Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 13 de enero de 2002
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023n1mun Ť En bancos, o bajo el colchón, no hay dinero contante y sonante que pueda ser robado

La crisis argentina derrotó a la delincuencia

Ť La gente, afligida y angustiada, puede sin embargo caminar más segura por las calles

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires, 12 de enero. Quizá uno de los pocos beneficios de la crisis que azota a Argentina es que la inseguridad absoluta que significaba caminar por algunas calles ya no existe. La crisis derrotó parte de esa inseguridad, no por la inteligencia policial, sino porque los ladrones ahora no saben qué hacer. No hay dinero circulando en las calles, o al menos es tan escaso que no vale la pena el riesgo.

Los ladrones ya no pueden robar a la salida de los bancos, que era un recurso habitual. Tampoco pueden encañonar a alguien y llevarlo a un cajero automático para obligarlo a retirar sus fondos, pues lo único que se logrará es una pantalla con el letrero: "No disponible", imposible de modificar ni siquiera a balazos.

mvd50-155309-pihLas limitaciones del corralito y las caídas del sistema han puesto fin a los asaltos. "Antes (los ladrones) hasta hacían cronogramas. Días de cobros de sueldos, días de jubilados, días de bancos. Ahora nada de eso existe ya", dice jocosamente Pedro J., joven ladrón rehabilitado que ayuda a vender el periódico de los chicos de la calle.

El corralito ha encerrado a los ladrones, que tratan de crear otras alternativas. "Antes también se metían en las manifestaciones, o hasta en los velorios, para robar carteras. Ahora eso no va. Si se llevan una tarjeta de débito por lo general la tiran. No pueden usarlas.

 "Nadie les compra autos robados porque no hay efectivo. En poco tiempo se ha reducido casi a la nada la rotura de parabrisas o ventanas de automóviles para robarse tocacintas.

"Nadie las compra y no pueden 'reducir' (vender) artículos que se llevaban de una casa asaltada. Y no hay dinero contante y sonante debajo del colchón de nadie. Y si hay colchón es una suerte", dice Pedro J.

Las comisarias de la capital confiesan que se han reducido notablemente las denuncias cotidianas de todos los delitos mencionados por el joven. ¿Robos grandes? Los bancos dicen que tienen las cajas vacías. Antes de que Fernando de la Rúa renunciara, ante la rebelión popular del 20 de diciembre pasado, corría el rumor de que se habían sacado las reservas del Banco Central y se habían llevado a la sede de la Gendarmería Nacional, que, por supuesto, resultaría difícil de asaltar.

En realidad la prevención oficial estaba más relacionada con el "asalto externo" que con el interno. Así, afligidos, alicaídos y angustiados, los argentinos, sin embargo, andan más desprevenidos por las calles. No hay nada que valga dentro de una bolsa de mujer. Hubo asaltos a restaurantes en los últimos días, pero la mayoría de éstos no reciben efectivo alguno pues los pagos se hacen con tarjetas de crédito o débito.

Casas llenas

Como la mayoría de la gente no saldrá de vacaciones, hay escasez hasta de casas vacías. El día D, el pasado 11 de enero, cuando quedó finalmente abolida la convertibilidad, muchos asaltantes arrebatadores se largaron a las calles de la City, el centro de Buenos Aires, donde muchas de las posibles víctimas salían de sus casas con las manos vacías y hasta enjugando alguna lágrima.

Además, las largas colas jugaron contra de los que arrebataban alguna bolsa y huían. Esta corresponsal fue testigo de dos formidables zancadillas que dejaron al ladrón tendido y derrotado, abandonando el botín.

Esta es otra de las caras de la crisis. Porque el resto es muy difícil hasta de explicar, en especial cuando un mundo diverso de opinadores de todo el planeta y de todos los sectores entrecruzan sus propias evaluaciones, a veces tan distantes del terreno variadísimo de la realidad que aquí si se modifica hora con hora, que termina convirtiendo el tema de la crisis en una babel de intereses múltiples. Y hasta los nacionales de este país se confunden de cómo "nos ven a los argentinos". 

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