Martes 05 de febrero de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Marcos a la medida

Reventado, así quedé

n Marcos Winocur

Reventado, así quedé de cansancio. No se imaginan las cosas que hice y fabriqué en un día: la electricidad que resulta suficiente para encender un foco de 100 durante 24 horas y que, dentro de mi anatomía, utilicé para mantener un corazón palpitando, un cerebro pensando, dos riñones filtrando, etceterando, etceterando; y además, calor, sin contar el magnetismo; y luego estos productos: un litro de saliva, varios millones de leucocitos y otro tanto de hematíes, medio kilo de grasa a distribuir por el cuerpo, 100 gramos de moco espeso, un litro de sudor, otro litro del uno, kilo y cuarto del dos, gases a discreción, 50 gramos de adrenalina, medio litro de semen -¡qué optimista!-, varios millones de espermatozoides nadando; y además: transporté kilos de oxígeno hasta los lugares más remotos de mi anatomía, abatí a los virus en dos ofensivas que lanzaron contra mí y a las bacterias en otras tantas, corté 50 gramos de uñas y 200 gramos de cabello, desalojé de la piel 100 gramos de células muertas, y ya no me acuerdo qué tanto más hice y fabriqué, cantidades y cantidades de células vivas, incluso neuronas, el laboratorio no daba abasto de pedidos, los huesos reclamaban calcio, las proteínas estaban en disputa, en fin, no les cuento. Reventado -ésa es la palabra- de cansancio no tuve más remedio que permanecer las 24 horas en cama, tratando de reponer fuerzas y comer todo lo que pude.
Visité, eso sí, la peluquería y me corté las uñas. Y aquí estoy, reventado, les decía, confío que la jornada de mañana no sea tan agotadora como la de hoy. Y los dejo, me voy a echar un coyotito.