Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 18 de enero de 2002
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Cultura
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Miguel Carbonell*

La derecha y los intelectuales

La reciente reversión del régimen impositivo para los derechos de autor sería menos preocupante si fuera una medida aislada, si no se hubiera dado en un contexto y bajo un gobierno que desde su inicio ha dado claras señales de un antintelectualismo militante. Lo de menos es que el propio presidente Fox sea un ignorante en materia de letras y no sepa ni pronunciar los nombres de los grandes escritores contemporáneos. Eso es anecdótico. Quizá no lo es tanto el hecho de que la responsable del programa cultural del gobierno de la derecha tenga escasas credenciales en el área que ahora dirige o que su obra más conocida sea una biografía de la actual esposa del Presidente.

No es tampoco anecdótico que el gobierno haya planteado en el proyecto original de presupuesto una reducción importante de los fondos dedicados a investigación y ciencia que se distribuyen a través del Conacyt, error que por suerte fue corregido a tiempo por los diputados. No lo es que se comience a ponderar la posibilidad de que los programas de estímulos a la productividad académica en la UNAM se conviertan en parte del salario (con lo cual salen también de la protección fiscal que actualmente tienen). No es tampoco de recibo que en diciembre no se hayan hecho los depósitos bancarios de los miembros del Sistema Nacional de Investigadores, sin previo aviso, y que la primera y escueta explicación del responsable se haya producido casi tres semanas después de ocurrido el retraso (en cualquier país democrático el ''retraso de diciembre" le habría costado el puesto al director del Conacyt y al secretario de Educación).

Estamos ante señales muy claras de que la cultura y el desarrollo científico no van a representar una prioridad para este gobierno. Pero no se podría esperar mucho más: disfrazada con piel de oveja, o como se quiera, la derecha es y seguirá siendo la derecha. La frase ''šMuera la inteligencia!" de la derecha española bien podría aplicarse a algunos gobernantes que no soportan las críticas ni permiten que sobre su desempeño se hagan evaluaciones ''fuera de los canales oficiales".

ƑCon qué argumentos se defiende la imposición de un gravamen a los derechos de autor cuando el gobierno gasta millones de pesos todos los días en publicidad? ƑPueden los responsables de la Secretaría de Hacienda pensar que los escritores mexicanos viven suntuosamente gracias a sus derechos de autor? ƑPuede alguien llegar a hacerse millonario escribiendo en México?

Es obvio que hay autores con muy buenos ingresos (aunque es seguro que la mayoría, que publican en editoriales extranjeras, reciben en cuentas de otros países su pago por derechos de autor), pero por debajo de ellos hay gran número de gente que empieza y apenas puede abrirse paso en un escenario nacional que cuenta con muy pocos incentivos para quienes desean dedicarse a la vida intelectual y académica.

ƑY le hacen falta a México los intelectuales, los que se dedican a escribir o a dar clases y conferencias? La derecha siempre ha sostenido que no, que lo importante para el país es generar una clase empresarial que sea competitiva. ƑCómo se mide la competitividad de una novela o de un libro de poesía? ƑQué le añade al producto interno bruto la publicación de un libro de historia prehispánica, por ejemplo La visión de los vencidos, de Miguel León-Portilla? Esas son preguntas que sólo caben en la cabeza de (algunos de) los miembros del gabinetazo encabezados por el gerente general en turno.

Desde luego, la derecha puede ser obtusa y contraria a la creación artística libre, pero no es tonta. Por eso ha procurado allegarse de cierta categoría de intelectuales que avalen, desde adentro del gremio, sus propuestas. No faltan profesores del ITAM o del CIDE que aplauden hasta que les sangran las manos cada iniciativa del secretario de Hacienda o que oyen pacientemente las aburridas recetas de Eduardo Sojo. Se les olvida a algunos de esos intelectuales hacer pública su vinculación con el gobierno a través del pago de diversas asesorías, de jugosos contratos por honorarios y del uso y goce de prebendas de todo tipo. Es muy fácil justificar la imposición tributaria para los derechos de autor cuando se vive de contratos de honorarios con los gobiernos federal y locales. Y eso no lo dicen todos nuestros intelectuales-gerentes, formados en la mentalidad profundamente humanista y solidaria de las universidades de Estados Unidos, arropados con los buenos sueldos de las universidades privadas.

Pero lo que más molesta es el desprecio profundo por todo lo que tenga que ver con la cultura y con los intelectuales. Tiene razón Alberto Ruy Sánchez cuando afirma que Fox va a ser conocido como el peor enemigo de la cultura de entre todos los presidentes. El impuesto por los derechos de autor es un caso que ilustra esa profunda animadversión; como escribe Gabriel Zaid, detrás de ese gol ''no hay nada racional. No hay recaudación (sí costos administrativos). No hay ventajas políticas (sí costos políticos). No hay ventajas (sí daños) para la cultura. No hay una gran visión de hombres de Estado, y ni siquiera un cálculo inteligente. No hay más que la pequeña satisfacción de aprovechar el caos para meter un gol largamente soñado, en el último minuto".

Haría falta agregar un par de cuestiones: que el gol se haya metido en el último minuto no quiere decir que el partido se haya acabado; la batalla seguirá abierta en muchos frentes. La segunda es simplemente preguntarse: Ƒpensarán hacer algo nuestros diputados y senadores para enmendar ese error?

* El autor es investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas-UNAM

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