Lunes en la Ciencia, 11 de febrero de 2002

La ciencia y la tecnología en la carrera contra el tiempo

Inversión siempre rentable

Alberto Carramiñana Alonso

Una de las noticias de mayor interés en el ámbito nacional al iniciar el año fue la aprobación del Presupuesto de Egresos para 2002. Entre otras novedades surgió que al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología le fue autorizado un presupuesto de 4 mil 366 millones de pesos, es decir, alrededor de mil millones más de lo solicitado por el gobierno federal.

El futuro de la economía de México luce difícil. El comercio exterior depende de las materias primas, como el petróleo, y de la mano de obra barata. El reciente ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio (OMC) no es una amenaza sino una sentencia. Es claro que algo debe hacer nuestro país si quiere evitar un deterioro mayor de su economía.

PibPara la opinión pública puede parecer que dada la situación actual es un lujo invertir en algo tan distante del quehacer del mexicano como la ciencia y la tecnología.

Alguna vez escuché la opinión de un colega extranjero de que países como el nuestro no tienen claro el porqué es necesario financiar la ciencia. Como si la preocupación fuera cubrir las apariencias con la imagen de que el país es suficientemente moderno como para contar con una comunidad científica visible y que ésta esté bien pagada como para evitar una fuga de cerebros.

Tal vez por eso, México llegó a tener un gasto en ciencia y tecnología de 0.37 por ciento del producto interno bruto, muy por debajo del 2.5 por ciento de países desarrollados o incluso del 0.9 por ciento de Brasil. Por si fuera poco, 80 por ciento del presupuesto se va en salarios y 15 por ciento en pagar renta, teléfono, servicios, etcétera.

Es decir que México realmente invierte en proyectos científicos y en desarrollar tecnología 5 por ciento del 0.37 por ciento de su PIB. ¿Por qué gastar más? La respuesta es sencilla: financiar ciencia y tecnología no es exclusivo de las economías en bonanza, sino causa de que las naciones prosperen.

La dependencia tecnológica que padece México es en beneficio de países que han desarrollado su propia ciencia y tecnología en campos como la microelectrónica o el desarrollo de nuevos materiales. Con el objetivo de subsanar el rezago tecnológico de nuestro país, el año pasado el Conacyt elaboró el Programa Especial de Ciencia y Tecnología (PECyT), el cual tiene como meta elevar el porcentaje del PIB destinado a ciencia y tecnología por encima de 1 por ciento (el propósito final es 2 por ciento), aumentando en particular la raquítica contribución del sector privado.

Aun cuando el PECyT contempla un importante crecimiento de la comunidad científica, una meta específica es incrementar el porcentaje del presupuesto destinado a proyectos y desarrollo tecnológicos. El objetivo es repercutir directamente en el desarrollo del país y en el mismo PIB, de tal forma que los recursos que realmente terminan en investigación pasen del 5 al 20 por ciento.

El PECyT representa un cambio estratégico en las prioridades del país. Buscar una economía basada no sólo en las materias primas y en la mano de obra, sino también en un fuerte desarrollo tecnológico que nos permita pasar de ser un país importador de tecnología a ser exportador.

La función principal de la ciencia básica sería el generar proyectos científicos que demanden nuevas tecnologías. El PECyT fue presentado al Ejecutivo, quien lo aprobó. Sin embargo, las acciones posteriores del Ejecutivo han sido totalmente opuestas al PECyT.

En vez de solicitar para el Conacyt un aumento del presupuesto de 3 mil 551 millones de pesos (2001) a 6 mil 700 millones, como estableció el PECyT, el gobierno del cambio solicitó 3 mil 300 millones de pesos, es decir, la mitad de lo esperado y una reducción con respecto a 2001. La afortunada intervención de los diputados permitió fijar el presupuesto del Conacyt en 4 mil 366 millones de pesos, muy por debajo del establecido en el PECyT, pero un aumento de 30 por ciento respecto a 2001.

Podría decirse que el Congreso consiguió para la ciencia y tecnología un empate de último minuto, con el cual la situación será cualitativamente la misma.

Como si se tratara de un episodio de Batman, nos hallamos atrapados dentro de un enorme reloj de arena y si no hacemos algo pronto caeremos. No tenemos muchas cartas en la mano y por lo pronto el gobierno del cambio ya tiró a la basura la carta de la ciencia y tecnología, por lo menos este año.
 

El autor es investigador del Instituto Nacional de Astrofísica, Optica y Electrónica (INAOE)
 

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