTIA CORRESPONSAL Y ENVIADO

Chetumal, QR, 14 de febrero. Semanas atrás, cuando la campaña electoral se enfilaba a su recta final rumbo a la renovación del Congreso y de las ocho alcaldías, en gira por Cancún, el gobernador Joaquín Hendricks se sinceraba: "Todos los partidos políticos me tienen decepcionado, incluido el PRI. Están alejados de la sociedad".

Semejante descalificación a la clase política quintanarroense tuvo al tricolor como primer destinatario, un priísmo que en esta tierra del sureste ha monopolizado todos los cargos de gobierno. En su joven historia política como estado nunca un opositor ha gobernado nada.

En una sola frase, Hendricks confirmaba lo que entre el priísmo es una convicción generalizada; su lejanía del partido.

Y es que el PRI va a la contienda con una cauda de problemas que comprometen el histórico carro completo que ha tenido.

El Pemexgate le estalló a media campaña y la secuela de la lucha intestina por la directiva nacional que, a pesar de los esfuerzos del Comité Ejecutivo estatal por impedirlo, divide al priísmo quintanarroense.

Mención aparte es el caso del ex gobernador Mario Villanueva, quien ejerciera el poder en la entidad bajo las formas más rancias del caciquismo, ahora procesado por sus presuntos vínculos con el narcotráfico y sobre quien pesa una solicitud de extradición del gobierno de Estados Unidos.

-ƑRepresenta Villanueva una carga para el PRI? -se le pregunta al dirigente estatal del PRI, Joel Sauri.

-No podríamos dejar de reconocer que un priísta que nos representó como gobernador atraviesa ese problema, pero no ha sido sentenciado e incluso su proceso está plagado de irregularidades. No se ha probado su culpabilidad, lo que deja traslucir que no es todo lo malo que se ha dicho. Pero sin que signifique que lo olvidamos, pasa a segundo plano en la elección.

Para el ex gobernador Jesús Martínez Ross, quien fuera aliado político de Villanueva en los tiempos de pleno cacicazgo, su "amigo" no es un fardo para el PRI en la contienda. "El no puede intervenir y el villanuevismo no existe."

Así, atravesado por sus dilemas nacionales y confrontado con la sangría de militantes que le reportó su proceso interno, el priísmo va por la preservación de la hegemonía absoluta en las ocho alcaldías y la ratificación de su histórica mayoría en el Congreso pues, a pesar de todo, la maquinaria del priísmo está echada a andar, reforzada por la denominada Fuerza Mexiquense, venida desde el centro.

Un gobierno sin control político

La historia política de Quintana Roo parece reducirse a priístas y ex priístas, dividida entre los intereses políticos del mandatario en turno y los intereses de los ex gobernadores que pelean espacios políthendricks_x323icos vitales que apuntalen sus intereses económicos.

Dedicado a los bienes raíces, Martínez Ross casi puede jurar que en Quintana Roo no hay grupos políticos; "hay afinidades, afectos y lealtades -no muchas, por cierto- a los ex gobernadores".

Cauto en sus consideraciones hacia el gobernador, simplemente asegura que en elecciones intermedias la imagen del gobernador no pesa.

Su hermano Abraham Martínez Ross, un viejo político y congresista constituyente del estado, tiene una visión lacerante de Hendricks: "Es un foxista; está vestido de azul".

Algunos hechos parecen apuntalar su dicho. La restructuración del gabinete del estado se hizo a imagen y semejanza del gabinetazo foxista. Una área de orden y respeto y un cargo de vocero similar al que en su momento se le dio a Marta Sahagún.

La decepción que en Cancún el gobernador mostró semanas atrás por los partidos fue leída entre un sector del priísmo como ratificación de la ausencia política del mandatario. Una ausencia que se traduce en el descontrol que tiene de los hilos del poder.

El saldo, la indisciplina, ha cundido con visibles desencuentros.

Hace unos meses, la designación del titular del DIF en Cancún fue motivo de un desaire que rayó en el enfrentamiento con la alcaldesa Magaly Achach, lideresa popular de fuerte arraigo, forjada políticamente en la invasión de terrenos y ligada al ex gobernador Pedro Joaquín Coldwell.

La puja por la designación entre Achach y la esposa del gobernador, María Rubio, concluyó en la acusación pública de que ésta había ordenado la siembra de micrófonos en su oficina para espiarla.

El asunto se resolvió con la designación de José Ayuso, cónyuge de la alcaldesa, como director del DIF-Cancún, cuyo antecedente más sonado fue su encarcelamiento ordenado por Villanueva, una socorrida práctica política del ex gobernador. El delito: distribuir un diario donde se comenzaba a vincular al entonces gobernador con los ilícitos por los que hoy se le procesa.

Miguel Ramón Martín Azueta, alcalde de Solidaridad, fue otro caso desafiante para Hendricks. Ahijado político de Villanueva, negó el permiso de construcción al consorcio hispano Sol Meliá para impulsar el desarrollo Xcacel-Xcacelito, cuya inversión promovía Hendricks.

Eso es historia, pero los desencuentros e indisciplinas de los alcaldes tienen secuela hasta en la actual campaña electoral. Es el caso de Jorge Martínez Peña, edil de Isla Mujeres. Inconforme con la designación priísta de quien busca sucederlo, él pugnaba porque fuera Antonio Coronado Rojas, su cuñado. Aferrado a heredar el cargo a la familia, hoy apoya abiertamente a su pariente, quien sí se hizo candidato, pero del PAN.

Otro caso es el de Olegario Tah Balam, presidente municipal de Lázaro Cárdenas, quien tenía las mismas inclinaciones nepotistas de Martínez Peña.

Su poder en el municipio no le dio para garantizarle a su primo, Francisco Tah Góngora, la candidatura por el PRI. Hoy éste recibe el apoyo del ayuntamiento, pero en su calidad de candidato del PRD.

-ƑCómo evalúa el apoyo económico de alcaldes priístas a candidatos de oposición?

-Es un acto de deslealtad. No podemos decir que apoyen nuestros candidatos con recursos porque es delito electoral, pero lo que han hecho es traicionar al partido que los llevó al cargo. En su momento, los órganos correspondientes los sancionarán -responde el líder estatal priísta Joel Sauri Galué.

Y sentencia: "Quien traiciona una vez traiciona siempre".

Lo cierto es que el proceso interno del PRI culminó en un desgajamiento de militantes, hoy candidatos de oposición. "Nos sirvió para limpiar la casa", dice Sauri Riancho, y añade que la aportación del PRI a la democracia en el proceso llega hasta a nutrir a la oposición de candidatos.

Más allá de eso y sin la carga peyorativa que se le da -dice su dirigente-, el PRI aspira legítimamente al carro completo. Una costumbre histórica en este granero del priísmo que sólo se rompió en 1999, cuando los priístas perdieron los primeros cuatro distritos de Cancún en las diez elecciones locales que ha tenido el estado, además de la estrepitosa derrota de Francisco Labastida Ochoa en 2000.

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