Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 13 de enero de 2002
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Espectáculos
20an1esp Ť Forman parte del elenco del Circo Atayde

Los Nocks, acróbatas que se juegan la vida a más de 20 metros de altura

JAIME WHALEY

Indiscutiblemente que es gente de altos vuelos. Por encima de todos se ganan el pan, desde donde tienen una visión de privilegio.

Se trata de los Nocks, cuarteto de intrépidos que no se andan por las ramas en esto de desafiar el peligro.

Trepados en lo alto de sus perchas flexibles, a poco más de 20 metros de alto, estos cirqueros de cepas, mantienen en un suspiro a los espectadores con su acto culminante en la actual temporada del Circo Atayde.

Carolina, Michelangelo y su esposa -de nacionalidad mexicana y de apellido España- y Eugene Nock, ya se colocan sobre una superficie pequeña pero lo suficientemente grande para que se puedan mantener en posición vertical, ya sea de pie o de manos, y se empiezan a mecer a esa altura, sin protección alguna más que un enorme poder de concentración, para que las perchas de acero se empiecen a agitar en ángulo de casi 45 grados que les permite acercarlas entre si para que ellos se logren asir de las próxima y se cambien de sitio ante el asombro de la concurrencia que literalmente permanece al filo de sus asientos.

''O nos concentramos o nos rompemos la madre''

El circo, quizás la forma más antigua de esparcimiento en el mundo, ha sido la vida de estos artistas de ascendencia suiza pero avecindados en la península de Florida. Desde 1840, cuando su bisabuelo fundó en Europa el cirque Equinox, ocho generaciones más se han dedicado a ser artistas de altos vuelos, pues adicionalmente a sus presentaciones en las carpas realizan actos a cielo abierto en helicópteros y tienen su propia compañía aérea.

''No podemos distraernos en nuestro acto, requerimos de una total concentración. Afortunadamente no hemos tenido ningún accidente que lamentar''. explica Michelangelo al tiempo que su hermano, Eugene, añade que en el acto que realizan no tienen protección alguna, pues, compara, ellos son artistas profesionales que se juegan la vida en cada intervención, al contrario de los cirqueros rusos o chinos ?a los que no les resta mérito alguno?, que reglamentariamente actúan con cables o redes de seguridad, debido a que muchos son nada más practicantes pasajeros de las suertes en el redondel.

Su acto, recuerdan, tuvo sus orígenes hace siglos cuando campesinos suizos se trepaban a los árboles y sostenían competencias para ver quien lograba descender de lo alto de los pinos con un canasto cargado con 60 kilos.

Para mantenerse en forma se someten a un riguroso régimen de ejercicio que incluye levantamiento de pesas, dominadas en la barra, carrera de 4 kilómetros, entre otros.

''Desde luego que estar fuerte es necesario pero cuenta más la habilidad'', pues para finalizar su actuación se deslizan de cabeza por el tubo practicamente en caída libre, ''y así es muy fácil romperte la madre, por lo que hay que tener buenos reflejos'', dicen.

Los Nocks, con la inclusión de su hermana Susana, abren la función con otro temerario número, éste con motocicletas en un cable a 12 metros de altura.

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